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Opinión

Emiro Rotundo Paúl

La unidad de la oposición venezolana, lo hemos dicho hasta la saciedad, es imprescindible para salir del militarismo chavista que está destrozando al país. Es forzoso seguir insistiendo en este tema aunque la repetición del mismo se haga pesada a quienes están convencidos de ello y consideran que tanta repetición es innecesaria. Pero ocurre que hay personas, que siendo incluso figuras importantes de la lucha opositora, se preguntan cuál unidad se pide y de inmediato y a priori fijan una posición irreductible en el sentido de que si la misma es para participar en las elecciones regionales de este año, ello constituiría un error fatal. La misma posición, suponemos, sustentarán en relación con el referendo revocatorio del mandato presidencial del año que viene, por tratarse de un presidente usurpador al cual se estaría reconociendo si se apela a ese recurso legal que es un derecho del pueblo venezolano y un medio ideal para salir de Maduro en forma pacífica, democrática y constitucional. Esto último y no lo otro, es lo verdaderamente sustancial del asunto.

Pues bien, a quienes asumen la actitud de supeditar la unidad opositora a requisitos previos basados en juicios personales y definitivos, hay que decirles: la unidad opositora es necesaria para lo que sea, para cualquier finalidad racional, ampliamente concertada y mayoritariamente aceptada que promueva el núcleo genuino y unido de la dirigencia opositora venezolana. Para ello es necesario, primero, que los dirigentes políticos de mayor aceptación se unan, dialoguen y concierten, y segundo, que una vez fijada una posición, mediante un debate serio, amplio, democrático y racional, se comprometan sin excepciones a acatarlo y ejecutarlo, sin otras consideraciones o intereses que no sean los de rescatar y restaurar al país.

El asunto de la Unidad Nacional Opositora (UNO) no es tan difícil como se cree. Lo ideal sería que se unieran todos los dirigentes (grandes, medianos y pequeños), los más viejos (en la lucha) y los nuevos que han surgido en los últimos años, incluidos también los que se apartaron del núcleo opositor legítimo representado por la Asamblea Nacional elegida en el 2015 con mayoría opositora para participar en los procesos electorales amañados de los últimos cuatro años (en los que, por cierto, no salieron muy bien parados) Pero, en última instancia, si la unidad total de la oposición es imposible porque la ruptura producida en los últimos años es fatalmente irreversible, bastaría que se unieran los cinco o seis principales dirigentes políticos de la oposición, que todos conocemos, sabemos quiénes son y que no es necesario nombrar, para que la masa opositora, multitudinaria, animosa y valiente se ponga otra vez en movimiento, como lo ha hecho siempre que la dirigencia genuina unida se lo ha requerido.

Ya hemos oído declaraciones al respecto de algunos de estos dirigentes políticos de oposición en el sentido de la unidad. Faltan otros y otras que son igualmente importantes, diríamos imprescindibles en esta empresa. Ojalá que lo hagan pronto porque el tiempo apremia. Repetiremos aquí nuevamente lo que ya hemos dicho otras veces: es la última oportunidad que tienen estos dirigentes de la oposición para ponerse a la altura de sus circunstancias, para aprovechar las ventajas que hoy están presentes y que son favorables a la oposición, para que se pongan al frente de las luchas que se avecinan, sin prejuicios, sin condiciones, sin intereses subalternos, sin manipulaciones de ninguna clase; en fin que actúen con altura de miras, con honestidad, con amor por Venezuela y por el pueblo que sufre. Frente a ellos está la Nación, los países democráticos que nos han acompañado en esta lucha y la Historia, con hache mayúscula.

Febrero 04 de 2021

 2 min


Daniel Eskibel

Parece un capítulo de la distópica serie británica Black Mirror pero es la pura y dura realidad. Más información falsa que información verdadera: así es la realidad que está ya casi instalada en nuestras pantallas. Una realidad anticipada por el Informe Gartner, cuyas predicciones tecnológicas son insumos de referencia de las mayores empresas del mundo.

Si eso es así en general para el consumo de información, pues más complejo aún es el problema de las falsedades tomando por asalto el mundo de la política.

Sobre las mal llamadas “noticias falsas”

En los ámbitos políticos y periodísticos se ha popularizado la expresión “noticias falsas” (o “fake news” en inglés). Más allá de lo extendido de su uso se trata de una expresión portadora de una contradicción flagrante: si son noticias tendrían que ser informaciones acerca de hechos verdaderamente acaecidos. Si los hechos jamás ocurrieron, si la información acerca de ellos se basa en el error o en la mentira, pues entonces no son noticias. Son simplemente falsedades.

Informar es enterar o dar noticia de algo. De algo que realmente ocurrió. Y que ocurrió con unas determinadas características que son las mismas de las cuales se da noticia. En este contexto, hablar de noticias falsas parece más bien una forma de dinamitar la tarea periodística y de destruir la base común indispensable para el debate público. Porque tanto el periodismo como el debate público necesitan de una base mínima de hechos compartidos acerca de la cual informar, opinar y debatir.

Es cierto que los hechos suelen ser complejos y que pueden ser objeto de interpretaciones diversas. Pero esto solo obliga a ser más prudentes, más pacientes y más inteligentes en su abordaje. Lo cual vale tanto para los ciudadanos en general como para los periodistas y los políticos en particular.

Más que de noticias falsas, entonces, lo más adecuado parece ser hablar simplemente de falsedades. Una falsedad es una afirmación contraria a la verdad, ya sea que esté motivada por el error o por la malicia. En este último caso sería una mentira, un concepto más estrecho que el de falsedad ya que refiere solamente a un tipo de falsedades deliberadas cuyo emisor tiene la expresa intención de engañar.

Reformulando de este modo lo señalado en el Informe Gartner, podemos decir que la mayoría de la población está comenzando a consumir más falsedades que informaciones verdaderas.

Este estado de situación coloca en el primer lugar de la agenda periodística y política la necesidad de contar con estrategias para desmentir las noticias falsas. O, mejor dicho, estrategias para combatir las falsedades.

