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Opinión

Ricardo Hausmann

Los países pobres son baratos. En 2019, con un dólar se podía comprar más del doble en Argentina, Marruecos, Sudáfrica y Tailandia que en Estados Unidos; más de tres veces más en Vietnam, India y Ucrania, y más de cuatro veces más en Afganistán, Uzbekistán y Egipto. Si un país es barato, debería ser más competitivo y, así, poder alcanzar a las economías más ricas. En realidad, muchos países baratos están cada vez más rezagados.

A simple vista, el hecho de que los países pobres sean baratos es contra-intuitivo. Si los países pobres son mucho menos productivos, ¿las cosas allí no deberían costar más, ya que fabricarlas requiere más tiempo y esfuerzo?

Éste sería el caso si los salarios fueran los mismos en todos los países. Pero son mucho más bajos en los países pobres que en los ricos. Según la OCDE, los salarios anuales promedio en 2019 eran superiores a 60.000 dólares en Suiza y Estados Unidos; a 50.000 dólares en Australia, Dinamarca, Holanda y Alemania; a 40.000 dólares en Francia y Suecia; a 30.000 dólares en España, Corea del Sur, Italia y Polonia. Eran inferiores a 20.000 dólares en Grecia y Hungría, y a 10.000 dólares en México.

Esos diferenciales sugieren que existe un universo alternativo posible en el que los países altamente productivos paguen salarios más altos y los países poco productivos paguen salarios más bajos, de manera que todos los bienes y servicios cuesten lo mismo en todas partes. Tiene sentido, pero ése no es el mundo en el que vivimos: con un dólar se puede comprar más en un país pobre que en uno rico.

La explicación económica habitual para esto es que, si bien los países pobres pueden ser poco productivos en general, son particularmente improductivos a la hora de fabricar cosas que se comercian internacionalmente en relación con las que no. Ahora bien, ¿cómo puede explicar esto que los países pobres sean baratos?

Los precios de los bienes comercializables internacionalmente, como el café y los teléfonos celulares, tienden a ser similares en todos los países. Si el precio local es demasiado alto, el producto se puede importar. Y si el precio local es bajo, la gente puede ganar más dinero exportando el producto que vendiéndolo en el país.

Por el contrario, los llamados bienes no comercializables que sólo se pueden vender localmente, como los capuccinos, los servicios de telefonía móvil y los cortes de cabello, pueden tener precios muy diferentes en diferentes países. Esos bienes y servicios tienden a ser más baratos en los países más pobres, porque estas economías son relativamente menos improductivas en esos productos comparado con los productos comercializables.

Esto plantea el interrogante de por qué los países pobres son especialmente improductivos cuando se trata de producir cosas que se comercializan internacionalmente. La respuesta más persuasiva es que la productividad depende de la adopción y adaptación de tecnología, lo que requiere descubrir cómo hacerlo. Y el costo de esto sólo se puede recuperar durante un período de beneficios extraordinarios.

En el sector no comercializable, un pionero en la adopción de una nueva tecnología tendrá un monopolio hasta que surjan imitadores exitosos, lo que le da al pionero la posibilidad de fijar los precios para recuperar el costo de la innovación. Por el contrario, un pionero en un producto que se comercializa internacionalmente tendrá que competir desde el principio con empresas extranjeras que ya fabrican productos similares. Sin un período de algo de poder monopólico, es imposible recuperar los costos de innovación.

La tecnología es conocimiento que se puede utilizar para hacer cosas como producir alimentos, brindar entretenimiento o administrar justicia. Y cobra tres formas: conocimiento incorporado en herramientas; conocimiento codificado en fórmulas, algoritmos, recetas y manuales de procedimientos; y conocimiento tácito, o know-how, en los cerebros de equipos de seres humanos con capacidades complementarias, como los cirujanos y los anestesistas.

En principio, copiar conocimiento codificado no tiene costo y, a falta de derechos de propiedad, puede desplazarse por el mundo tan rápido como un email. De manera que ésta no debería ser la razón por la cual los países pobres no crecen aceleradamente.

Las herramientas, en cambio, suelen producirse en los países ricos, que incorporan el conocimiento en ellas, y representan más del 40% del comercio mundial de bienes. Como los países pobres son baratos, las máquinas importadas se ven como si fuesen mucho más caras: la misma máquina parece costar cuatro veces más a una empresa egipcia que a una suiza.

Asimismo, el know-how es esencial para implementar cualquier tecnología y la carencia de know-how implica que los costos de las máquinas, los materiales y la mano de obra fácilmente pueden desperdiciarse. Desafortunadamente, el know-how se traslada con enorme dificultad de un cerebro a otro. Es mucho más sencillo trasladar los cerebros directamente.

Desplazar cerebros es un poderoso mecanismo de difusión tecnológica, como ilustra la evidencia de la migración, las diásporas y hasta los viajes de negocios. Basta con mirar la creciente importancia de los llamados servicios de negocios intensivos en conocimiento (KIBS), ofrecidos por firmas como McKinsey & Company, Accenture, Halliburton o Schlumberger. Pero, nuevamente, cuanto más barato el país, más caros parecen estos servicios.

De modo que el hecho de que los países pobres sean baratos les dificulta la adquisición de la tecnología que necesitan para progresar. Como resultado de ello, siguen siendo pobres.

Ahora bien, quizás haya una manera de convertir el hecho de ser barato en una ventaja. Si los países pobres pudieran desarrollar las capacidades para exportar KIBS, sus empresas podrían ser globalmente competitivas a la vez que podrían ofrecerles a sus empleados un estándar de vida más alto, como lo han hecho compañías indias como Wipro y TCS.

Ser barato no es una panacea para los países más pobres. Todo lo contrario: puede trabar la puerta a la prosperidad haciendo que la tecnología, ya sea herramientas o know-how, resulte relativamente más costosa. Pero el ser barato puede dejar abiertas un par de ventanas en el tercer piso a través de las cuales los países más pobres podrían encontrar la manera de escalar.

1 de febrero 2021

Project Syndicate

https://www.project-syndicate.org/commentary/poor-countries-technology-p...

 5 min


Ramón Guillermo Aveledo

Si no tienes dónde reclamar ni nadie en quien confiar para obtener la justicia que mereces. Si el bolívar que ganas con tu trabajo se evapora en tu bolsillo. Si a policía te da tanto miedo o más que los hampones. Si cualquiera de esos casos es el tuyo, estimado lector, como el de la mayoría de los venezolanos, lo que pasa es que nos falta lo más elemental de una institucionalidad pública. De eso se tratan la democracia y el Estado de Derecho.

¿Sabes que la Defensoría del Pueblo existe para promover, defender y vigilar tus derechos y garantías? Lo dice el artículo 280 constitucional. Ahí deberías poder reclamar las amenazas contra los derechos humanos, “el correcto funcionamiento de los servicios públicos”, como agua, luz, telefonía, salud y una larga y detallada lista de acciones en tu protección. ¿Puedes creerlo?

