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Opinión

Laureano Márquez

Este escrito se publicó hace algún tiempo, pero así como la Semana Santa vuelve cada año, quiero renovar lo que dije en aquella oportunidad en relación con las últimas palabras de Jesús en la cruz, como manera de meditar en los dolores que padecemos y la resurrección que anhelamos para Venezuela.

«Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen»… no lo saben, no alcanzan a imaginar las dimensiones y alcance de su daño y eso es ignorancia; que nunca el odio nos guíe, ni la venganza.

«Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso»… el paraíso del ciudadano es la libertad, la justicia y la democracia. Sé, Padre, que veremos ese paraíso, construido con cada acción de esperanza que brota de nuestros corazones y con la bondadosa inteligencia de nuestra juventud.

«Mujer, ahí tienes a tu hijo»… transitando las calles de Venezuela, recibiendo azotes, crucificado cada día por los centuriones de las lacrimógenas. Siéntete orgullosa, madre, de este tu hijo, porque de las ideas que tú sembraste en él, del amor en que le formaste, de la libertad con que se alimentó en tu vientre, habrá de nacer la nueva Venezuela.

«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»… Señor: a veces me invade la angustia de que esta pesadilla no tiene final, de que el malvado se sale con la suya, pero recibimos de ti maravillosos dones, entiendo que no nos has abandonado nunca. El trabajo tuyo ya lo hiciste —y maravillosamente bien—: ayúdame a ser tu aliado para amasarme a mí mismo como un hombre nuevo, creador también, a tu imagen, de la patria que sueño.

«Tengo sed»… y tanta, Padre. Tengo sed de democracia y libertad. Tengo sed de inteligencia, trabajo y honestidad como valores. Tengo sed de vida, de seguridad, de justicia social. Tengo sed de esperanza y de futuro.

«Todo está consumado»…la maldad en nuestra tierra se consumó más allá de los límites que podíamos imaginar, nos han pretendido destruir moralmente, pero sé que las reservas de bondad e inteligencia son nuestra verdadera riqueza. Hemos descendido a los infiernos, pero estoy convencido de que resucitaremos.

«Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu»… cada día en Venezuela, Padre, es una apuesta a la vida. Encomiendo en tus manos mi espíritu, para que sea de libertad y justicia, para que aprenda bien esta dura lección y pueda transitar por llanos bondadosos, sumergirme en cálidas playas de transparencia, contemplar altas cumbres de abundancia y cruzar generosos ríos de justicia y libertad, para llegar -por fin- a la tierra prometida.

@laureanomar

 2 min


Américo Martín

Admitamos que la situación internacional, por lo que concierne a Venezuela, Colombia y otros países que de alguna manera no guardan relaciones saludables con el gobierno de Maduro, se ha complicado de una manera tan peligrosa que no parece vislumbrarse alguna salida limpia, clara, democrática y convivencial entre los factores actualmente en pugna.

Tengo más de una década advirtiendo que la concentración de motivos críticos entre dos países hermanos, separados por una frágil y mil veces amenazada línea fronteriza, podría dar lugar a una o varias chispas capaces de encender praderas.

Ha corrido el tiempo y, lejos de apreciarse acercamientos y diálogos, el ambiente se ha llenado de pólvora e intemperancia. Pero, más grave aún, es la forma cómo está incidiendo el músculo financiero del narcotráfico y el alocado accionar de guerrillas colombianas, paramilitares y otros activos factores anarquizantes que, en su conjunto, pueden obrar como detonantes.

Ha sido impresionante la involución de un éxito tan notorio como el de la paz negociada entre el gobierno colombiano y las FARC.

Pensamos que sería un acuerdo sustentable al observar la desmovilización y el desarme de las fuerzas, alguna vez conducidas por Marulanda y el Secretariado de las FARC, que llegaron a adquirir la reputación de invencibles, evidentemente falsa como lo preanunció la Operación Jaque. Fue el primero de los grandes golpes desencadenados por el presidente Uribe y Juan Manuel Santos, su ministro de Defensa. Las FARC se revelaron como esa gramínea llamada bambú, muy dura por fuera y hueca por dentro.

En mi libro La violencia en Colombia (Libros El Nacional. 2010), prologado por el exsecretario general de la OEA y expresidente de Colombia, César Gaviria, expliqué porqué Jaque fue el principio del fin de la lucha armada, concebida como guerra de movimientos y captura de territorios liberados, paso previo a la repetición de victorias similares a la de Fidel y Ortega. Me basé, además, en las declaraciones del nuevo jefe de las FARC, Guillermo León Sáenz, alias Alfonso Cano, sucesor del mítico Manuel Marulanda, quien emitió la orden de regresar a la formación guerrillera. Para mí, la evidencia más clara de que, después de Jaque, la guerra a lo Fidel y a lo Ortega se alejaba para siempre del horizonte de las FARC. Porque la guerra de guerrillas solo sirve para molestar y huir; con unidades militares de esa naturaleza jamás se tomará el poder.

"El Che Guevara le atribuía a la guerra de guerrillas tres garantías de eficacia: movilidad constante, sospecha constante y no fijarse al terreno ni a la población, pero esperaba que, con el tiempo, crecieran las unidades, sus operaciones se aproximaran a las regulares de los ejércitos y, entre maniobras y batallas grandes, se decidiera el triunfo final."