El “sandwich de la verdad”

Tres son las estrategias comunicacionales básicas para combatir las falsedades. A saber:

El silencio

La afirmación de lo verdadero

El sandwich de la verdad

El silencio es efectivo en un solo escenario: cuando la falsedad se difunde exclusivamente en canales de comunicación muy marginales y minoritarios sin lograr saltar hacia zonas de mayor repercusión pública. En ese caso el silencio funciona porque evita la amplificación de lo falso.

La afirmación de lo verdadero, por su parte, es todo un arte y una ciencia que todo comunicador público debe intentar perfeccionar día tras día. Es un procedimiento altamente efectivo contra las falsedades. Pero esa efectivad depende enteramente de su correcta realización. En ese sentido las pautas principales son las siguientes:

Desmiente lo falso nombrando el concepto opuesto, reafirmando la otra cara de la moneda.

Explica la verdad con frases afirmativas.

Evita repetir la falsedad. Recuerda que el poder de lo falso deriva de su presencia en el desmentido, lo cual lo amplifica y lo hace llegar a sectores sociales a los cuales no habría llegado de otro modo.

Evita las negaciones. El cerebro humano le presta muy poca atención a la palabra “no”. Muchas veces la negación se vuelve prácticamente invisible e inaudible para el destinatario de la comunicación. Y en ocasiones es aún peor porque al no escucharse la negación lo único que queda en pie en el recuerdo es la propia falsedad.

Finalmente, el “sandwich de la verdad” es lo que propone George Lakoff para combatir las falsedades. Es el procedimiento a elegir cuando no hay más remedio que incluir la falsedad en el desmentido. Y consiste básicamente en 3 pasos que serían las 3 capas del sandwich:

Comienza siempre por la verdad acerca del hecho de que se trate. Este primer marco mental ya brinda una ventaja desde el punto de partida.

Recién después incluye la falsedad que quieres desmentir.

Vuelve otra vez a reiterar la verdad para insistir con el mismo marco mental. Y explica las diferentes consecuencias de aquella falsedad y de esta verdad.

Las mal llamadas “noticias falsas” están por todas partes. Influyen sobre la realidad porque afectan las creencias y los comportamientos de sectores de la población cada vez más amplios. Pero pueden ser activamente combatidas.

Maquiavelo&Freud

info@maquiaveloyfreud.com

PO Box 55032

San Carlos Maldonado 20400

URUGUAY

 4 min


Francisco López-Muñoz, José Antonio Guerra Guirao

El pasado 24 de enero el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunciaba en la televisión venezolana un nuevo remedio patrio contra la covid-19: “Medicina totalmente inocua… No tiene ningún tipo de efectos secundarios… Ha demostrado una efectividad tremenda”. Un día después, en su cuenta de Twitter, denominaba a este producto como “las gotitas milagrosas de José Gregorio Hernández” y anunciaba que Venezuela estaba en disposición de producirlas de forma masiva. A pesar de rectificar y aclarar que dicho remedio es “complementario” a otros tratamientos, estas afirmaciones constituyen un ejemplo claro de desinformación sanitaria y propaganda política.

Estas “goticas milagrosas” hacen referencia al Carvativir, un medicamento derivado del tomillo y del orégano, cuyo principio activo es el carvacrol o cimofenol (2-metil-5-(1-metiletil)-fenol). La propia Academia Nacional de Medicina del Venezuela, la institución académica más relevante en materia de salud del país, reconoció inmediatamente en una nota preliminar sobre el Carvativir, tras la declaración pública del presidente Maduro, que este medicamento “no tiene nada de novedad, pues tanto los extractos como los productos puros del tomillo tienen ya una larga tradición como nutricéuticos y agentes terapéuticos desde tiempos ancestrales”.

Ya el pasado 18 de marzo de 2020, al comienzo de la pandemia, el Colegio de Médicos de Madrid, a través de su Observatorio Digital, informaba sobre falsas noticias acerca de agentes terapéuticos contra el SARS-CoV-2. Entre ellas, alertaba sobre ciertas informaciones falsas relacionadas con los aceites esenciales de orégano o de tomillo, que se postulaban como un tratamiento sencillo, capaz de eliminar la envoltura lipídica del virus “para que luego sea más fácil de combatir por nuestro sistema inmunitario”. Hacía mención al timol y al carvacrol, e indicaba “que por sí solas no tienen capacidad de destruir la cubierta lipídica del virus”.

¿Qué es el Carvativir?

Según la ficha técnica de este producto desarrollado en Venezuela, el Carvativir es un medicamento en forma de solución oral (para administración en gotas), y cada mililitro contiene 6 mg de carvacrol (isotimol recombinado lipofílico). La Agencia Norteamericana de Medicamentos y Alimentos (FDA) lo considera “seguro e inocuo para consumo en humanos”. Su ficha técnica también indica que ha sido clasificado en la categoría IV de toxicidad (“no tóxico”) por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA).

Las plantas que presentan carvacrol en su composición, como el tomillo y el orégano, están clasificadas como plantas medicinales expectorantes, aunque también se les han atribuido otros efectos farmacológicos de interés, gracias a la presencia de estos principios activos, como ciertas acciones antiespasmódica y antimicrobiana / antiséptica. De hecho, durante el siglo XIX y primer tercio del siglo XX, cuando aún no se habían descubierto los antibióticos, el tomillo era considerado como un eficaz desinfectante. En la actualidad, está comprobado que sus componentes fenólicos, timol y carvacrol, poseen actividad antibacteriana frente a algunos gérmenes grampositivos y gramnegativos.

Por otro lado, también se ha demostrado que el carvacrol presenta, en estudios in vitro, una cierta actividad antifúngica, antiinflamatoria, antitumoral, mutagénica, antioxidante, antidepresiva, y efectos moduladores de los impulsos nerviosos y del sistema inmunológico.

¿Qué justifica la eficacia del carvacrol contra la covid-19?

Algunos estudios de modelado molecular y ensayos de citotoxicidad y de neutralización por reducción de placa (PRNT) han puesto de manifiesto que el carvacrol y otros principios procedentes de plantas son capaces de unirse a la proteasa principal del virus SARS-CoV-2, proteína Mpro. Este hecho hace pensar a los investigadores que estos principios activos podrían servir como potenciales inhibidores del proceso de regulación de esta proteína y, así, controlar la replicación viral.