¿Sabes que hacer justicia compete a los tribunales? Veinte artículos constitucionales a partir del 253 hablan de eso. De la independencia e imparcialidad de los jueces, quienes ingresan a la carrera judicial por concursos que aseguren su idoneidad y excelencia. Los jueces son personalmente responsables por error, retardo u omisión injustificados, por incumplir sustancialmente las normas del debido proceso, así como por la denegación de justicia, parcialidad y demás delitos de cohecho y prevaricación en el desempeño de sus funciones. ¿Qué te parece?

¿Sabes que “el objetivo fundamental del Banco Central de Venezuela es lograr la estabilidad de precios y preservar el valor interno y externo d la unidad monetaria? Es lo que reza el artículo 318 de la Constitución.

¿Tiene eso que ver con tu vida? ¿Se habrán enterado de que en Venezuela no existe precio estable y que cuando preguntas cuánto es te responden en dólares o euros, pesos colombianos en el Zulia, los Andes o los Llanos occidentales o reais brasileños en el costado suroriental de la patria?

Si esos organismos públicos fueran, como deben ser, instituciones a tu servicio, otro gallo cantaría. No es que no habría problemas, siempre los habrá, pero éstos tendrían solución, podrían corregirse las fallas oportunamente y habría castigo para los infractores, independientemente de su poder, influencia o riqueza. Porque la igualdad ante la ley propia de las repúblicas, como decimos que es la nuestra, es el resultado de un esfuerzo personal y colectivo constante, apoyado por instituciones que no son perfectas, pero cuya vocación es servir, cumplir con aquella función para la que fueron creadas.

Lo que decimos de la defensa de los derechos humanos, la justicia y la inflación y la moneda, podríamos decirlo de muchos otros aspectos, casi todos, de la vida nacional. De tu vida.

Ese cambio de fondo, verdaderamente radical, nos hace falta. En una sociedad moderna que quiere vivir y progresar en paz, sin instituciones no hay vida.

06-02-21

El Impulso

https://www.elimpulso.com/2021/02/06/opinion-asi-no-hay-vida-6feb/

 2 min


Humberto García Larralde

A la memoria de Héctor Silva Michelena, amigo, humanista y economista crítico,

comprometido con el triunfo último de la libertad y de la razón.

La posibilidad de una negociación para acordar una salida electoral confiable a la actual tragedia parece asomarse tímidamente. Hacerla realidad obliga a conocer a qué responde la contraparte con la que se pretende negociar, en este caso, la representación del régimen. Con esto en mente y en el ánimo de impedir que las fuerzas democráticas sean burladas --una vez más— por quienes ocupan el poder, es útil un somero enfoque de economía política para entender mejor lo está en juego.

Instituciones, para qué

El quehacer económico responde a los incentivos del marco institucional en que se desenvuelve. Las instituciones son las reglas que acotan el comportamiento económico, político y social de una sociedad. Pueden ser formales --leyes y normas escritas—o informales: hábitos, valores y códigos que guían la vida en colectividades. La economía política busca entender los intereses en juego de una sociedad, las razones a que responden y las instituciones con las que están asociadas.

En Venezuela, las instituciones de la democracia representativa, en particular, el Estado de Derecho, como de la economía de mercado, fueron desmanteladas por la llamada “Revolución Bolivariana”. ¿Por qué? Pueden señalarse las ambiciones de poder de Chávez, empeñado en abatir todo obstáculo a la centralización de decisiones en sus manos por creerse el auténtico heredero del Libertador y, por ende, el nuevo “salvador de la Patria”, y/o los pruritos socialistas de sus conmilitones de extrema izquierda. Sea como fuere, llevó a que se eliminase la transparencia, la rendición de cuentas y toda actividad de supervisión y control externo por parte de los órganos de representación social sobre el uso de los bienes y dineros públicos. Asimismo, ahogó al mercado como mecanismo autónomo para asignar recursos y determinar la remuneración de los agentes productivos, con su sistema de precios que empalma las presiones de demanda con las posibilidades de oferta. Por ende, la asignación, distribución y usufructo de los recursos económicos pasó a determinarse por criterios ajenos a la racionalidad económica y a la preservación del patrimonio público nacional. ¿Qué implicaciones tuvo, qué surgió de eso?

Puede que al comienzo Chávez realmente creyese que, pasando por encima de las instituciones, redimía a un pueblo oprimido, y sus partidarios izquierdosos que el sistema socialismo fuese superior. No importa. El hecho cierto es que la ausencia de controles sobre la gestión pública y su sometimiento a la voluntad personal de un caudillo condujo a un proceso para el disfrute económico cada vez más discrecional y arbitrario. Al imponer una serie de leyes punitivas, con regulaciones y controles de precio que desafiaban las fuerzas de mercado, surgieron fuertes incentivos para lucrarse arbitrando entre precios y extorsionando a comerciantes y empresarios. Cabe recordar, además, que la captación de formidables rentas por la venta de crudo en los mercados internacionales había proveído a gobiernos anteriores de un margen amplio para el gasto discrecional.

Ello dio lugar a prácticas populistas y clientelares, que Chávez llevó a extremos. Incentivos perversos como estos se alimentan de la vulneración del Estado de Derecho, sea por la no aplicación de leyes o por su desvirtuación por parte de policías y jueces abyectos. Dio lugar a intereses consustanciados con una situación de anomia, de ausencia de normas y resguardos, en la que reina el arbitrio de los que tienen poder. Como tal, la conflictividad actual y la tragedia de los venezolanos no obedece a proyecto ideológico alguno, ni debe ubicarse en el plano de una disputa entre izquierda y derecha. Sobre esto invito a leer mi último libro[1].

Corrupción militar como eje

El eje del régimen es el componente militar, por monopolizar los medios de violencia. Su incursión inicial en irregularidades fue con el “Plan Bolívar 2000”, luego aparecieron las corruptelas del Central Azucarero Ezequiel Zamora (CAEZ), con asesoría cubana, y, progresivamente, una sucesión de escándalos relacionados con dinero para obras públicas, procuras, importaciones y, sobre todo, para la adquisición de dólares preferenciales. Aún más notorio fue su participación activa en el narcotráfico, recogida como “cartel de los soles”. Estas irregularidades fueron generando un entramado cada vez más denso de complicidades, que torcían a su favor la toma o instrumentación de medidas. Chávez no enfrentó la corrupción militar. Utilizó su conocimiento de ella como Espada de Damocles para asegurar la lealtad de los oficiales involucrados. Para ello armó un sistema judicial sumiso que castigara a los rebeldes o echase un manto protector (impunidad) sobre los que le eran fieles. Los criterios de justicia y de legitimidad de muchas acciones pasaron a ser determinadas, no por su apego al ordenamiento legal y/o al interés de la nación, sino por su funcionalidad para con el ejercicio de poder de Chávez. Maduro llevó esto todavía más allá. Elevó a altos cargos públicos a militares señalados de narcotráfico y violación de derechos humanos, y edificó una institucionalidad paralela –asamblea constituyente y TSJ secuaz— que anuló la supervisión y el control sobre su gestión por la representación popular en la Asamblea Nacional. Terminó por corromper a altos oficiales, colocándolos al frente de ministerios e institutos del área económica, empresas públicas, inversiones, servicios y permitiendo las trapisondas ejecutadas en la custodia de fronteras, puertos, aeropuertos y alcabalas, como de la extorsión en general.