La renuencia de Marulanda a negociar con los presidentes colombianos se debía a que disponía de 20.000 hombres. Con ese dispositivo, esa estrategia y la reputación de invicto en los combates con el ejército, era perfectamente lógico que su gran objetivo militar fuese la toma del poder, conforme a los ejemplos de Cuba y Nicaragua. Al volver a la formación guerrillera se renunció a retener territorios liberados e integrarse orgánicamente a la población, porque ya no podrían sostener la esperanza de derrotar al ejército.

Para mí, Alfonso Cano estaba renunciando a continuar la guerra y se acercaban las negociaciones de paz, incluyendo el desarme y la desmovilización de las FARC.

Uribe y Santos aceptaron las negociaciones y se logró ponerle fin a la guerra, declarada por las FARC en 1962.

Pronto, un sector desprendido de las FARC se alió con el ELN y retomó la lucha armada, quizás aprovechando las ventajas financieras del narcotráfico y el intenso activismo de los paramilitares.

"Lo grotesco, y a la vez peligroso, de semejante retrogradación ha sido la utilización a fondo, como escenario, de muchos poblados de Venezuela. Ya no hay propiamente utopía ideológica ni causa revolucionaria en juego, sino la desnuda toma del poder, la riqueza y las alianzas cada vez más audaces."

Menudean también acusaciones alusivas a Cuba y Venezuela, lo que ha hecho sonar alarmas con motivo de los enfrentamientos del Ejército venezolano con una de las varias disidencias de las FARC y la exacerbación de las muy tensas relaciones entre los mandatarios de los palacios de Nariño y de Miraflores. Esa creciente tensión se desenvuelve en el marco de los muchos países que reconocen el interinato de Guaidó y desconocen la legalidad de la presidencia de Maduro. En medio de la atmósfera de pólvora y violencia latente, las operaciones de las FARC y de los uniformados venezolanos no han dado lugar a la esperanza de un retorno a la paz y a negociaciones constructivas.

¿Qué sentido tiene, entonces, el lenguaje hostil de autoridades oficialistas y la absurda reticencia a liberar presos políticos, respetar los medios y las ONG?

Hasta los presidentes más célebres en las históricas represiones del pasado liberaron presos políticos. Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez dictaron amplias amnistías. Por no mencionar a cultores de la Constitución o dictadores a lo Guzmán Blanco, todos los cuales exhibieron momentos de flexibilidad liberal y tolerancia política.

¿En razón de qué Miraflores no entiende hoy las causas humanas, políticas y hasta el perdón y la clemencia para asegurarse, por lo menos, algún buen recuerdo de su tránsito por el poder?

Américo Martín es abogado y escritor.

Twitter: @AmericoMartin

 4 min


Carlos Raúl Hernández

Un hervidero económico, étnico, político, cultural era Roma, la Nueva York del siglo I. En el fragor y la vitalidad esplendorosa de la urbe, pululaban cientos de credos de todos los rincones del imperio y pequeños grupúsculos fastidiaban a los paseantes con la inminente llegada del mesías, que cada secta simbolizaba distinto. “¡El mesías viene!”. Para el humor de Terry Gilliam, la rama de un árbol, una hoja, apero de labranza o roca, representaban la fe de cada una.

Abrumados como los demás, un puñado de judíos gritaban “¡el mesías vino!” y levantaban una cruz. Era el ambiente de aquella megalópolis de un millón de habitantes que sólo alcanza Londres en 1800. Y una pregunta pertinente: ¿cómo logró la cuadrilla de la cruz en tres siglos devenir timón espiritual del imperio y hasta hoy de Occidente? Bibliotecas de teología, historia, chismes, biografías, viviseccionan la Iglesia, pero no dan relieve a la política.


Weber, Sombart, Spengler, Schumpeter, Pijoan, Kautsky, la estudian desde muchos ángulos esenciales, pero no se plantean la pregunta. “El emperador se hizo cristiano” suele ser respuesta convencional, fenoménica, que no penetra en por qué y cómo pudo llegar a la habitación de Constantino. Relatan hechos, protagonistas, pero no el profundo viraje intelectual y estratégico que hombres de valor se jugaron, a contracorriente de los errores, para lograr aceptación masiva.

Libros y mentes brillantes
La Iglesia Católica, Apostólica, Romana, enraizada en la palabra de Jesús y epicentro de nuestra civilización, es la mayor hazaña política de occidente. El grupo de hombres conducido por uno excepcional Pablo, se arriesga a fondo, toma decisiones valientes y geniales para impedir que el mensaje de Cristo se apagara en el torrente humano. Lo llevó a lejanos rincones y lo encaminó a la cima del mundo. Un teólogo actual anotó que “…los mayores gigantes de la civilización, Jesús, Buda y Sócrates, no escribieron una página”.


Cristo era líder de masas, comunicador de poderosas y seductoras parábolas. Atraía torrentes que arredraban a los romanos y al Sanedrín, pese a predicar paz y amor a la humanidad. Saulo nació en Tarso (hoy Turquía) ciudad culturalmente griega. Fariseo ortodoxo de la diáspora, es doctor en la Torá, de alta jerarquía académica, que aprendió la Ley de Moisés con Gamaliel Ben Simón, de los rabinos más insignes. Como ser discípulo de Karl Popper, Bertrand Russel o Safransky Conocía el latín por ser ciudadano romano. Un hombre global.