Otros estudios de acoplamiento molecular también inciden en este punto, al demostrar que el carvacrol y otros aceites esenciales poseen afinidad por la unión a la proteína de pico SARC-CoV-2, la proteasa principal Mpro, la ARN polimerasa dependiente de ARN y las proteínas ACE-2 humanas.

¿Existe evidencia clínica de la eficacia del Carvativir en la covid-19?

La ficha técnica del Carvativir indica, literalmente, que “es un inhibidor de la proteasa principal del agente SARS-CoV-2 (Mpro), y está indicado para el tratamiento de la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19) en adultos y adolescentes asintomáticos o con neumonía que requieren oxígeno suplementario”.

Sin embargo, no existe ni un solo artículo publicado en las revistas indexadas en las habituales bases de datos científicas que aporten datos sobre la eficacia de este producto en la covid-19.

Para encontrar datos clínicos sobre el Carvativir en la covid-19 hay que ir a Amazon, donde aparece publicitado un texto editado por Labfarven, en el que se indica que se aportan datos de la actividad antiviral e inmunomoduladora de isotimol recombinado en pacientes covid-19 asintomáticos y sintomáticos, procedentes de ensayos clínicos en fase I, II y III, pero sin tener acceso a los mismos de forma abierta.

Otra de las escasas evidencias científicas, se encuentra en una publicación de los mismos autores, editada por Droguería J&R, en la que también se muestran datos de ensayos de fase I y II, y que parecen ser resultados parciales de la publicación anterior.

El estudio aporta datos de una escasa muestra de 100 pacientes (50 con oxígeno suplementario, 10 con ventilación mecánica y 40 asintomáticos), a los que se administró de 7 a 14 días una dosis 6 de mg/ml cada 4 horas de carvacrol. Los resultados del estudio, según los autores, indican el aparente efecto beneficioso del isotimol en los pacientes que recibieron oxígeno suplementario y en los que requirieron ventilación mecánica.

En el grupo que necesitaba suplementación de oxígeno, el 92 % de los pacientes fueron dados de alta en aire ambiente, y 9 de los 10 pacientes de la cohorte de ventilación mecánica fueron extubados con éxito. En cualquier caso, las características metodológicas del estudio (carácter prospectivo y no controlado, escasez de la muestra, administración concomitante de otros fármacos, como corticoides o hidroxicloroquina, etc.) imposibilitan su publicación en cualquier revista científica de prestigio revisada por pares.

Todo el desarrollo clínico del Carvativir en covid-19 carece del suficiente rigor científico y los datos han sido publicados en fuentes de difícil o nulo acceso. En la base de datos clinicaltrials.gov y en la base de datos EudraCT de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) no existe ningún estudio en curso con esta molécula.

¿Y qué datos existen sobre su seguridad?

El carvacrol está reconocido por la FDA como GRAS (Generally Recognized as Safe), acrónimo empleado para referirse a sustancias que son usadas como aditivos alimentarios, siendo generalmente reconocidas como seguras en este ámbito, pero no como medicamentos. En cualquier caso, los escasos datos clínicos parecen indicar que este principio activo es bien tolerado.

Sin embargo, en algunas publicaciones se ha reportado que el carvacrol puede interferir con la actividad de las enzimas hepáticas, y causar hepatotoxicidad. Pero esta toxicidad solo tiene lugar al utilizar los aceites esenciales a dosis elevadas y durante un periodo de tiempo prolongado.

Cuidado con “el milagro de las goticas”

La evidencia científica y clínica del Carvativir en el tratamiento de pacientes con covid-19 es enormemente escasa y muy preliminar; anecdótica, podríamos decir. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha pedido insistentemente que se publiquen los resultados clínicos disponibles sobre el Carvativir.

Con estos mimbres, es absolutamente injustificado e irresponsable promocionar su uso como esperanza terapéutica por parte de los responsables políticos, incluida la máxima autoridad de Venezuela. Y también puede ser sumamente peligroso, pues si se dejan de aplicar aquellos medicamentos cuya eficacia sí ha sido contrastada clínicamente y se confía en los efectos de este preparado, se pueden encontrar con el fallecimiento de muchos pacientes que esperan el “milagro de las goticas”.

El verdadero “milagro” para estos países con escasos recursos sanitarios y terapéuticos debería ser la articulación de medidas y políticas internacionales que facilitasen un acceso a los medicamentos justo, amplio y solidario.

Febrero 2, 2021

The Conversation

https://theconversation.com/carvativir-las-goticas-milagrosas-de-maduro-contra-el-coronavirus-154502?utm_medium=email&utm_campaign=Novedades%20del%20da%202%20febrero%202021%20en%20The%20Conversation%20-%201851618037&utm_content=Novedades%20del%20da%202%20febrero%202021%20en%20The%20Conversation%20-%201851618037+CID_58bde5d31161234b0c87499e7ee118f9&utm_source=campaign_monitor_es&utm_term=Carvativir%20las%20goticas%20milagrosas%20de%20Maduro%20contra%20el%20coronavirus

 6 min


Mariza Bafile

Cual tornado avasallador, la pandemia ha destapado la ineficiencia, a veces criminal, de los gobernantes populistas. Desdibujadas las etiquetas de izquierda y derecha, queda la realidad de una incompetencia común que se repercute trágicamente en la vida, la salud, la economía de miles y miles de personas.

Si Estados Unidos ha logrado salir, por ahora, de la pesadilla del gobierno anterior, siguen en sus puestos presidentes y jefes de gobierno que con una conducta errática están llevando sus poblaciones al desastre.

La Covid 19 desoye la retórica hueca con la cual estos personajes tratan de llenar los vacíos de sus acciones, y sigue matando a miles de personas.

En América Latina la crisis de salud está tocando puntas gravísimas en casi todos los países. Hay quienes, como Maduro en Venezuela y Ortega en Nicaragua, han logrado silenciar la prensa libre y por lo tanto no permiten conocer la verdadera expansión de los contagios y los índices de muerte. Sin embargo, basta analizar un poco su historia contemporánea, para entender, sin necesidad de un gran ejercicio de imaginación, que la pandemia está golpeando fuertemente a sus poblaciones empobrecidas, silenciadas y amenazadas.