Ello destruyó a la FAN como institución, suplantando la disciplina, obediencia y respeto por la jerarquía, como la unidad de mando, por alianzas o componendas entre quienes estaban mejor posicionados para sacarle provecho a las oportunidades de depredación de la riqueza social emanadas de la destrucción de la legalidad. Dio lugar a un régimen de expoliación, comandado por una confederación de mafias que cooperan o rivalizan entre sí, por “cotos de caza” específicos. Estas mafias incluyen funcionarios civiles, así como empresarios inescrupulosos –la llamada “boliburguesía”. La situación de anomia permitió extender sus tentáculos a todos los niveles, incorporando, por ejemplo, a consejos comunales de base y a colectivos chavistas, al reparto de bolsas CLAPS o la exacción de “vacunas” a comerciantes.

Vulnerabilidades

Pueden sacarse las siguientes inferencias de lo anterior: 1) el poder, lejos de ser monolítico, está diluido entre la mencionada confederación mafiosa; 2) las alianzas entre y con esas mafias, son la base real de apoyo al régimen; 3) el mayor desafío de Maduro está en alimentar ese apoyo con oportunidades de lucro y, así, mantener su lealtad y adhesión; 4) ello se fundamenta en actividades que parasitan a la nación, que la han dejado exangüe; 5) el encogimiento resultante del botín agudiza los conflictos internos al régimen, causando reacomodos y desplazamientos; 6) éstos debilitan las bases de apoyo de Maduro.

La situación descrita se complica por la situación de default en que se encuentra Venezuela, como por las sanciones impuestas al régimen, que imposibilitan acudir a los mercados financieros internacionales. Ha obligado a éste a concertar alianzas con bandas criminales internacionales y gobiernos “paria”, con el fin de burlar las sanciones, obtener recursos y financiar desarrollos que reemplacen los “negocios” agotados. Maduro se fue convirtiendo, así, en rehén del ELN, las FARC disidentes y de otras organizaciones criminales para explotar las riquezas minerales de Guayana; de Irán y de Rusia para parapetear la industria petrolera destruida y encontrarle salidas de mercado (con enormes descuentos y aquéllos cobrando su parte); de Turquía, para la compra de oro ilegalmente extraído; y de Cuba, por su asesoría en el funcionamiento del Estado de Terror, tan vital para un régimen fascista como el suyo.

La dilución de la autoridad central y la formación de nudos de poder dispersos se ha visto acompañada de un relajamiento de los controles y regulaciones de la legislación punitiva, otrora “socialista”. La liberación (de hecho) de controles de cambio y de precio ha estimulado iniciativas comerciales en la forma de “bodegones” y mercados virtuales, que transan mercancías importadas en divisas, cobrando precios bastante superiores a los internacionales en muchos rubros. La anuencia del régimen con este despliegue de “capitalismo salvaje” obedece a que representa una veta para lavar dineros mal habidos y, además, da una sensación de prosperidad a sectores de clase media alta y funge de aliviadero para satisfacer las necesidades de quienes perciban divisas. Ello atemperaría su actitud opositora. Mantener los controles era contraproducente, tanto por los estragos causados (escasez, mercados negros), como por su futilidad para la prédica populista. Pero la dolarización desnuda más que nunca la enorme desigualdad en el consumo entre quienes tienen acceso regular a las divisas y quienes deben conformarse con comprar en bolívares y depender de las bolsas CLAP. Además, introduce una dinámica que puja por mayores libertades en distintas actividades. Ello atenta contra las prácticas de expoliación amparadas en los controles, por lo que esta “flexibilización” económica, amén de negar el supuesto socialismo, añade a los conflictos y reacomodos en el seno del chavo-madurismo. La visita de Jorge Rodríguez, a Fedecámaras, ya como presidente de la Asamblea Nacional ilegítima, podría verse dentro de este contexto.

Inferencias para una eventual negociación

Entender los intereses en juego ayuda a precisar qué se puede negociar y con quién. El cómo es potestativo de políticos, bien asesorados, y de las circunstancias que puedan presentarse.

La expoliación de la renta y de la riqueza social ha sido la razón de ser del régimen. Su resiliencia en aferrarse al poder se vale de una burbuja ideológica que ha creado una realidad alterna, ante la cual sus integrantes consiguen la absolución de sus crueldades y cobijo a sus desafueros. La destrucción de la economía, de la industria petrolera y de los medios de sustento de los venezolanos, les rueda. Se desentienden absolutamente del hambre, la inseguridad, el colapso de los servicios y el deterioro de su calidad de vida. Pretender, por tanto, que el bienestar de la población o el “interés de la nación” puedan ser fundamento para incitarlos a negociar su salida, no tiene ningún sentido.

Puede distinguirse, en particular, a un núcleo perverso, sin escrúpulos, en el cual destacan Maduro, Diosdado, los hermanos Rodríguez, Padrino López y los que están al frente de los órganos de terror (Sebin, DGCIM), que aplastan toda objeción ética, humanitaria, legal o moral a sus atropellos, repitiendo clichés e inventando conspiraciones que los obligan a “defenderse”. Son sociópatas, profundamente dañados por esa falsa realidad a que se han entregado: la maldad hecha poder. Algunos tienen encima, además, requisitorias por violación de derechos humanos y tráfico de drogas. De tanto huir hacia adelante, se quedaron sin salida. Se les pasó el tiempo para una posible reinserción. Y ellos lo saben.

Su permanencia depende de su capacidad por renovar continuamente las complicidades que le sirven de sustento. El encogimiento del botín y las sanciones aumentan su vulnerabilidad: hay cada vez menos renta para repartir. En el contexto de poderes anarquizados, compromisos con socios externos (que cobran su parte) y flexibilización creciente de algunos aspectos de la economía. ¿podrán impedir su salida? Depende, por supuesto, de la existencia de una oposición capaz de cobrársela, con el apoyo internacional. Esto último supone un esfuerzo por despejar toda duda acerca de la naturaleza fascista, proto totalitaria, de Maduro y de los militares que lo acompañan, de manera de no caer –una vez más—en las ilusiones de sus cantos de sirena, para ganar tiempo y desmoralizar al país. No concederán nada que apunte al restablecimiento pleno de la democracia, a menos que las circunstancias los obliguen a ello.

