El valor del trabajo para el venezolano: ¿cultura o sobrevivencia?

El comentario de la semana

Es indiscutible que Venezuela atraviesa hoy día la peor crisis de su historia, caracterizada esta por un dantesco escenario donde confluyen no solo una inflación entre las más altas del mundo y una debacle económica sin precedentes, sino también la destrucción sistemática del aparato productivo interno y la pérdida de libertades frente a un régimen totalitario. A este ya complejo escenario se une una aguda crisis política y social y el deterioro progresivo y evidente del sistema de valores del venezolano. Esta realidad permite afirmar, citando a Suárez (2017), que el nuestro es tristemente un país que “se debate entre el caos y el conflicto” (p.18).  

Lo antes descrito ha golpeado duramente la capacidad económica de los ciudadanos, haciendo cada día más difícil cubrir sus necesidades básicas, e incluso garantizar medianamente la sobrevivencia, ante lo cual la urgente exigencia de obtener dinero rápido está privando más que poseer estabilidad y seguridad social, cambiando la preferencia laboral hacia el bachaqueo, por lo que ahora el país enfrenta el reto de reeducar a los venezolanos sobre el verdadero valor del empleo formal (Marcano y Duarte, 2016). Visto de esta perspectiva la tarea a asumir parece compleja, más aún en un país donde, como consecuencia de equivocadas políticas económicas entre otras razones, el salario percibido por los trabajadores no alcanza para cubrir el costo de la cesta básica, disminuyen de forma considerable el número de empresas operativas, las que aun sobreviven no logran ofrecer salarios competitivos para sus trabajadores y la posibilidad de ahorro y planificación no entra en el esquema de prioridades del ciudadano promedio.

Ante esto, surge entonces el bachaqueo, práctica que como forma de arbitraje puede definirse según Zúñiga (2016) como la acción de “capitalizar el desequilibrio de los precios sacando provecho de esa diferencia entre dos o más mercados”, siendo sencillamente y parafraseando al autor,  una oportunidad aprovechada por un individuo al darse cuenta que haciendo una cola y comprando un producto a precio regulado va a ganar muchísimo más que lo que podría ganar en un sueldo del sector formal de la economía, logrando con esto quizás satisfacer una necesidad momentánea, pero generando igualmente una gravísima distorsión del mercado venezolano y socavando las ya débiles bases de la cultura laboral del trabajador local.

A este escenario se añade la concepción histórica criolla del trabajo como necesidad obligada y no como herramienta debidamente valorada para la obtención de riqueza y bienestar y el desmejoramiento notable de los valores positivos asociados al empleo formal. Visto desde esta perspectiva, no es de extrañar que en la actualidad una parte de los venezolanos no perciban el empleo formal como un elemento importante que garantice su calidad de vida, buscando como contrapartida resolver situaciones individuales mediante estrategias que bien podrían ubicarse en el contexto de la viveza criolla, enmarcada esta en un sistema que promueve el afianzamiento de antivalores, la destrucción del aparato productivo y la desvalorización del trabajo, sembrando como método la desesperanza, la incertidumbre y la angustia colectivas.    

Planteado así, el panorama que enfrentamos es francamente desalentador. Sin embargo, nada mas alejado de la verdad. Estudios recientes indican que la mayoría de los venezolanos rechaza la cultura del bachaqueo, valorando el trabajo formal y anhelando un sistema político, económico y social que garantice no solo la restitución de la democracia y las libertades inherentes al ser humano, sino la estabilidad económica y esa normalidad que los venezolanos hemos dejado atrás.

Es evidente entonces la imperiosa necesidad de rescatar y fortalecer la cultura del trabajo en Venezuela, lo que necesariamente pasa por la reactivación de la economía, el rescate de la producción nacional, la aplicación de reglas del juego claras y coherentes y en definitiva la superación de un régimen que coarta las libertades individuales y fundamenta sus acciones en la dádiva, la dependencia y la destrucción, por un modelo político de libertades, basado en el respeto, la formación individual y colectiva, la productividad, la eficiencia, la meritocracia y en definitiva la expresión de las potencialidades y talentos de todos sus ciudadanos.

Referencias

Marcano, P. y Duarte, M. (2016). La crisis destruye la cultura laboral del venezolano. Diario La Razón. Bloque Venezolano de Prensa y Cámara Venezolana de Periódicos. 

Romero, A. y Castro, L. (2015). La Venezuela del siglo XXI y la ética del trabajo. Revista Gaceta Laboral, Vol. 21, No. 2. 2015.

Suarez, B. (2017). Valor del trabajo en el ámbito organizacional: mirada al contexto venezolano.  Revista Educación en Valores. Universidad de Carabobo. Julio - Diciembre 2017; Vol. 2; N° 28.

Zúñiga, G. (2016). Centro de Investigaciones Sociales y Económicas de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). En: La crisis destruye la cultura laboral del venezolano. Diario La Razón.