En México un presidente, quien durante semanas denigró la ciencia, evitó la mascarilla hasta en mítines con centenares de personas y pidió a sus ciudadanos rezar y ser buenas personas para evitar la Covid, acaba de ser diagnosticado positivo al virus. Por lo visto de poco le sirvieron rezos y esperanzas.

La gran diferencia entre los jefes de estado y de gobierno que se contagian y el resto de la población es que ellos cuentan con un altísimo nivel de atenciones y tratamientos médicos. Nada que ver con los demás mortales para quienes es difícil hasta tener acceso al oxígeno. En México la delincuencia organizada, con el sadismo despiadado que la caracteriza, está traficando con el oxígeno que se ha transformado en el gran negocio del momento. Nada les importa la necesidad de muchos enfermos para quienes una bombona de ese bien puede significar la diferencia entre la vida y la muerte.

Por falta de oxígeno siguen muriendo también muchos enfermos en Brasil y en particular en la zona de Amazonas. Mueren asfixiados, esta vez no por la rodilla de un policía, ni por el tráfico ilícito la delincuencia organizada, como en México, sino por la incompetencia y la inhumana indiferencia de su Presidente y sus gobernantes. Actitud que indigna, mas no sorprende, ya que, desde su campaña electoral, Jair Bolsonaro ha mostrado un talante desdeñoso hacia los sectores más pobres y las poblaciones originarias.

El líder brasileño, quien pensaba resolver todo a lo macho, al igual que Trump, AMLO y otros gobernantes, también ha ridiculizado a los científicos y, desatendido sus alertas y consejos. De poco le sirvió enfermarse también él. Tras ser curado como un rey, se ha recuperado y, en lugar de cambiar de posición hacia la enfermedad, ha mantenido su desprecio hacia la ciencia y se ha erguido cual si fuera un súper héroe. No, Bolsonaro, nunca supo lo que significa la falta de oxígeno y tampoco su familia conoce el dolor de quien asiste a la muerte por asfixia de un ser querido. Mucho menos conoce la angustia de un viaje de mínimo 300 kilómetros, muchas veces el doble y hasta más, que deben realizar los indígenas para trasladarse desde sus aldeas hasta los hospitales con Unidades de Cuidados Intensivos.

Lo positivo, si se puede usar esa palabra en medio de tanta desgracia, es que siempre más brasileños se están alejando del Presidente. Su popularidad va bajando día tras día. En las calles y plazas del país se congregan cada vez más personas de todo el espectro político, así como de la Iglesia, para pedir que el Congreso inicie un proceso de impeachment contra él. Por ahora todavía no hay los números para lograrlo, pero la esperanza es que pronto todos se den cuenta de la ineptitud, arrogancia, violencia de un Jefe de Estado que está dejando morir a miles de ciudadanos. Y no solamente a causa de un manejo irresponsable de la pandemia. También mueren por un violento regreso de la malaria, probablemente causada por la minería ilegal y la destrucción de la Amazonia.

En los dos años de gobierno de Bolsonaro, según datos del Instituto Nacional de Investigación Espacial de Brasil (INPE), las cifras de deforestación son espeluznantes. Se habla de más de 10mil kilómetros cuadrados, el equivalente a cinco veces el área de Sao Paolo.

Mientras se enriquecen unos pocos, gracias a la expansión de la agricultura, la ganadería y la minería, están en riesgo de desaparición las poblaciones que allí viven acorraladas y amenazadas. La humanidad asiste en silencio a la destrucción de un área en la cual vive un tercio de las especies de plantas y animales del mundo y que produce el 20 por ciento del oxígeno de la Tierra.

El cambio de gobierno en Estados Unidos, para Jair Bolsonaro, significa la pérdida de un aliado en la Casa Blanca. Sin embargo, si los brasileños no logran alejarlo del poder lo antes posible, las consecuencias sobre la población y el ambiente pueden llegar a ser irrecuperablemente desastrosas.

Febrero 1, 2021

@MBAFILE

ViceVersa

https://www.viceversa-mag.com/asfixia-populista/

 4 min


Ignacio Avalos Gutiérrez

A sus hijas, Sylvia, Marina y Sandra

Escribió en uno de sus libros el recordado Marcel Roche, que "la ciencia era mucho mas de lo que el científico hacía en su laboratorio, en su oficina, y que tanto para que la ciencia naciera como para que se aplicara había que mover innumerables hilos en todos los sectores …”, incluso, señalaría yo, los de las ciencias sociales y humanas. Desde su condición de investigador de ciencia básica pudo ver, así pues, que topábamos con un proceso de carácter social

Una historia en muy poquitas palabras

Si se me permite una simplificación, en haras de la brevedad que exige un artículo (y aunque no le hace justicia a investigadores como Gabaldón, Buapertuy y otros cuantos científicos), hace poco mas de medio siglo, en Venezuela la actividad científica era considerada una tarea más o menos insólita. Si cabe una comparación, que tal vez incurra en cierta desmesura, semejaba a la ciencia norteamericana antes de Benjamín Franklin, de acuerdo con la descripción de Isaac Asimov: “…una actividad de caballeros, una sobria inspección sobre la realidad del universo, nacida de la curiosidad intelectual, motivación completamente divorciada de las cosas prácticas de la vida….”

Desde la calle los científicos eran vistos como seres muy inteligentes, pero extraños. Los laboratorios eran recintos casi sagrados, inmunes a los vientos que soplaban desde afuera, vedados a cualquiera que no tuviera una bata blanca, y unos anteojos que delataran el desvelo por el estudio. Eran, así pues, lugares amoblados por aparatos estrambóticos y costosos, en el que se hacían cosas que, se creía, solo interesaban a quienes allí́ trabajaban.