Cazador implacable de judeocristianos, judíos que creían en Cristo, erudito, brillante polemista de pequeños grupos, ver a Cristo resurrecto lo transforma, dijo, de ciego en clarividente. Desgarrado, arrepentido de sus crímenes contra El, decide llamarse Pablo, pequeño, se va al desierto y más tarde a Damasco a predicar en las sinagogas a muchos judíos que creían en Jesús. Luego recorre quince mil km. a pie, en barco y mula, como quien dice de Nueva York a Pekín.


El nuevo modo de ser
Activista febril, un “cuadro”, también eminente pensador praxistico, descubrió por qué el “bloqueo” social a su gente, que frenaba la marcha de la fe. Su teoría para la acción trazó el nuevo perfil y moldeó la iglesia en el magma de una apasionada y creadora polémica entre judaizantes y judeocristianos. El mensaje de esas escuelas atraía, pero su manera de actuar rechazaba. Comprende y ataca la razón de ese rechazo.

La imagen de Jesús se universaliza con el Nuevo Testamento, cuyo canon lo decide Ireneo de Lyon en 177 (+ -) a ciento cuarenta y cuatro años de la crucifixión y ciento siete de la muerte de Pablo. Ireneo afirma que escogió los evangelios que se iluminaron entre doscientos que colocó sobre una mesa. De los 27 libros que integran el Nuevo Testamento, catorce son las Cartas de Pablo, y de sus ideas se elaboran tres de los cuatro que resplandecieron por el talento de su autor e inspirador. El cristianismo pasa a ser un corpus, no una trifulca.

Predica en las sinagogas y por eso se resiste a romper con el judaísmo, tronco de la naciente rama y público cautivo al que debía ganar para la fe en Jesús, mientras también daba entrada a los gentiles, la gente común. En Damasco lo busca Bernabé y salen en un largo viaje (39-42 d. C) También Timoteo, su amigo íntimo, a quien Pablo circuncida personalmente para evitar habladurías, viaja con él para enfrentar la rigidez judeocristiana que ahuyentaba a los gentiles En hechos cotidianos comprende un elemento clave que trasformó la historia.


Reto al destino
Observó que en las primeras filas de las sinagogas se sentaban judíos de tradición, y en las del centro, los llamados prosélitos de justicia, hijos de madre no judía. Cerca de la salida, los prosélitos de la puerta, denominados también temerosos de Dios. Estos eran gentiles que compartían los valores, la ley de Moisés. Se sentían atraídos, pero no se convertían por pánico a la dolorosa y peligrosísima circuncisión con piedras afiladas, que a menudo causaba infecciones y muertes.


Con coraje milenario, Pablo plantea la explosiva tesis de que los no circuncisos que cumplían la Ley también eran judíos y abre las puertas con gran perturbación de radicales judaizantes y judeocristianos, sacudidos por decisión tan heterodoxa y divergente. Ante la gravedad del caso, las autoridades religiosas convocan el primer Concilio en Jerusalén (50) y lo conminan a presentarse. Allí Pablo y Bernabé explican: si no se revoluciona la relación con la gente común, seguirían siendo un pequeño grupo cerrado. Pablo no cede.

Santiago el Menor dramáticamente inclina la votación a favor de Pablo. Se relaja la Ley de Moisés y comienza la de Jesús y el cristianismo, aunque solo a fines del siglo II se consuma el deslinde. El politeísmo romano contaba sugerentes leyendas de diosas demasiado humanas. Por supuesto, la apertura paulista no trae nuevas deidades, pero si santas (y santos), el culto a la Virgen, necesarios componentes femeninos, y la Santísima Trinidad. El feroz e innombrable Javhée, ojo aterrador del universo, da paso al Corazón de Jesús, al Cordero que se sometió al horror para salvarnos. El camino conducía a Roma.

@CarlosRaulHer

 4 min


Ismael Pérez Vigil

En días pasados circuló por redes sociales e internet −por donde ahora circula la información pues los “grandes medios” o ya no existen o en ellos no circula información que no le interese al gobierno− una información atribuida a un dirigente político, que no mencionare, sobre unas declaraciones de James Story, quien ostenta el curioso cargo de embajador de los EEUU en Venezuela, en el exilio.

Cuando digo que no mencionaré al dirigente político es porque he intentado, inútilmente, encontrar la fuente original de la información y no lo he logrado; solo dispongo de una fuente “secundaria” que diseminó la información y con base en ella, reconociendo que es una limitación, decido escribir está nota.

Debo admitir que pensé que las declaraciones de Story levantarían un revuelo mayor del que en realidad levantaron, lo cual me decepciona algo, pues trasluce parte de ese ambiente de indiferencia y hartazgo que hay en la oposición. Pero veamos primero las declaraciones. Según la fuente secundaria que he mencionado, debo decir, fuente sesgada, Story se refirió a la estrategia que está siendo evaluada y desarrollada por la oposición de la siguiente manera:

– “Estados Unidos y el Gobierno legítimo” van a crear una nueva plataforma política al interior de Venezuela que se denominará Nueva Alianza para Elecciones Libres (NELA).

– Se trata de “una plataforma conformada por la sociedad civil, sector privado y partidos políticos que trabajarán unidos para luchar contra el régimen”.

– NELA sustituirá a la actual denominación de Frente Amplio, y estará constituida por los partidos agrupados en el G-4, varias ONG de oposición y un sector del empresariado.