Una estrategia inteligente desde la oposición, con apoyo de los gobiernos de EE.UU., la UE, Canadá y algunos latinoamericanos, deberá incidir en aislar a Maduro de los socios de los cuales es rehén. Las sanciones podrían ser la carta decisiva para aprovechar las crecientes vulnerabilidades del régimen y producir su resquebrajamiento interno, siempre que estén acompañadas de la reactivación interna de la protesta. Es menester, por tanto, diseñar una estrategia con estos propósitos, que restablezca la confianza mayoritaria en un liderazgo opositor comprometido con el restablecimiento de la democracia.

[1] Venezuela, una nación devastada. Las nefastas consecuencias del populismo redentor, Ediciones Kalathos

 9 min


Mariza Bafile

Dos eventos de extrema gravedad han sacudido el mundo en estos últimos días, mostrando, una vez más, cuán difícil es el camino hacia la libertad y la democracia.

En Myanmar (antigua Birmania) los militares con un golpe de estado suspendieron el proceso parlamentario durante el cual los congresistas iban a ratificar la reciente victoria electoral del partido LND (Liga Nacional de la Democracia) liderado por la Dama Aung San Suu Kyi. Tras ganar las primeras elecciones libres en 2015 Suu Kyi y el LND iban a comenzar un segundo mandato. Demasiado para los militares quienes, a pesar de sus muchos privilegios, mal toleraban la gran popularidad de la Dama y temían la implementación de leyes que pudieran interferir en sus múltiples negocios, en particular los relacionados con el narcotráfico.

Desde el primer gobierno, a pesar de no poder ocupar el cargo de Presidente por haber tenido hijos en el exterior, Suu Kyi ha sido la líder incuestionable de una nación que se abría poco a poco a una democracia, muy limitada, pero democracia al fin.

De nada le sirvió plegarse a muchas de las pretensiones de los militares quienes mantienen de facto el 25 por ciento de los escaños del Parlamento y tres ministerios clave: Defensa, Asuntos Internos y Asuntos Fronterizos. De nada le sirvió mantener un silencio, lamentablemente criminal, frente al genocidio de la minoría musulmana de los Rohingya, perpetrado por esos mismos militares en colaboración con grupos paramilitares. La delicada situación interna, probablemente la conciencia de la fragilidad de la democracia frente al poder de las Fuerzas Armadas, la llevaron a tomar una decisión sumamente criticada a nivel internacional, que le valió un juicio por genocidio en la Corte Internacional de Justicia y el distanciamiento de esos mismos activistas quienes la habían apoyado por años.

El segundo hecho, mucho más previsible del primero, pero no por eso menos terrible se ha desarrollado en Moscú. El gobierno de Putin ha encarcelado al líder de la oposición Aléxei Navalni, en el mismo momento en el cual desembarcó en el país. Tras un envenenamiento que lo mantuvo, durante semanas, entre la vida y la muerte en un hospital alemán el activista ruso decidió volver a Rusia, a sabiendas que le esperaba una celda. Lo hizo para que no perdieran la esperanza sus seguidores, esos millones de rusos quienes anhelan y sueñan un gobierno democrático sin Putin.

Miles de personas salieron a protestar en su apoyo. Las manifestaciones, brutalmente sofocadas, terminaron con más de cinco mil personas presas. Navalni fue condenado a dos años y medio en una colonia penal y a quedar apartado de la política.

La historia se repite. Cuanto más grande es el miedo a perder el poder, más dura es la represión hacia los opositores. Aléxei Navalni mostró no temerle a Putin a quien acusó de corrupción con pruebas irrefutables gracias a las imágenes que filmó el activista ambiental Dmitri Shevchenko quien logró entrar en la mansión del líder ruso en un área del Mar Negro. Schevchenko fue encarcelado, pero sus grabaciones llegaron a manos de Navalni quien las ensambló en un video de 113 minutos que publicó en YouTube y que alcanzó más de 100millones de visualizaciones.

La rica fastuosidad que rodea a Putin, en contraste estridente con la miseria que golpea a sectores importantes de la sociedad rusa, ha ampliado el descontento de una población que enfrenta una grave crisis económica.

Estos dos episodios tan dolorosos y graves no representan una excepción. Los sufren otras sociedades oprimidas por regímenes autoritarios y dictatoriales. Varias de ellas en América Latina y el Caribe, donde miles de personas luchan y mueren por un anhelo de libertad y democracia.

En el mientras, en los países en los cuales se goza de libertad y democracia, imperfectas quizás, pero reales, hay grupos de odio que juegan a imaginar el regreso a la violencia y la intolerancia. Son personas que, en su gran mayoría, no conocieron ni las guerras ni los campos de concentración, que no pueden imaginar lo que significa vivir bajo un régimen que no tolera crítica alguna.

Hay bienes que damos por descontados y que valoramos solo cuando los perdemos.

En Myanmar los militares realizaron el golpe tras gritar al fraude en unas elecciones en las cuales la victoria de Aung San Suu Kyi fue tan abrumadora que la palabra fraude sonaba ridícula. Se adueñaron del poder con la fuerza.

La democracia de Estados Unidos logró evitarlo y también Europa ha podido, en su mayoría, contener los movimientos más violentos y antidemocráticos.

Sin embargo, no hay que bajar la guardia. Democracia y libertad son bienes mucho más fáciles de perder que de recuperar.

@MBAFILE

Febrero 8 de 2021

ViceVersa

https://www.viceversa-mag.com/la-fragil-y-anhelada-libertad/

 3 min


Eddie A. Ramírez S.

Quienes no militamos en una organización política y tenemos la ventaja adicional de que en unos días estaremos celebrando ocho décadas del Día de la Juventud, no estamos sujetos a cortapisas para expresar lo que para algunos puede no ser “políticamente correcto” o poco palatable. Poner fin a la usurpación de Maduro y su combo es el deseo de todos los demócratas. Se nos dificulta alcanzarlo porque cuentan con un Alto Mando militar, jueces y organismos de represión que no tienen escrúpulos y, en mucho menor grado, porque la oposición no se pone de acuerdo en cómo enfrentarlos. Además, una legión bien intencionada de duros del teclado, unas veces con razón, otras sin ella, alimentan el desánimo con descalificaciones a la dirigencia política por no poner fin a la usurpación.