El país se movía dentro de coordenadas que poco tenían que ver con la investigación, esta le importaba muy poco y se entendía, más bien, como asunto de americanos, europeos y un poquito menos, y a su modo, de japoneses. Nuestra relación con el tema se dejaba ver apenas por los lados de la tecnología, expresada exclusivamente en la necesidad de comprar maquinarias y equipos a fin de echar a andar nuestra incipiente industria, mediante actividades llevadas a cabo a cabo sin que, por lo general, mediaran procesos de transferencia, asimilación y aprendizaje de conocimientos. Se explica, entonces, que en ciertas ocasiones importáramos tractores con sistemas de calefacción para emplearlos al sur del país y barredoras de nieve como parte del diseño sueco de un hospital que se edificaría en Maracaibo. Desde luego, nada tienen que ver estos casos que forman parte del anecdotario nacional, con los relevantes esfuerzos que se hicieron más tarde, plasmados en la industria petrolera y algunas empresas básicas, así como en iniciativas de carácter privado, conformando una obra que se ha ido desvaneciendo en los últimos tiempos, lamentablemente.

La ciencia como hecho social

Los Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología surgieron con la creación del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICIT), en los inicios de la década de los setentas. Esta circunstancia hizo, según lo apunta un texto de Yajaira Freites, que en un principio, “…su quehacer se subordinase a las consideraciones de inmediatez, aplicación y visibilidad de la información, preferencialmente en forma estadística, derivando en una escasa reflexión conceptual”.

En este marco, resalta aún más el mérito de la obra pionera de Olga Gasparini, una joven socióloga que se encontraba en la mitad de sus treinta años, de cuya muerte ha pasado ya medio siglo. Se trata de un libro escrito en 1969, “La Investigación en Venezuela, Condiciones de su Desarrollo”, seguramente el primer asomo de una fotografía de nuestra ciencia, junto al esbozo de algunas consideraciones que pretendían explicarla. Hace pocos años, el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), a través de su director Eloy Sira, tuvo la buena idea de reeditarlo. Buena idea, creo, porque es una obra importante, que, entre otras cosas, contribuyó a crear una perspectiva que mostraba a la ciencia como una construcción social, influenciada por valores e intereses de diversa índole y de consecuencias tanto negativas como positivas. A insinuar, en fin, que la generación, distribución y utilización de los conocimientos implican procesos marcados por la ideología, la política, la economía, la historia y la cultura, expresión de su estrechísima, complicada y hasta enrevesada conexión con la sociedad, cuyo análisis, desde esta perspectiva, resulta absolutamente imprescindible, más aún en este siglo XXI, rotulado por tan rápidas y “disruptivas” transformaciones en el área del desarrollo tecno científico, ocasionando enormes consecuencias en todos los espacios de la vida humana. Expresado de otra manera, abrió paso al ojo escrutador de las ciencias sociales y humanas, denominadas con cierto desdén “ciencias blandas” recordando, como dije al principio, su condición de hecho social y por supuesto político.

Un crimen de “lesa academia”

A partir de lo anterior, resulta imposible no hacer un paréntesis y advertir sobre el reciente anuncio realizado por las autoridades del gobierno, en el sentido de presionar a nuestras universidades a incluir nuevas carreras, diseñadas en función de las “necesidades del país”, lo que incluye, vaya a Ud. a saber la razón, el relegamiento a un rincón de las carreras de ciencias sociales y humanas. Diría, pues, que de terminar siendo cierta esta ocurrencia (en torno al cual, como es costumbre, hay diversas versiones), nos encontramos frente a un crimen de “lesa academia”, si cabe la expresión.

Una corta referencia personal

Si se me da la licencia para darle un tono personal a estas líneas, diré́ que en las postrimerías de la década de los años sesenta, fui alumno de la querida profe Gasparini en la Escuela de Sociología y Antropología de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Por una serie de casualidades y gracias a varias carambolas lubricadas por la buena suerte, que es como se fraguan los acontecimientos importantes de la vida de cada quien, fui, junto a Mariadela Villanueva y Marcel Antonorsi, asistente en el Departamento de Sociología y Estadísticas, dirigido por ella, en el recién fundado CONICIT. Allí́, siendo todavía estudiante, aprendí́ a interesarme en un tema que me resultaba casi absolutamente indiferente, pero que con el paso del tiempo se fue convirtiendo en el eje central de mi vida profesional, haciéndola entretenida y hasta divertida. Se que frases parecidas, las he escrito o dicho unas cuantas veces y que posiblemente volveré a hacerlo. Pero es que el agradecimiento no se agota.

El citado departamento estuvo integrado, además, por la socióloga Dulce Arnao de Uzcátegui, quien con el correr del tiempo seria ministra de Ciencia y Tecnología en el segundo gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez, por Jeannete Abohuamad de Hobaica, en calidad de asesora, por el estadístico Raúl Rodríguez, así como por el economista Virgilio Urbina, además delos citados Marcel y Mariadela, todos gente muy entrañable. Su primera tarea fue la de llevar a cabo un estudio sobre la capacidad nacional de investigación y desarrollo. La profe Gasparini murió́ cuando el trabajo se encontraba mas o menos a mitad de camino y no llegó a ver un libro que, sin duda, lleva su impronta, así como la llevan distintas iniciativas que fueron dando lugar a un molde inicial para encauzar el desarrollo científico y, en menor grado, el desarrollo tecnológico en nuestro país.

La época actual: demasiada incertidumbre

El tiempo pasa y las cosas cambian, suele reiterar Perogrullo, y los patrones para pensar la situación de hoy en día son muy disimiles respecto a aquellas que marcaron el tiempo de la profe Gasparini. Actualmente el conocimiento científico y tecnológico es considerado un factor determinante en la estructuración y desenvolvimiento de las sociedades contemporáneas, constituyendo, ciertamente, el sello característico de los tiempos que corren.

Aún faltan herramientas necesarias para identificar el sentido de las transformaciones que están ocurriendo, a fin de comprenderlas, sopesarlas y poder encararlas. Carecemos de respuestas, que en buena medida deben provenir de las Ciencias Sociales y Humanas. Es que, como diría Asimov, la cultura avanza más lento que las trasformaciones tecnológicas. Carecemos, entonces, de libreto para calibrar sus efectos, los buenos y los malos.