La nota, que incluye frases resaltadas en negritas, como la siguiente: “Story será el nuevo manager oficial de la oposición venezolana”, concluye señalando que tras el “anuncio” de Story, habría en Caracas una rueda de prensa para comunicar el plan político diseñado en la reciente reunión celebrada por la oposición en Bogotá.

Además de decir que nos quedamos esperando esa rueda de prensa y los anuncios que, según la sesgada fuente, el embajador Story habría adelantado con sus declaraciones, hay que agregar, que Story en ningún momento se refirió a esta reunión en Bogotá; esa mezcolanza de una estrategia opositora y la reunión en Bogotá, es únicamente una manipulación de la mencionada nota y de algunos críticos, supuestamente opositores, que se hicieron eco de ella.

Como dije, las declaraciones levantaron algún revuelo, sobre todo en algunos sectores opositores para quienes todo cuanto se diga en contra de la oposición “oficial”, el G-4 y en contra de Guaidó es inmediatamente bien recibido y debidamente difundido, comentado y criticado.

Lo primero que hay que decir es que las declaraciones de Story ciertamente ocurrieron. Pero, si se escucha la entrevista original que le hiciera la periodista Gaby Perozo en Perspectivas-VPITV, las mismas no tienen el carácter dramático, escandaloso y sesgado que le atribuye la nota que circuló profusamente y −ahora hay que decirlo− mal intencionadamente.

Story habló de muchas cosas, varias de ellas muy interesantes, pero con relación a los puntos resumidos más arriba, aunque mencionó la palabra “plataforma”, y habló de una nueva alianza para lograr elecciones libres −en la cual entrarían los partidos, la sociedad civil, sectores privados, etc. – en ningún momento la “bautizó” de ninguna manera −mucho menos como NELA− nombre que no se desprende de ningún juego de palabras mencionadas por él, en inglés o en español. Story insistió varias veces en sus conversaciones con Guaidó, la Asamblea Nacional, otras fuerzas democráticas y las conversaciones en la comunidad internacional para buscar una salida a la crisis venezolana, con base en una negociación que lleve a unas elecciones libres y creo que ese fue el resumen de su intervención, sobre la cual −como ya dije abarcó muchos e importantes temas− no pienso elaborar más, dejo esta tarea a los especialistas en esta materia.

Pero, como ciertamente las declaraciones de Story pueden tener varias “lecturas’ −como ahora se dice− o interpretaciones, yo tengo la mía. Creo que sus declaraciones hay que entenderlas en el siguiente contexto:

– Primero, son las declaraciones de un alto funcionario nombrado por un presidente de un gobierno republicano que está ahora bajo una administración demócrata.

– Segundo, creo que Story no ha sido cambiado, porque es evidente que la situación de Venezuela no es una de las prioridades de la política exterior de Biden, que aunque no ha hecho cambios significativos en la política de Washington hacia Venezuela, más bien la ha reafirmado, no ha definido aún una política propia, ni ha avanzado mucho en como la dejó Trump. Por tanto, Story pudiera ser un “pin” suelto o que estaría buscando que lo reafirmen como embajador −algo dudable, pero posible− mostrando que está informado, enterado y en contacto con la oposición venezolana; y

– Tercero, aunque pienso que sus declaraciones son bastante desafortunadas e indiscretas, como ha sido costumbre de muchos embajadores norteamericanos − recordemos a Charles Shapiro−, sin embargo, no dijo nada que no sea cierto

En efecto, la oposición está en el proceso de definición de una nueva política o estrategia para enfrentar al régimen; y eso ha sido comentado y declarado por varios líderes opositores −que omito nombrar para no dejar por fuera a ninguno− por lo tanto, Story no está “descubriendo” nada y si se oye la entrevista que le hizo la periodista ya mencionada, sin sacarla con pinzas del contexto −como hacen: la nota mencionada, un audio que circuló por allí y algunos “críticos” opositores−, sus declaraciones tampoco fueron tan “graves”, ni fuera de lugar lo que dijo. Lo único que se pudiera cuestionar es sí a él le corresponde o no hacer ese tipo de declaraciones o sí esas declaraciones ayudan a orientar o facilitar la discusión o más bien la entorpecen.

Pero, de allí a decir que Story es el “vocero” de la oposición ya es una afirmación mal intencionada, que es justamente la política divisionista del régimen, lo que le interesa al régimen que se piense y diga: “el imperio es el que dicta las políticas de la oposición…”, como lo vociferan algunos “opositores” y los “alacranes” que le hacen el juego al régimen, pues es también su política, dividir y demoler a la oposición.

Pero hay que extraer una crítica válida de lo ocurrido; y es algo que ya he dicho en ocasiones anteriores: En la medida que pasa el tiempo y no hay una posición “oficial” con respecto al tema de la estrategia opositora y la posición frente al tema electoral, la discusión se hace más y más amarga y disolvente, florece el “dibujo libre” y aparecen las iniciativas personales y grupales.

https://ismaelperezvigil.wordpress.com/

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Roberto R. Aramayo

Hace un año algunos pensábamos que una pandemia global podía contribuir a replantearnos las reglas del juego y propiciar nuevos modelos de contrato social. El confinamiento domiciliario nos daba ocasión de revisar nuestras preferencias y reparar en lo primordial. Pudimos redescubrir que la vida es algo sencillamente insustituible, al ser la condición de posibilidad para todo lo demás. Por eso las personas no tienen precio y poseen dignidad, para decirlo en términos kantianos. Ninguna cosa, por valiosa que sea en términos relativos, puede quedar por encima de un integrante del género humano.