Ante una situación tan atípica como la que vivimos, la rigidez debe tener sus límites. Los árboles flexibles son los que logran permanecer de pie ante los embates del viento, lo cual no debe confundirse con doblegarse y tampoco con las veletas. Nuestra lista de buenos deseos contempla: renuncia o destitución inmediata de Maduro y todo su tren de malhechores, juicio por violar la Constitución y por corrupción, establecimiento de un gobierno de transición sin participación de chavistas -maduristas, y elección presidencial y parlamentaria en el menor tiempo posible.

¿Es posible materializar estos buenos deseos? Contamos con dos herramientas importantes: 1- Un ochenta y cinco por ciento de los venezolanos estamos en contra del régimen y 2- La mayoría de los países democráticos están conscientes de que en Venezuela hay un gobierno que irrespeta la Constitución al no permitir elecciones transparentes y al violar los derechos humanos.

El punto es que esas herramientas son importantes, pero no logran sacar el tornillo que mantiene en su sitio al régimen. Parte de ese ochenta y cinco por ciento de la población ha hecho bastante. Numerosos compatriotas han perdido la vida, han sido encarcelados, torturados o exiliados. Hoy, los que quedan en el país deben lidiar para conseguir el sustento diario y, lógicamente, muchos tienen temor ante los atropellos de los organismos de represión estatales y paraestatales. Es decir, que no parece que están las condiciones para una gran insurrección popular. Demasiado hacen con protestar a diario por la escasez de bienes y servicios.

La otra herramienta nunca había sido utilizada en otros países. Es inédito, en tiempos de paz, el reconocimiento a un presidente interino como Guaidó, mientras hay otro que tiene el poder, así como el desconocimiento a la Asamblea Nacional usurpadora designada el 6 de diciembre. Sin embargo, esa herramienta tampoco es suficiente. Nuestros amigos insisten en que debe haber una negociación. Es decir, tanto el gobierno, como la oposición deben ceder en algo.

En el 2003, gracias al paro cívico, se logró una excelente negociación, en la cual el gobierno de Chávez tuvo que ceder. Acató, por la presión internacional y también porque en ese momento no tenía confianza en la Fuerza Armada. Ganó tiempo para evitar cumplir. Lamentablemente, la OEA, el Centro Carter, el Grupo de Países Amigos no exigieron el cumplimiento y nuestra oposición protestó, pero no pudo hacer mucho.

Lo primero que hay que dilucidar es si el régimen está dispuesto a ceder en aspectos fundamentales y que no apuesta a ganar tiempo con declaraciones de que quiere negociar. Esta es una labor previa para los mediadores de la negociación. Del lado de la oposición, el presidente interino Guaidó debe discutir el punto con esa nueva plataforma que ha anunciado. La misma estará supuestamente integrada por los partidos realmente opositores, y por representantes de la sociedad civil con peso específico, pertenezcan o no a alguna asociación, sea gremial, de la academia o de derechos humanos. Si la gran mayoría decide que negociar no es una opción, el punto queda descartado. Si decide que es conveniente, debe haber una campaña informativa a la población sobre esa necesidad y grupo que no la acepte quedaría descartado de la unidad.

En caso positivo, es necesario ponerse de acuerdo sobre los intermediarios que puedan facilitar la negociación para que llegue a feliz término. Nosotros quisiéramos que fuese la OEA y el régimen preferiría a cualquiera de su combo de izquierdistas trasnochados. Por ello hay que identificar a quienes sean aceptables por las partes, que podrían ser Noruega, el Reino Unido o la Unión Europea.

Es significativo que Jorge Rodríguez, presidente de una Asamblea que nadie reconoce, pero con poder dentro del régimen, solicitara ser recibido en Fedecámaras, organización empresarial satanizada por los rojos. Sin embargo, los empresarios deben estar conscientes de que esas conversaciones no darán resultado, ya que el problema es político y tiene que resolverse a alto nivel, es decir con participación de Maduro y de Guaidó, acompañados de sus equipos. Negociar no es una opción más, sino la única que se visualiza como realista. A menos que sigamos esperando un hecho fortuito o cisne negro.

Como (había) en botica:

El Gocho de los audios era simpático cuando no decía tantas vulgaridades y no se aventuraba a opinar sobre asuntos que no conoce. Ahora, es evidente que su simpatía por los “alacranes” expulsados de AD lo lleva a hablar sin base.

Al régimen le incomoda la presencia de la sociedad civil en labores humanitarias. Por eso apresaron a cinco miembros de Azul Positivo, organización zuliana que ofrece información y acompañamiento en relación a enfermedades trasmisibles.

Nuestro embajador ante Ottawa, Orlando Viera-Blanco, solicitó a ese gobierno protección para nuestros acosados diputados.

A diez años del fallecimiento de doña Alicia Pietri de Caldera, es justo reconocer su obra como Primera Dama: el Museo de los Niños y Un cariño para mi ciudad fueron dos de sus importantes contribuciones.

Lamentamos el fallecimiento de Arnaldo Salazar, quien fuera presidente de Pdv Marina.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

 4 min


Jesús Elorza G.

En la reunión con las Federaciones Deportivas, se presentó muy molesto el presidente del Comité Olímpico y, con especial jerga, dio paso a todo lo que tenía por dentro:

....Mis “panas burdas”, quiero aprovechar esta oportunidad para que "matemos esa culebra" que se generó cuando me "copiaron" una llamada que le hice a mi "sangre" y se "fueron de lengua" haciéndola publica en las redes.

Arreglándose la "guaya de oro" que colgaba de su cuello, continuo diciendo que, nunca he dividido a mis panas federativos en grupos, no he "rebotado" a ninguno de ustedes. Todos son mis "brothers" Lo que pasa es que, alguien del Comité Ejecutivo me quiere "tumbar" el cargo y se puso a conspirar. Pero, uno de mis "becerros" me echó el cuento completo y procedí a prepararme para enfrentar esa conspiración.

Reconozco que me fui de lengua, y "le di letra" calificándolos como los nuevos "Tetones" porque esos directivos conspiradores son todos unos “Pela Bolas".

"Achantado" en mi oficina, llame al "peluche" que maneja el “billuyo” para que diseñara un plan para hacerle llegar unos "verdes" a los federativos que siempre andan pidiendo "la bendicion". Acomodándose la "fuca" con la que siempre anda "calzado", el tesorero peluche, me respondió que le parecía "vergatario" el plan para comprar los apoyos. Pero, también me dijo, que aquellos que no estuvieran de acuerdo, les caería a plomazo limpio para que aprendan. Antes de "pirarse" el peluche me dijo, eso sí "Papá", debemos buscar al "becerro" que hizo pública esa llamada telefónica y "darle con todos los hierros"...

Al finalizar, su magistral intervención, un silencio absoluto reinó en el salón de reunión, los federativos presentes se miraron las caras y se preguntaban ¿Qué fue lo que dijo?. Nadie aplaudió y todos se retiraron en silencio.