Es apremiante, entonces, la necesidad de ir creando otros parámetros con el objeto lidiar con un futuro que empezó́ ya a hacerse presente, recordando que, como dijo alguien, no hay nada mas práctico que una buena teoría. Y esta solo es posible a partir del trabajo sinérgico entre las ciencias sociales, las ciencias humanas y las ciencias naturales. A cincuenta años de su desaparición, me pregunto qué diría la Profe Olga de este planeta tan complejo y enredado, en el que habitamos los terrícolas. No se, pero de lo que estoy seguro es que sería bueno que anduviera por estos lares. Se echa de menos su inteligencia y su afabilidad.

El Nacional, 3 de febrero de 2021

 6 min


José Machillanda

La sociedad civil democrática venezolana en contrario al aturdimiento que arrincona al post-chavismo militarista y su gobierno militar de calle, muestra ya una Sensible Responsabilidad de Participación Política. Aproximase esta sensible responsabilidad política con una conducta política de acciones y ejecutorias sobre el espacio social por excelencia, es decir, el barrio, la calle y la plaza pública para reafirmar su vocación democrática. La sociedad civil venezolana tiene muy claro que después de 21 años de tiranía, engaño y militarismo los demócratas quieren apartarse de la regresión fatalista, inmoral y sediciosa del régimen aturdido.

La sociedad civil está lista y dispuesta políticamente a contener la barbarie del socialismo militarista, para lo cual acelera su organización con decisión a crear un poder social que visibilice el valor y el concepto de individuo-ciudadano, mujeres y hombres que están prestos y dispuestos como cívicos recuperar el poder social. Enfrentar cívicamente al régimen y crecer en obligación cívica y organización política. Es la tarea ciudadana para responder como gobierno, tanto en el municipio como en las gobernaciones de estado del país. Gobierno que municipal y regional electo únicamente en condiciones comiciales universales y legítimas.

Ciudadanía con poder social, condición realista del futuro político, es decir, con acciones que contribuyan a restituir la política y con ellas alcanzar la democracia. La resistencia civil nace de la abstención no opaca, se muestra de manera concreta y real dispuesta a ejercer poder político según la Constitución y las leyes. Esa ciudadanía toda con vocación civilista, con cultura política está cerca de la justicia para exigirle que enjuicie a las hordas cubanizadas, que creen que en Venezuela se perdió o pueden aplastar el gen democrático. La ciudadanía democrática acciona firmemente para imponer un Ambiente Político Real Expectante donde la ley se el imperio para convivir y crezca la democracia plena.

La ciudadanía, no se equivoquen, es el mayor número de venezolanos. De venezolanos que se entienden como sociedad y jamás como parcelas, la ciudadanía reconoce su origen pero a la vez proyecta su concepción como república libre, está presta al progreso y jamás sujeta al revolucionarismo. La ciudadanía ha recuperado su educación cívica, su venezolanidad, y lo más importante su valor hacia la libertad. La ciudadanía después del 6D está en cuenta que el régimen con su gobierno de calle y gobierno militar de calle fracasó. El mejor ejemplo es la inmiseración que es exponencial… es la prueba de la locura del régimen y de la regresión de revolucionarismo. Esa locura ya no tiene espacio en esta sociedad que reclama la re democratización de la República.

La sociedad civil tiene claro que este régimen torpe y bastardo practica la antipolítica distante de lo establecido en la Constitución, con el empleo de las bocas de fuego y otros grupos armados, todavía creen que pueden maniatar al Estado y se han olvidado de la ciudadanía. La ciudadanía democrática -de manera valiente- desde el día 6D se expresó como resistencia civil. Resistencia Civil desobedecer a un régimen oprobioso y mafioso que aturdido por antipolitico y subpolítico que no sabe qué hacer. No sabe qué hacer hoy 2 de febrero, no sabe cómo engañar a los ciudadanos, no sabe cómo mentir por los medios de comunicación, pero los ciudadanos demócratas tenemos uan respuesta cierta y precisa: construir un Movimiento Político de Renacimiento Nacional para conducir acciones políticas y restablecer la democracia plena.

Democracia plena de manos de la ciudadanía mayoritaria en resistencia civil para lograr una defensa alternativa en donde el elemento central es la resistencia civil organizada, es decir, la ciudadanía contra la invasión y la arbitrariedad de un régimen cobarde que, habiendo sido sentenciado el 6D, todavía duda del poder democrático y del poder social. La ciudadanía democrática en democracia en democracia plena está dispuesta a instrumentar la resistencia civil como defensa alternativa, es decir, reponer la democracia y para ello, ejecutará un escalonamiento de acciones acompañados con los prohombres respetando la invención de la política para lograr el cambio y junto a este cambio el enjuiciamiento a la locura del revolucionarismo militarista.

Es original,

Director de CEPPRO-CSB

@JMachillandaP

Caracas, 2 de febrero de 2021

 3 min


Rodrigo Naranjo Escovar

“Cuando alguien trate de convencerte de comprar un activo que haya tenido retornos de dos o tres dígitos el año pasado, pregúntale que activo te puede ofrecer que haya perdido durante ese periodo. Eso silenciará la alharaca”

Jason Zweig

Durante los últimos meses la prensa ha publicado noticias sobre la compra por parte de inversores extranjeros de algunos reconocidos negocios en Venezuela. Los casos de Seguros Caracas, y los de las operaciones locales de Cargill y Directv son los más emblemáticos.

Otras negociaciones importantes han ocurrido con mucha discreción lejos de la cobertura mediática. Estas negociaciones han representado un cambio en la propiedad de los activos, y no necesariamente un compromiso de realizar alguna inversión en nuevos bienes de capital.

Las valoraciones negociadas de estos activos han sido bajas en comparación con la que estos tenían hace algunos años, o, en relación con el valor de activos comparables en países latinoamericanos que gozan de un menor riesgo político que Venezuela. Las valoraciones recientes de activos ubicados en Venezuela reflejan no solo el bajo nivel de ingresos de los negocios venezolanos, sino también el hecho de que el “default” de la deuda pública externa lleva a Venezuela a exhibir el mayor riesgo país del mundo, y, como consecuencia, a que los activos venezolanos se sometan a una mayor tasa de descuento.

Dada la abundancia de titulares negativos generados en Venezuela, y las innegables complejidades de operar cualquier tipo de negocio en el país, cabe preguntarse: ¿Qué ven estos inversores extranjeros para apostar millones de dólares en activos en Venezuela?