Como cualquier otra crisis, la pandemia conocida en 2020 puede ser un vivero de oportunidades y podemos extraer muchas lecciones positivas, aunque nos lleve algún tiempo tomar buena nota de sus enseñanzas, porque las inercias tienden a mantener los viejos esquemas y cuesta renovarlos.

A la hora de hacer inventario, cabría reparar en los desaciertos y las decisiones que fueron manifiestamente mejorables. Pero puede ser mucho más útil y alentador fijarnos en la pizarra donde figuran los corolarios positivos. Falta nos hace, para combatir a los nuevos jinetes del Apocalipsis que van sumándose al cortejo tradicional y que ya campaban a sus anchas antes de Covid-19. Aunque tienen muchos nombres, cabria llamarlos Desigualdad e Insolidaridad, al englobarse ahí las reivindicaciones propias del feminismo, la injusticia intergeneracional o los problemas planteados por el cambio climático.

Tampoco ha mejorado la situación del personal sanitario y eso mismo sucede con los docentes y cuantos trabajan en el ámbito asistencial. El Estado de bienestar sigue aguardando su restauración. Pero con todo hay muchos aspectos positivos. Pues hemos vuelto nuestros ojos hacia la ciencia, la cultura y la educación. Hemos advertido que, sin el acceso a los bienes culturales, peligra nuestra baqueteada salud mental. Necesitamos más que nunca consumir cine, literatura y música para mantener en forma nuestro espíritu. El ayuno cultural nos expone a los mensajes tóxicos de las patrañas y la posverdad, mientras que la filosofía y su espíritu crítico fortalece, junto a la reflexión ética, nuestro sistema inmune cognitivo, capacitándolo para filtrar la desinformación y decantar los datos debidamente contrastados.

Invertir en ciencia nos parece por fin algo que resulta incluso rentable, pues no hay mejor activo para un país, porque los avances científicos pueden mejorar nuestra vida cotidiana y ayudarnos a salir con bien de trances que requieren de su concurso. Los expertos no pueden ofrecer soluciones mágicas e instantáneas, pero por eso mismo son más de fiar. No necesitamos aprendices de brujo, sino gente seria que cuente con los recursos adecuados para llevar a cabo su labor y no se vea desacreditada por los demagogos de turno.

Estas consideraciones valen igualmente para una cuestión tan fundamental como la educación. Las reflexiones éticas deben impregnar el sistema educativo para contar con ciudadanos responsables que convivan pacíficamente sin mirar a nadie por encima del hombro, como hacen quienes padecen algún complejo de inferioridad. La pandemia nos ha recordado que somos frágiles por separado y que nos necesitamos unos a otros, como testimonia muy claramente nuestra infancia y nuestra vejez.

Por fortuna somos interdependientes y, lejos de ser este un punto flaco, quizá sea nuestra mayor fortaleza, como también lo es aprender a convivir con la incertidumbre. Si algo ha realzado la pandemia, es que con el altruismo ganamos todos a medio y largo plazo. Contra lo que sobrevuela sobre nuestro imaginario colectivo, nuestra evolución como especie no se cifra en la ley del más fuerte, como quiere hacernos pensar la mentalidad ultra-neoliberal.

¿Cuál es la clave de nuestro éxito?

Justamente la clave de nuestro éxito evolutivo es el altruismo, como subraya con toda lucidez Emilio Muñoz, compañero del IFS-CSIC, miembro del proyecto BIFISO y colaborador de nuestro Diccionario filosófico Covid-19. Esa cooperación que nos hace más fuertes al agruparnos y nos permite afrontar todo tipo de amenazas por descomunales que puedan ser con respecto a nuestro ínfimo tamaño individual. El mirar por los otros al tiempo que uno se ocupa de sí mismo nos hace más humanos y al parecer favorece nuestra conquista de la felicidad personal.

Tender a erradicar la miseria o vacunar a todos los habitantes del planeta cuanto antes no es algo filantrópico ni caritativo. Es lo que nos proporciona mejores resultados en el orden social y sanitario. ¿De que sirve alcanzar cierto bienestar material, si te ves rodeado de una enorme desazón ante la precariedad circundante? ¿Sirve de algo vacunar unas regiones dejando que el virus campe por otras, dando lugar a nuevas mutaciones con tales reservorios? ¿Es apropiado dejar esa compleja logística en manos de la lógica del mercado? ¿No resultaría más eficaz enfocarlo desde una óptica menos cortoplacista?

Nuestro altruismo nos ha hecho sobrevivir como especie y deberíamos preservar un principio que tanto ha hecho por nosotros. Quizá esto demande modificar algunas de nuestras costumbres actuales y destronar esa mentalidad hegemónica que predica lo contrario. Pero merecería la pena tomar nota de todo cuanto esta pandemia ha enfatizado sin dejarnos abducir por unas inercias que nos hacían olvidar cuestiones absolutamente primordiales.

Para robustecer nuestro altruismo necesitamos grandes dosis de cultura y educación. La idolatría de un éxito a cualquier precio, sin reparar en los daños directos o colaterales, debería dar paso a la moral del esfuerzo y al cultivo de un altruismo que nos hace ganar a todos desde siempre. Su solvencia está bien acreditada.