Ya en la calle, lejos de la mirada de las autoridades olímpicas, todos los dirigentes corrieron a buscar en los diccionarios la modalidad lingüística empleada por el presidente del comité. Los mas atrevidos fueron a buscar a jóvenes en el barrio para que le tradujeran la jerga empleada, y lograr ver que dijo el malandro olímpico. Al escuchar la traducción, todos expresaron en voz alta "Presidente, no aclare porque confunde".

 1 min


José Guerra

Desde mediados de los años setenta la economía venezolana comenzó a evidenciar los principales síntomas de lo que posteriormente sería una crisis. Una combinación de factores tales como políticas inconsistentes, controles de precios y de cambio, endeudamiento externo masivo, inflación reprimida y caída de la producción petrolera fueron abonando el camino para que el 18 de febrero de 1983 se produjera el colapso del sistema de tipo de cambio fijo, vigente desde enero de 1963 y con ello llegó a su final la estabilidad monetaria de Venezuela. Los elevados precios del petróleo de 1974 y 1975 y posteriormente los de 1979 y 1980, lejos de ayudar a fortalecer la economía, la debilitaron al potenciar distorsiones previas y exacerbaron el endeudamiento público.

A partir de los años ochenta y salvo excepciones, las políticas económicas y sociales que se aplicaron mostraron discontinuidades y falta de coherencia, todo lo cual generó una caída del ingreso de los venezolanos y el consecuente empobrecimiento de una buena parte de los hogares. La contracción sistemática de la producción petrolera a partir de 1971 fue debilitando la vertiente productiva de esa actividad e hizo que Venezuela perdiese participación en el mercado petróleo internacional. De esta manera, en 1998 Venezuela mostraba signos evidentes de la decadencia de su modelo político y económico, lo que favoreció la llegada de Hugo Chávez al poder en 1999. Durante más de veinte años del chavismo en el poder, lejos de solucionar la crisis heredada la ha profundizado exponencialmente.

Hugo Chávez

La política económica que aplicó Hugo Chávez pasó por diferentes etapas. La concepción primigenia acerca de lo que constituyó su proyecto político está contenido en el documento “La Propuesta de Hugo Chávez para transformar a Venezuela: Una revolución democrática” de 1999, donde se proponía el logro de “Un sistema económico competitivo, que apoyándose en las ventajas comparativas y competitivas de nuestro país, genere productos capaces de satisfacer las necesidades de la población y competir con las mercancías extranjeras…”. Todo ello quedó en palabras lanzadas, la economía se tornó más dependiente del petróleo y menos productiva.

Una vez que resultó ratificado como presidente en el referéndum revocatorio del 15 de agosto de 2004, Hugo Chávez emprendió una nueva etapa, en la cual se asume al socialismo como objetivo fundamental. A partir de allí comienza la estatización de la economía y una deriva todavía más autoritaria. A finales de septiembre de 2007, Chávez lanzó el Primer Plan Socialista de la Nación, conocido como el “Proyecto Nacional Simón Bolívar”, o también denominado Plan de la Patria, mediante el cual se comenzaría hacer realidad el socialismo. Ello resultó en un conjunto de leyes tales como la que regulaban el comercio de bienes, la seguridad alimentaria, la propiedad de la tierra, entre otras, ñas cuales se constituyeron en restricciones y limitaciones al trabajo, la inversión privada y el emprendimiento y adicionalmente contribuyeron a la destrucción de la institucionalidad fiscal y monetaria de Venezuela, al irrespetarse la autonomía del BCV y manejarse el fisco nacional con presupuestos paralelos, sin ningún tipo de control.

Desde 2007 el control estatal sobre la economía se extendió hasta configurarse un cuadro donde el sector público traspasó sus roles tradicionales y necesarios de regulador para transformarse en sujeto del modo de producción socialista. Esto condujo a un redimensionamiento del rol del Estado en la economía y a la acentuación de un esquema de controles múltiples sobre los principales precios de la economía hasta convertirse en un instrumento para asfixiar al sector privado al incidir tanto sobre su rentabilidad como en la provisión de insumo y materias primas. La ampliación del ámbito del Estado en la economía, generó una situación de inviabilidad financiera que estuvo oculta hasta 2012 por los elevados precios del petróleo que permitieron enjugar los déficits de las empresas públicas.

El modelo descrito, el cual tuvo como objetivo ulterior la transición al socialismo, se financió con los elevados precios del petróleo hasta que los ingresos se fueron agotando debido al mal manejo económico y salidas de capital sistemáticas. El aumento del rol del Estado en la economía tenía su contrapartida en un fuerte desequilibrio en las cuentas fiscales, financiado con deuda interna y externa y con posteridad a 2008 con emisión monetaria, permitidas con las sucesivas reformas de la ley del BCV.

Sin embargo, los altos precios del petróleo no fueron suficientes para financiar el gasto en momentos en que el financiamiento externo se encarecía,, situación que amplió el déficit fiscal. Ya con los resultados de las elecciones presidenciales de octubre de 2012, la situación macroeconómica era insostenible, caracterizada ésta por un desequilibrio fiscal no financiable por vías ordinarias, la inflación reprimida y por un elemento nuevo: los signos de una declinación sostenida de la producción petrolera. Ese año el déficit fiscal alcanzó a 12,0% del PIB y las reservas internacionales que en 2008 se situaron en US$ 42.300 millones, en 2012 alcanzaron a US$ 29.800 millones sin contar los atrasos en pagos de la deuda comercial.

Hugo Chávez entre 1999 y 2012 disfrutó de los mayores ingresos petroleros que presidente alguno haya tenido en Venezuela, estos alcanzaron a la astronómica cifra de US$ 780.000 millones, a razón de US$ 55.714 millones anules. Para que se tenga idea de estas magnitudes, US$ 780.000 millones excedió la suma del PIB de Colombia y Perú de 2020. Adicionalmente, en 2005 Chávez creó el Fondo de Desarrollo Nacional (Fonden), una especie presupuesto paralelo, mediante el cual se tomó una parte de las reservas internacionales del BCV más una porción del flujo de ingresos petroleros hasta totalizar cerca de US$ 100.000 millones entre 2005 y 2012, manejados de manera discrecional, sin que el gasto de tales recursos se hiciera sobre la base de la Ley de Presupuesto. De esa apreciable masa de divisas que recibió Venezuela no se ahorró un céntimo y contrariamente, se contrajo más endeudamiento. Ello dista mucho del exitoso manejo de la bonanza petrolera por parte de Noruega, Arabia Saudita, Catar y Kuwait, entre otros países cuyos fondos petroleras acumularon suficientes activos que le permitieron encarar apropiadamente las disminuciones de los precios.