Existen distintos tipos de inversionistas. Los hay locales y extranjeros. Institucionales y privados. Estratégicos y financieros, con mayor o menor tolerancia al riesgo. Inversionistas con horizontes de recuperación de su inversión a más largos o más cortos plazos.

En el caso específico de las recientes inversiones que se han venido realizando en activos ubicados en Venezuela, destacan inversionistas financieros institucionales extranjeros con alta tolerancia al riesgo y con un largo horizonte de inversión. Por su perfil, estos inversores son similares a quienes suelen invertir en países a los cuales se les encuadra, en el argot financiero internacional, dentro de la categoría de Mercados Frontera. Este segmento es realmente una subcategoría dentro del universo de Mercados Emergentes.

Venezuela es percibida por inversores extranjeros en una subcategoría que hoy engloba a la mayoría de los países africanos, algunos centroamericanos, y a varios países de Asia. Dentro de Mercados Frontera encontramos desde países poco cubiertos por los medios de noticias de negocios tales como Bangladesh o Sri Lanka, hasta algunas naciones todavía pobres pero muy pujantes como Vietnam. Se trata de un perfil de mercados considerados como más riesgosos y/o pequeños que el de la categoría de Mercados Emergentes, categoría en la cual los inversores globales ubican a Colombia, Perú, México, Turquía, Indonesia, o Tailandia, por mencionar algunos países mucho mejor percibidos que Venezuela.

En la constante búsqueda de diversificación y de mayores rendimientos por parte de los capitales internacionales, los Mercados Frontera representan una categoría a la cual se le asigna una porción de los portafolios de inversión. En un contexto global de tasas de interés históricamente bajas, cada vez existen más inversores institucionales enfocados a tiempo completo en buscar oportunidades de inversión en este tipo de países. Afortunadamente para Venezuela, lo visto en los últimos meses sugiere que ya algunos inversores de esta categoría han comenzado a descubrir que Venezuela, a pesar de la muy compleja coyuntura política, económica y social, tiene fortalezas y potencialidades, muy superiores a las de prácticamente todos los demás Mercados Frontera.

Venezuela tiene una infraestructura, que, si bien no ha tenido el debido mantenimiento, y en algunos casos presenta partes inconclusas, existe, y en magnitud es superior a la de la mayoría de los otros Mercados Frontera. Más aun, en muchos casos la infraestructura venezolana es superior o al menos similar a la de Colombia y Perú, países que son percibidos dentro de una categoría superior, y en los cuales los inversores globales están dispuestos a recibir menores tasas de retorno, o, dicho de otra manera, pagar valoraciones más altas.

Venezuela tiene más aeropuertos con pistas asfaltadas que ambos países, por ejemplo. Y según cifras de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense cuenta con una capacidad instalada de generación eléctrica cercana a los 31 millones Kw, muy superior a los 16,9 millones Kw de Colombia y 14,7 millones Kw de Perú. Es cierto que buena parte de dicha infraestructura esta hoy inoperativa, pero el punto es que la misma solo requiere reparaciones, y no su construcción desde cero, como es el caso en prácticamente todos los demás Mercados Frontera.

Ningún otro Mercado Frontera tiene el potencial de monetizar sus reservas minerales en un plazo tan corto y en la magnitud que pudiese hacerlo Venezuela. Venezuela no solo tiene las reservas petroleras más grandes del mundo, sino que, además, su ubicación está identificada, y el entorno físico de los yacimientos no es hostil. Las grandes empresas petroleras internacionales conocen la geología venezolana, la infraestructura petrolera básica existe -con menor o mayor requerimiento de reparaciones-, la ubicación del país es distante a zonas de conflictos globales, y la diáspora venezolana de técnicos y profesionales petroleros (muchos dispuestos a regresar) representa una cantera potencial de recurso humano con la cual no cuentan otros Mercado Frontera.

Según cifras de la OPEP, Venezuela tiene reservas de 5.705 millardos de metros cúbicos de gas natural, lo cual representa las reservas más grandes de América Latina y las octavas del mundo. Dada la disponibilidad de trenes de enfriamiento de gas natural licuado (GNL) en la vecina isla de Trinidad, Venezuela pudiese desarrollar una industria exportadora de GNL sin necesidad de realizar mil millonarias inversiones en trenes de licuefacción. Esto representa otra potencialidad para un negocio con magnitudes muy importantes para un país en la categoría de Mercado Frontera.

Nuestro país tiene una serie de ventajas geográficas y demográficas que pudiesen favorecer inversiones en agronegocios y otros sectores con vocación exportadora. Según el Centro de Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, el 56% del territorio nacional se encuentra a máximo 100 kilómetros del mar o de un río navegable, por ejemplo. Esto se compara con 28% del territorio en Colombia y 24% en Perú. Según la misma fuente, la distancia promedio desde cada centro poblado al puerto más cercano es de 3.530 kilómetros en Venezuela, lo cual es menos que los 4.030 kilómetros en Colombia y 5.940 en Perú.

A diferencia de otros Mercados Frontera con poblaciones similares o superiores, Venezuela está ubicada en el relativamente pacifico hemisferio occidental. Además, es el país suramericano que ofrece las rutas de navegación más cortas a los puertos principales de los mercados del sur y del este de los Estados Unidos, y de la Unión Europea. Como ejemplo, un carguero de contenedores demora solo 4 días desde Puerto Cabello o La Guaira hasta Miami, 7 días hasta Houston o Nueva York, y solo 15 días hasta El Havre, Amberes o Roterdam.

Debido a su nivel y tipo de urbanización, la distribución poblacional de Venezuela provee una gran oportunidad a negocios que requieran llegar a la mayor cantidad de consumidores con la menor inversión y esfuerzo posible. Con una tasa de urbanización superior al 85%, Venezuela es uno de los países más urbanizados del hemisferio. Tanto Colombia como Perú tienen niveles de urbanización inferiores a 75%. Venezuela tiene 10 ciudades con más de 500.000 habitantes. En comparación, Perú solo tiene 4 ciudades de tal magnitud, Argentina 5, y Chile 3. Todo esto representa un atractivo venezolano para proveedores de bienes y servicios de consumo masivo.