En cualquier caso, según escribió Leibniz en su Meditación sobre la noción común de justicia, el único modo de poder juzgar lo que sea o no justo es adoptar la perspectiva del otro (la place d'autrui). Tal como dice Kant en el parágrafo 40 de su Crítica del discernimiento, conviene “pensar poniéndonos en el lugar de cualquier otro”. Al conjugar el altruismo nos encontramos con los otros junto a nosotros mismos y eso nos hace mucho más fuertes que caminar en solitario sin reparar en los demás, multiplicando así mutuamente nuestras fuerzas y potencialidades. En el juego del altruismo no hay perdedores y todos ganamos. No cabe mejor apuesta.

28 de marzo 2021

The Conversation

https://theconversation.com/con-el-altruismo-ganamos-todos-un-balance-filosofico-de-la-pandemia-157992?utm_medium=email&utm_campaign=Novedades%20del%20da%2029%20marzo%202021%20en%20The%20Conversation%20-%201901618582&utm_content=Novedades%20del%20da%2029%20marzo%202021%20en%20The%20Conversation%20-%201901618582+CID_fcbfb82d1a4bd836df327e78c6072b7b&utm_source=campaign_monitor_es&utm_term=Con%20el%20altruismo%20ganamos%20todos%20un%20balance%20filosfico%20de%20la%20pandemia

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Fernando Mires

Tienden a ser usados como sinónimos pero no son solo dos conceptos distintos sino opuestos: dominación y hegemonía. ¿Cuál es la diferencia? Dominación, la palabra indica, hace referencia a un sujeto que subordina a otro hasta el punto que puede llegar a convertirlo en un objeto. Hegemonía en cambio supone la primacía de un sujeto con respecto al otro, sin buscar convertirlo en un objeto sino en interlocutor. La dominación, por lo mismo, no excluye la violencia. La hegemonía en cambio la excluye radicalmente. Diferencia que, antes que a nadie, debemos a Antonio Gramsci. La hegemonía, para el filósofo italiano, es siempre cultural. Para alcanzarla hay que estar dotado del don de la palabra, del logos de la lógica, de la persuasión que viene de la razón.

1.

Marxista como era, Gramsci intentó separar la política del PC italiano de la impuesta por la Rusia de Stalin. Con razón es considerado como uno de los diseñadores de la democracia social moderna. Incluso intelectuales de la extrema derecha europea buscan convertirlo en uno de sus puntos de referencia, entre ellos Alain de Benoist quien, utilizando el concepto de hegemonía cultural, intenta probar la superioridad de la cultura europea por sobre las culturas emigrantes, algo que nunca habría pasado por la cabeza de Gramsci.

El hecho objetivo es que el marxismo de Gramsci terminó contradiciendo y trascendiendo al marxismo de los comunistas. Así lo captó a fines del siglo pasado uno de los pensadores políticos más interesantes de los EE UU, Joseph Nye Jr., quien sirviéndose de conceptos gramscianos propuso una estrategia internacional al presidente Clinton, la que tuvo excelente acogida. No erraríamos si afirmáramos que la teoría del “poder blando” de Nye (en contraposición al poder “duro” o violento) fue una de las claves del gobierno de Obama y con toda seguridad, lo será también del de Biden. Los Estados Unidos, es la idea gramsciana de Nye en su libro “Soft Power”, no deben ejercer una dominación mundial, pero sí pueden y deben, en compañía de sus aliados, constituir un centro hegemónico mundial.

Si tuviéramos que ilustrar con ejemplos la diferencia entre dominación y hegemonía, podríamos remitirnos a las dos ciudades-estados más importantes del mundo griego, Esparta y Atenas. Quien lea la “Historia de la guerra del Peloponeso” de Tucídedes, podrá comprobar como Esparta llegó a ejercer una fuerte dominación militar sobre Atenas. En contrapartida nunca pudo alcanzar su hegemonía sobre el micro mundo helénico. ¿Quién habla hoy de la filosofía, del pensamiento, del arte de los espartanos? Atenas, en cambio, ha continuado iluminando la historia universal. Platón, Sócrates, Aristóteles y tantos más, siguen siendo pilares hegemónicos del occidente cultural y político.

¿Por qué escribo acerca de este tema? Por un objetivo declarado y preciso: contradecir a todos los que subscriben la tesis de que China está a punto de ejercer su poder hegemónico sobre el planeta, desbancando a los Estados Unidos y a Europa.

2.

China está en condiciones de superar la fuerza económica y comercial, incluso la militar, de las principales naciones occidentales. No obstante está lejos de ejercer hegemonía en otros espacios constitutivos de la realidad. Aun más lejos que esa antigua potencia industrial que fuera la URSS. En efecto, durante determinados momentos, pareció que, gracias a la explotación masiva de la fuerza de trabajo, la URSS llegaría a superar a los Estados Unidos. Cuando en 1957 el Sputnik-2 y la legendaria perrita Laika llegaron a la luna, cientos de opinadores anunciaron que ese día había quedado sellada la superioridad de la URSS sobre Estados Unidos y Europa. Pero fue solo una ilusión.