Los resultados económicos y sociales, evaluados sobre la base de la mayor bonanza petrolera y fiscal de la nación, son mediocres. El ingreso por habitante en el lapso 1999-2012 mostró un aumento de apenas 1,0% significativamente inferior al de otros países de América Latina que igualmente se beneficiaron del auge de las materias primas. La tasa de inflación promedio anual nunca logró bajar a un dígito y la misma se mantuvo reprimida artificialmente por los controles de precios y por importaciones baratas mediante un dólar irresponsablemente subsidiado.

Los superávits de la cuenta corriente de la balanza de pagos de esos años no se reflejaron en aumento de las reservas internacionales en manos del BCV por cuanto el régimen de control de cambios vigente desde 2003 propició una monumental fuga de capitales a lo que se agregó la emisión de deuda externa, excesivamente cara que hizo inviable las finanzas públicas y al sector externo. Al asumir Chávez en 1999 la deuda externa se situó en US$ 28.311 millones mientras que en 2012 se ubicó en 107.461 millones.

En materia petrolera, la gestión de Chávez resultó funesta para Venezuela. En 1998 Venezuela produjo 3.288.000 barriles diarios de petróleo en tanto que en 2012 la producción alcanzó a 2.770.000 barriles por día, lo que denota una caída acumulada de 15,7%. Lo peor ocurrió en PDVSA, que de producir 2.428.000 barriles diarios en 1998, al cerrar 2012 la producción de crudos fue de apenas 1.740.000 barriles, es decir una contracción de 40,5%. El modelo chavista basado en el uso de la industria petrolera exclusivamente como fuente de ingresos fiscales sin que se reinvirtiera en la producción de petróleo, demostró ser totalmente inviable.

Lo que se presenta como el logro de Chávez, la reducción de la pobreza, es también cuestionable. Ciertamente la pobreza de ingresos que en 1998 alcanzó a 28,9%, en 2012 se ubicó en 25%. Sin embargo, dado el significativo nivel de ingreso que recibió Venezuela los logros han debido ser mayores en ese aspecto y ello se refleja en el hecho que muchos de los hogares que salieron de la pobreza lo hicieron de forma transitoria, como luego se demostró. La declinación de la pobreza a partir del año 2000 fue una tendencia general en América Latina destacándose disminuciones fundamentales en Chile, Brasil, Perú y Uruguay.

Chávez, en su intento por deshacerse de los grupos económicos tradicionales de Venezuela, estimuló la formación de un conjunto de asociaciones empresariales, llamada la boliburgueía, que parasitaron en torno al negocio petrolero y al gasto público. Su función no era producir sino aprovecharse del Estado mediante negocios cuestionables, principalmente en la distribución de alimentos.

Nicolás Maduro

Durante el régimen presidido por Nicolás Maduro, Venezuela ha vivido una pronunciada caída en términos económicos y sociales. Entre 2013 y 2014, el modelo económico fundamentado en la estatización de la economía comenzó a naufragar. El déficit fiscal asociado a un Estado que no se podía financiar por mecanismos ordinarios teniéndose entonces que recurrir a la emisión de dinero por parte del BCV, una industria petrolera en franco deterioro, un esquema de control de cambio disfuncional que incentivaba la fuga de capitales, finanzas públicas sometidas a presión por el pago de la deuda externa y una inflación reprimida, terminaron expresándose en hiperinflación y contracción de la economía.

Sin que hubiesen disminuido de forma importante los precios del petróleo durante 2013 y 2014 la crisis económica emergió en toda su magnitud. Por tanto, fueron más bien políticas internas destructivas e incoherentes las que llevaron a una caída del nivel de actividad económica y así, luego del crecimiento económico de 2012 de 5,6%, forzado por la vertiginosa expansión del gasto y del dinero en circulación, en un ambiente de fuerte aumento de las importaciones, la economía comenzó a retraerse a lo largo de 2013, en ese año la economía se desaceleró al registrar un incremento del PIB de apenas 1,3%, notablemente menor que el del año anterior en tanto que en 2014 el PIB se contrajo 3,9%.

Conjuntamente con la parálisis de la economía, la inflación que estuvo contenida por los controles y las elevadas importaciones subsidiadas con un dólar barato, se aceleró hasta alcanzar 40,7% en 2013 y 62,2% en 2014, cifras éstas que dejaron bien atrás la tasa de inflación de 20,1% observada en 2012. Ese aumento de la inflación se explica en buena medida por el efecto acumulado de los desórdenes fiscales y monetarios de los años anteriores y la devaluación del bolívar.

Efectivamente, en febrero de 2013, la tasa de cambio oficial se ajustó de Bs/US$ 4,30 hasta Bs/US$ 6,30 y se eliminó el corrompido Sistema Transacciones de Títulos en Moneda Extranjera (Sitme) donde imperó una segunda tasa de cambio oficial a Bs/US$ 5,30. Al mismo tiempo se estableció un mecanismo alternativo para la adquisición de divisas, denominado Sistema Cambiario de Administración de Divisas (Sicad I), que asignaría moneda extranjera mediante un tipo de subastas que resultó tan impráctico que posteriormente tuvo que ser rediseñado.

A comienzos de 2014, el gobierno diseñó un nuevo segmento del mercado cambiario que comenzó a funcionar en marzo de 2014, denominado Sicad II, con un tipo de cambio fijo en el entorno de Bs/US$ 50. El funcionamiento del Sicad II claramente no cumplió los objetivos para los cuales fue delineado. Se conformó de esta manera un sistema cambiario más complejo con dos tasas de cambio oficiales más la de un mercado de cambio paralelo que siguió funcionando debido a las restricciones en el acceso a las divisas oficiales. Ello no hizo sino agravar las distorsiones de la economía y potenciar la corrupción en la administración del control de cambio y las presiones inflacionarias ya agravadas por el pronunciado déficit fiscal financiado con emisión de dinero.

El manejo errático de la economía se tradujo en cambios recurrentes en el tren ministerial desde 2013 y de esta manera Jorge Giordani, Nelson Merentes, el General Rodolfo Marco Torres y Rafael Ramírez entre otros funcionarios fueron rotando en diferentes cargos en materia económica, sin que pudiesen diseñar un plan para encarar una crisis ya indiscutible. Algo similar sucedió en el BCV donde hubo cinco presidentes en cinco años y en PDVSA y el Ministerio de Energía y Petróleo, expuestos estos organismos a permanentes cambios organizaciones en una especie de política de ensayo y error.

Un elemento que conviene mencionar y que afectó severamente el ordenamiento fiscal de Venezuela fue el hecho que una vez que la oposición obtuvo la mayoría calificada en la Asamblea Nacional que se instaló el 5 de enero de 2016, el gobierno optó por no presentar ante el parlamento nacional la Ley de Presupuesto y la respectiva ley de endeudamiento y mucho menos el Marco Plurianual del Presupuesto y el Acuerdo de Políticas tal como lo establece la Constitución. De esta manera, entre los años 2017 y 2020, Venezuela no contó con la autorización legal para recaudar impuestos y ejecutar gasto. Esta situación parce inconcebible pero fue lo que efectivamente sucedió, como parte del proceso de demolición de las instituciones que llevó a cabo Nicolás Maduro. Igualmente, a partir de febrero de 2016 el régimen de Maduro de manera ilegal utilizó el Decreto de Emergencia Económica para imponer un conjunto de normas contrarias a la ley.