Desde el punto de vista de recursos humanos, Venezuela tiene en su diáspora, la cual pudiese ser considerada una de las mejor formadas del mundo, una cantera valiosísima de recursos potenciales. Comenzando en la década de los setenta con Fundayacucho, y finalizando en la primera década del presente siglo con el subsidio cambiario provisto por Cadivi, decenas de miles de venezolanos se formaron académicamente en universidades de distintas partes del mundo.

Si bien una importante proporción de esta base de profesionales con formación técnica internacional hoy se encuentra trabajando fuera del país, también es cierto que buena parte de ella pudiese comenzar a regresar en la medida que mejoren las condiciones económicas, profesionales, de negocios, políticas, y de seguridad personal en Venezuela. Difícilmente exista en la categoría de Mercados Frontera otro país que cuente con una base tan grande de profesionales ya formados que pudiesen progresivamente sumarse a un proceso de recuperación económica y asumir posiciones de liderazgo, trayendo experiencia práctica de distintas partes del mundo.

Venezuela también tiene una de las culturas más cosmopolita entre los Mercados Frontera y Mercados Emergentes. Las raíces históricas de la “cosmopolitanidad venezolana” están asociadas a la proximidad física con las Antillas Holandesas. Con estas islas existió comercio informal desde tiempos coloniales, y a través de ellas llegaron las ideas liberales a Venezuela en el mismo siglo XVIII, mucho antes que al resto de las colonias españolas en América.

Luego, con la prosperidad petrolera en el siglo XX, llegó una de las inmigraciones más grandes en la historia de América Latina, medida como porcentaje de la población existente. Dicho flujo se incrementó luego de la Segunda Guerra Mundial, creando una cultura que mezcló tradiciones locales con italianas, españolas, portuguesas, judías, alemanas, libanesas, sirias, y de muchos otros orígenes europeos, americanos, y del medio oriente.

La prosperidad económica vivida durante la mayor parte del siglo XX permitió a miles de venezolanos estudiar en otros países y viajar alrededor del mundo. La apertura y atracción del venezolano hacia culturas extranjeras representa un atractivo para inversionistas globales en busca de consumidores y socios con los cuales hacer negocios, debido a que facilita los entendimientos y reduce los costos de adaptación.

Nuestro país también destaca por sobre todos los demás Mercados Frontera y sobre la mayoría de los Mercados Emergentes en términos del tamaño de su ahorro privado en el extranjero. Según estimaciones hechas en el mundo de la banca privada internacional, el ahorro privado de venezolanos invertido fuera de Venezuela está entre los 450 millardos y los 500 millardos de dólares. Cualquier cifra en este rango es varias veces superior al ahorro privado externo de los peruanos y de los colombianos, por mencionar tan solo dos países con más población, y que hoy gozan de diversas ventajas con respecto a Venezuela ante los ojos de los inversores globales. Estos recursos representan una gran fuente de inversión potencial que en el tiempo pudiese complementar a las inversiones extranjeras. La magnitud de estos ahorros es tan grande, en relación a la economía venezolana, que la progresiva repatriación de una modesta porción de estos recursos tendría un importante efecto acelerador en un eventual proceso de recuperación económica.

Si bien durante más de dos décadas Venezuela ha mostrado algunos de los peores indicadores macroeconómicos del mundo, también es cierto que Venezuela ha demostrado durante el último siglo ser capaz de administrar una economía estable. Entre 1950 y 1979 Venezuela tuvo una inflación anual promedio de 0,3% mientras el Producto Interno Bruto creció a una tasa anual promedio de 6,2%. Dicha estabilidad, permitió, entre otras cosas, que Venezuela haya llegado a tener la calificación crediticia más alta que haya tenido país latinoamericano alguno (calificación “AAA” por Standard & Poors). A diferencia de muchos países en desarrollo que no pueden mostrar en su historia periodos de tiempo significativo con éxito y estabilidad económica, el pasado de Venezuela sugiere que es posible volver a lograrlo.

Claramente contamos con una serie de potencialidades y fortalezas que no solo deberían colocar a Venezuela como uno de los países más atractivos para inversores especializados en Mercados Frontera, si no que algunas fortalezas sugieren potencialidades superiores a las de muchos Mercados Emergentes, incluyendo a varios países suramericanos que hoy gozan de la predilección de los inversores globales activos en América Latina.

Si bien Venezuela no está hoy en el radar de las publicaciones y medios de comunicación enfocados en negocios y finanzas internacionales, eso pudiese cambiar (y seguramente va a cambiar).

El hecho de que durante los últimos meses se haya visto un importante incremento de inversores institucionales extranjeros analizando y ejecutando inversiones debe llevarnos a preguntarnos: ¿Será que estos inversores son los primeros en mucho tiempo en reconocer el gran potencial de revalorización de muchos activos en Venezuela? ¿Será que estas transacciones muestran el comienzo de un proceso de descubrimiento de Venezuela por parte del universo de inversores especializados en Mercados Frontera?

Cualesquiera que sean las respuestas, el hecho es que el interés de inversores institucionales extranjeros está despertando luego de más de una década de ausencia. Han aparecido inversores dispuestos a hacer apuestas a que en Venezuela pueden darse cambios que no solo mejoren el marco regulatorio para los negocios, si no, más importante aún, a que se negocie una solución pacífica y democrática a la situación política. Se trata de apuestas a que una solución política conduzca a ciertos gobiernos extranjeros a facilitar acuerdos entre Venezuela y sus acreedores internacionales, y permita a los organismos multilaterales con sede en Washington D.C. dar acceso a Venezuela a recursos económicos mil millonarios y a distintos tipos de asesorías técnicas.

Estamos entonces ante un renacer de inversiones extranjeras que representan apuestas a una serie de cambios que permitan una sana recuperación económica y una importante revalorización de los activos. Apuestas de muy alto riesgo, sin duda, pero con un potencial de rendimiento muy alto. Estamos ante inversores racionales y sofisticados que están viendo un creciente espacio para el optimismo, y están ya apostando.

2 de febrero 2021

El Nacional

https://www.elnacional.com/opinion/renace-la-inversion-extranjera-en-ven...

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