A diferencia de la China de hoy, la URSS intentaba, además, disputar a occidente su hegemonía política y cultural. Miles de intelectuales occidentales declararon su amor a Stalin. Pero ya sabemos como terminó el experimento. No llevó al fin de la historia pero si reventó a la URSS. Nadie ha dicho que ese será el caso de China, pero es difícil pensar que alguna vez ese inmenso país llegará a convertirse en centro hegemónico mundial, entendiendo por hegemonía, reiteramos, algo muy diferente a la simple dominación. A diferencias de la ex URSS, China no ofrece ninguna utopía y más de alguna distopía. Que es y será una gran potencia económica y militar, sobre todo en el espacio asiático, está fuera de duda. Pero que va a ser un centro hegemónico mundial, es una posibilidad más que difusa.

3.

Mi tesis: hegemonía es un concepto que surge de la suma y síntesis de - aunque parezca paradoja - diversas hegemonías. Quiero decir: ninguna nación está en condiciones de ejercer hegemonía en todos los terrenos (o espacios, o registros, o niveles) Una nación puede ser así hegemónica en la economía y ocupar un lugar subalterno en la cultura. Pongamos un ejemplo deportivo:

Desde que los griegos antiguos inventaron las olimpiadas no ha habido ningún país que haya ocupado el primer lugar en todas las competencias deportivas. El ganador es el que acumula más medallas de oro, plata y bronce. La hegemonía, esta es la idea, es una noción que al igual que en las olimpiadas surge de la competencia entre diversas disciplinas.

Para seguir con los griegos, ellos inventaron el Pentatlón, cuyo objetivo era buscar al atleta ideal o completo, al más cercano a la perfección de los dioses olímpicos. A ese atleta, usando la noción gramsciana, podríamos llamarlo también, “atleta hegemónico”. Ese atleta no era vencedor en todas las disciplinas. Incluso podía no ganar ninguna y al final, por acumulación de puntos, erigirse en vencedor del Pentatlón. ¿Qué nos dice este ejemplo? Muy simple: la hegemonía resulta del equilibrio entre diversos aspectos. Y no solo en las olimpiadas.

En la antigua Grecia, los deportes del Pentatlón eran: carrera a pie, lucha libre, salto largo, lanzamiento de la jabalina y lanzamiento del disco. Interesante. Si revisamos las luchas hegemónicas que tienen lugar en nuestro tiempo, también podemos detectar cinco competencias: la económica, la científica tecnológica, la militar, la cultural y - no por último – la política. La nación, o alianza de naciones que acumule más puntos ganará el Pentatlón y solo así podrá optar a ejercer la hegemonía mundial. Se trata de cinco competencias inter dependientes, o si se prefiere, inter determinadas entre sí.

La ecomomía, es sabido, depende no solo de una más alta tasa de crecimiento, sino de muchos otros factores como la capacidad de ahorro e inversión, la capacidad de consumo, la relación equitativa entre capital variable y constante, las disponibilidades energéticas, el no deterioro del capital ecológico y humano, el desarrollo escolar, habitacional, medicinal, la ocupación de espacios comerciales, el aseguramiento de recursos derivados del saber científico y tecnológico.

El desarrollo científico y tecnológico supone a su vez no solo la generación de objetos automáticos sino también de la inventiva, capacidad que no consiste en perfeccionar objetos inventados en otros países. La inventiva puede tener lugar en espacios cerrados, como concentrar en laboratorios especializados a grupos de sabios alejados del mundo real. No obstante, ha sido probado que la inventiva puede desarrollarse mucho mejor si en una nación prevalecen garantías que faciliten el libre desarrollo del pensamiento en áreas que no son necesariamente técnicas ni científicas.

Lo mismo ocurre en la lucha por la competencia militar, a la que se supone dependiente de la tecnología. Lo que solo en parte es cierto. No podemos olvidar que, aún en tiempos ultra tecnológicos como son los que vivimos, la potencialidad militar puede ser mejor activada en naciones cuyos habitantes están de acuerdo con los valores nacionales, los que en primera línea son de naturaleza cultural y política.

Naciones que logran desarrollar un alto potencial militar y mantienen un frente interno desgarrado por desigualdades sociales, con seres privados de libertad, con descontentos generalizados, con conflictos sociales y raciales, nunca estarán en condiciones de imponer su hegemonía militar sobre otras naciones. La frase de Unamuno “venceréis pero no convenceréis” cobra en ese contexto, plena actualidad. Casi nadie en fin está dispuesto a morir por defender un orden social y político que en el fondo desprecia.

Las competencia también dice relación con la producción de bienes culturales. Por un lado, están los que provienen de la tradición y de la religión, y esos no son intercambiables. Por otro, los que provienen del crecimiento cultural en el mundo de las artes, en el de las letras, en fin, en el ámbito de la reproducción de ideas, incluyendo las de recreación cotidiana. La utilización del tiempo libre, visto así, es fundamental para la constitución física y mental del ser humano. Divertirse, dar salida a la líbido sexual o no, o simplemente entretenerse, son aspectos que forman parte del inventario de cada cultura nacional. Difícil practicarlo en naciones controladas por un aparato ideológico como es el caso de China. Puedo así imaginar a jóvenes chinos cantando y bailando canciones norteamericanas. Pero no puedo imaginar a jóvenes norteamericanos cantando y bailando canciones chinas.

Las culturas son traspasables y hay naciones que definitivamente irradian atractivos culturales sobre otras, aunque estas mantengan un índice de crecimiento económico y tecnológico asombroso. Los jóvenes de Hong Kong, es un ejemplo actual, no luchan para obtener mejores celulares, sino por la conservación de sus libertades básicas.