Durante 2017 y con particular virulencia en 2018, el alza de precios adquirió una velocidad inusitada, al desatarse la hiperinflación en noviembre de 2017. La aceleración de la tasa de inflación fue el resultado de las mayores necesidades de financiamiento monetario en momentos en que el público procuraba deshacerse de los bolívares debido a la pérdida de su poder adquisitivo. De esta manera, mientras más aumentaba el BCV la emisión monetaria, mayor era la inflación.

Los elementos descritos de déficit fiscal y el importante financiamiento monetario se exacerbaron a durante 2018 y 2019 a lo que se agregó el default de la deuda externa a partir de noviembre de 2017 y la caída en picada de la producción petrolera. Ambos factores se han levantado como una barrera a la consecución de financiamiento externo, una vez que el gobierno vendió una parte sustancial de sus activos en moneda extranjera. La precariedad fiscal y el financiamiento monetario del déficit fiscal entre 2018 y 2020 provocaron una significativa devaluación del bolívar que le imprimió fuerza a la hiperinflación, particularmente en 2018.

En vista de la continua depreciación del bolívar y la pérdida de atributos como moneda, en agosto de 2018, el gobierno implementó una especie de moneda virtual o unidad de cuenta, denominada el petro, cuyo valor se fundamentaría en las reservas petroleras y con una relación fija con el precio del barril de petróleo. El petro sería la referencia para fijar el salario mínimo que se había reducido en ese mes a apenas US$ 15 mensuales.

Lo cierto es que esta nueva unidad monetaria muy pronto desapareció ante el empuje de la inflación y la devaluación del bolívar y los salarios colapsaron hasta el punto que a finales de ese año el salario mínimo se situó en menos de US$ 10 mensuales. Simultáneamente, la economía se fue moviendo a un esquema donde cobró fuerza el dólar, como reflejo se la destrucción de valor de la moneda nacional. Durante 2019 y 2020 la caída de los salarios reales llegó al punto que en este último año el salario mínimo alcanzó a US$ 1 mensuales.

En lo relativo al Producto Interno Bruto, éste acentuó su caída en 2015, la cual se profundizó en los años siguientes. Ello fue el resultado esperado de la contracción de la producción petrolera, la política monetaria que aplicó el BCV en 2017 mediante la cual amentó el encaje bancario hasta 100%, eliminando en los hechos el crédito bancario doméstico y la restricción de financiamiento externo, debido al cierre de los mercados financieros con motivo de la moratoria de la deuda externa en noviembre de 2017 y la declinación de las reservas internacionales. Se estima que entre 2013 y 2020 la economía perdió más 80% del tamaño que tuvo en 2012.

Pocas veces en tempos que no son de conflicto bélico se había visto una caída tan pronunciada de una economía. Ello guarda estrecha relación con el desplome de la producción petrolera, la cual a su vez se explica por la política que se aplicó desde 1999 consistente en extraer recursos fiscales de la industria petrolera sin reinvertir al menos una porción mínima de los ingresos que proporcionaron los elevados precios y además por un manejo excesivamente politizado y corrupto del sector petrolero el cual se vio sometido a los vaivenes del ciclo político. La política de expropiaciones de

2007 y 2008, la imposición de una legislación fiscal adversa a la inversión en la industria petrolera y la pérdida de capital humano dan cuenta de la sostenida declinación de la producción- De esta manera, la declinación de la extracción de petróleo evidente desde 2008, se acentuó a partir de 2013, mucho antes de la aplicación de las sanciones por parte del gobierno de Donald Trump en 2019.

Desde el punto de vista externo, los saldos tradicionalmente favorables del comercio exterior que ha tenido la economía venezolana, a partir de 2013 no se tradujeron en acumulación de reservas internacionales debido a la fuga de capitales asociadas al control de cambio y los pagos de deuda hasta 2017. Contrariamente, las reservas internacionales cayeron pronunciadamente, dejando a Venezuela en una situación de iliquidez internacional.

Las salidas de capital fueron incentivadas por el sistema de control de cambios a partir de 2003, mediante el cual la tasa de cambio preferencial se mantenía fija y se sobrevaluaba debido a la inflación, en tanto que la tasa paralela se depreciaba sostenidamente ampliándose de esta manera la brecha entre ambas tasas, con lo cual se creaban los incentivos para realizar importaciones, muchas de las cuales nunca entraron al país o simplemente se trató de sobrefacturaciones. El otro mecanismo expedito para la fuga de capitales fue la colocación de bonos denominados en dólares pero pagaderos en bolívares. Esto constituyó un verdadero acto de irresponsabilidad donde se colocó masivamente deuda externa con el solo propósito de mantener estable una tasa de cambio que era inviable. El argumento utilizado era que se trataba de drenar liquidez excesiva de la economía, creada por el banco central, y la manera de hacerlo era mediante la venta de dólares, es decir propiciando salidas de capital.

A partir de 2017 el proceso de dolarización de la economía se acentuó como expresión de la falta de confianza en el bolívar. Esta situación ha tenido varios efectos. En primer lugar, ha afectado la recaudación de impuestos debido a que muchas transacciones no se registran, en segundo lugar, ha dificultado la instrumentación de la política monetaria porque la masa de dólares en circulación no puede ser regulada por el BCV y finalmente, la dolarización se ha traducido en un proceso de exclusión social, como no se había visto en Venezuela.

Tal vez el hecho que mejor describe la gestión de Maduro es el aumento de la pobreza. En vista del cuestionamiento de las cifras del INE y el ocultamiento de los indicadores sociales, las universidades Católica Andrés Bello, Simón Bolívar y Central de Venezuela, emprendieron la realización de la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi), cuyos resultados entre 2013 y 2019 registran un incremento exponencial los hogares venezolanos en situación de pobreza, al pasar de 33,1% en a 96% en esos años. Bajo cualquier método utilizado la verdad irrefutable es un incremento de los índices de pobreza.

En medio de una hiperinflación, con la actividad económica hundida, sin reservas internacionales y sin crédito internacional, en ausencia de un equipo económico capacitado, forzado por los hechos, más no por convicción, los que aplicaron el modelo que fracasó, a partir de 2019 intentan dar un viraje en la política económica antes descrita. Sin un enfoque más integral de reformas económicas ello no pareciera ser suficiente para detener la hiperinflación y reactivar la economía.

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