La libertad cultural se encuentra a su vez unida a la libertad política. En ese sentido, la política solo puede ser institucional. De nada sirve que una nación avale la declaración de los derechos humanos si carece de instituciones que los resguarden. Menos sirve si acepta en el papel la libertad de opinión, pero sin instituciones donde las opiniones puedan cruzarse entre sí, sea la prensa, sea un parlamento libremente elegido de acuerdo a intereses y doctrinas divididas en partes llamadas partidos. La política es, se quiera o no, no solo el espacio de la lucha por el poder. Es también la actividad mediante la cual la sociedad se piensa a sí misma, el lugar donde los ciudadanos debaten sus diferencias y antagonismos entre sí.

Desde el punto de vista económico, China puede ser campeón olímpico. Desde el punto de vista político, no. Políticamente hablando, es una nación paralítica.

La contradicción de nuestro tiempo, como ya advirtiera Joe Biden, es la que se da entre democracias y autocracias. En sentido más estricto, entre democracias políticas y gobiernos antipolíticos. Al llegar a este punto debemos tomar en cuenta que no pocas autocracias han llegado al poder por vías democráticas y que durante determinados periodos han contado incluso con un fuerte apoyo popular, es decir, han representado, aunque sea solo emocionalmente, a sus pueblos. Es el caso de la Rusia de Putin con un pie situado en el oriente histórico y con el otro en el occidente político. China en cambio nunca ha conocido la vida política y mucho menos a la democracia política. Es un gran imperio económico, tecnológico y militar. Pertenece, si así se quiere, a “otra historia”, hecho que subraya Henry Kissinger en su magnífico libro “China” (2008)

En el Pentatlón de la lucha por la hegemonía mundial, China no podrá ser el campeón hegemónico. A menos, claro está, que este mundo deje de ser un mundo político.

1 de abril 2021

Polis

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Laureano Márquez

Venezuela marcha, sin duda, como Europa luego de las invasiones bárbaras, hacia una nueva forma política: el feudalismo malandro. Se van perfilando los pequeños reinos que constituye el delito, no solo en el sur del país donde la guerrilla y los narcos ya cuentan con vastos dominios, sino también en la propia capital. Se dice que la caída de Roma no fue una ruptura traumática sino más bien una transformación gradual, hasta que poco a poco los ciudadanos fueron cayendo en cuenta de que el Imperio ya había desaparecido. La destitución del último emperador de Occidente fue una especie de formalidad, algo así como que los bárbaros dijeron: «Ese Rómulo Augústulo ¿qué dice? Mira, chamo, si nos fuéranos dao de cuenta que tú estabas aquí, te fuéranos quebrao antes, así que pírate de una». Claro, todo esto dicho en perfecto latín.

Esta transición feudal que vivimos de una forma política malandra a otra, donde ya el poder no se concentra en uno sino en muchos, va creando sus propias reglas.

Los señores feudales organizan su propio ejército y muy bien armado. Crean su propia corte malandra y si le brindan algún apoyo a un poder central —que termina siendo más simbólico que real— es bajo la vieja fórmula: «Nos, que valemos tanto como vos, y juntos más que vos, os hacemos señor entre iguales». Iremos viendo, poco a poco, complejas formas de vasallaje entre bandas armadas y quien quita que con su propio ceremonial. Alianzas estratégicas entre ellas para mantener su fuerza y ocasionales vínculos con el poder central al que se reconoce formalmente, siempre y cuando este respete el poder del pran sobre su feudo. De hecho, el control hamponil sobre sus señoríos es total, tómese debida nota de que allí no entran esos ejércitos a los que no les falta valor para arremeter en contra de estudiantes desarmados, pero a los que, ni por asomo, se les ocurre plantar cara a otros ejércitos, tan poderosos e inescrupulosos como ellos o incluso más.

Así como el señor feudal tenía derechos sobre todo lo que estaba bajo su dominio, el señor malandro controlará su zona, obtendrá los beneficios de los que en ella trabajen, que terminan convertidos en siervos en una relación de vasallaje. De hecho, podríamos decir que el pranato, que es el territorio bajo el dominio del pran, equivale a lo que en la Edad Media fueron los ducados, condados o marquesados.

El pran tiene derecho a administrar “justicia” en su feudo, a cobrar impuestos de atraco, a secuestrar siervos, a disponer de sus vidas, a imponer las leyes que él considere convenientes y a conquistar otros territorios con su ejército montado en caballos de hierro.

Esta forma política, como sucedió con el feudalismo medieval, irá generando sus propias manifestaciones en el arte y la cultura. Quizá no veamos castillos, pero sí, seguramente, mansiones amuralladas en la Cota 905 de estilo «estrangótico». Una nueva literatura también, tal vez «el rap del mío Coqui», donde se relaten sus hazañas, cantadas por los robadores, perdón quise decir los trovadores. En la pintura predominarán los frescos, de grafiti, claro.

Con el colapso del sistema eléctrico, sí que se podrá catalogar con propiedad a este período de oscurantismo. Puede que algún día nuestra historiografía contemple una edad denominada «la larga noche del chavismo». Pero como toda aberración histórica, terminará siendo solo un mal recuerdo. Así que, en estos tiempos, lo que hay que hacer es prepararse para el renacimiento y evitar en lo posible que el señor pran te baje de la mula.

Twitter: @laureanomar

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