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¡El Estado soy yo!

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 3 min.

Todos conocemos la famosa frase atribuida a Luis XIV, monarca de la Francia pre-revolucionaria, cuyo contenido revela la reacción de un pueblo ante el poder absoluto de los “Luises”, en la también famosa “Comuna de Paris”, de donde deseo extraer algunas ideas a la luz de acontecimientos de hoy.

¡EL ESTADO SOY YO!

Cuando uno escucha a un Maduro decir, con sobrada arrogancia, que él decidió darle a la UCV $ 48 millones para “recuperarla” o ayer a Chávez obligando al BCV a “darle su millardito”, o a Putin realizar elecciones para re-elegirse indefinidamente, o a Ader separarse de los poderes constituidos, a Ortega, a un Erdogan o a un Bukele, o la irrupción de Trump contra los poderes, uno debería comenzar a preocuparse de si este fenómeno atiende a circunstancias transitorias o a un patrón general. Aun cuando sabemos que dictadores han existido antes, vale la pena examinar el tema porque, esta vez tiene características diferentes.

LO QUE DEJÓ LA REVOLUCION FRANCESA

Apelo a dos legados fundamentales de ese evento para intentar una explicación ligada a nuestros días, más allá de sus conocidos eslogan de ¡Libertad, Igualdad y Fraternidad!, especialmente dos de carácter institucional. En primer lugar, me refiero al rompimiento de la estructura de un solo poder, el monárquico, y su conversión en los tres que conocemos hoy, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial y, en segundo lugar, a la consolidación de la búsqueda del poder por los modernos partidos políticos, los que se comenzaron a identificar con las siglas de “izquierdas y derechas”, liberales, socialdemócratas, etc. etc. hasta llegar a lo que tenemos hoy. El punto que quiero resaltar es que puede haber una relación entre este legado y el surgimiento de estos nuevos “Zares”

PARTIDOS y PODERES EN LA SOCIEDAD DE HOY

Es mucho lo que se viene escribiendo sobre una real o aparente crisis de la democracia liberal y, de sus principales representantes los partidos políticos. Innumerables artículos se han escrito sobre los peligros que afrenta la democracia y sobre la pérdida de influencia, representatividad y militancia de los partidos políticos. Sin embargo, cabe preguntarse si ello se debe a situaciones coyunturales o en qué medida estos, y la democracia misma, están en línea con los temas y problemas de la sociedad actual.

Movimientos y demostraciones espontáneas de los ciudadanos, el súper- desarrollo de las redes sociales, la tecnología que hoy pone disposición de todos la protesta, los temas de inequidad y marginalidad y otros de mayor carácter de alguna manera, interroga acerca de si ese legado institucional está en capacidad de entenderlos y resolverlos. Tengo la impresión de que no es así. Las críticas a los Gobiernos, las fallas de los poderes legislativo y judicial y de los partidos políticos en darle respuestas a sus ciudadanos parecieran indicar que no están a la altura de los problemas modernos y que, por esa razón, aquellos personajes mencionados estarían recogiendo los frutos de esa disonancia y ocupando espacios de ese legado.

POPULISMO Y NEOPOPULISMO

También, bastante se ha pensado y escrito sobre estos dos simbolismos, el primero referido al formato de política en que un líder o un gobernante promete todo y de todo, y que nos lleva a los tradicionales líderes de izquierda, en especial en Latinoamérica y, el segundo, a aquellos que parecieran recoger los temas y problemas de la sociedad actual, pero con la diferencia, a mi juicio la más relevante, de que también quieren o logran sobrepasar los tradicionales tres poderes y erigirse en un solo poder, muy similar, por cierto, al que poseyera la monarquía absoluta[1]. El expediente “Constituyente” y el regreso al “poder originario” son pruebas del método. Si estoy en lo cierto, lo que se asemeja a una trama transitoria “neo populista” podría ser un modelo más permanente y ¿única respuesta?

¿NUEVAS INSTITUCIONES?

Sin embargo, si en algo ha sido experta la humanidad es en la creación de instituciones, todas aquellas que han gobernado al mundo desde la antigüedad, hasta modificarlas según los tiempos, los problemas y las circunstancias. La Revolución Francesa, y otras menos mencionadas son ejemplo de ello, por lo que cabe pensar en innovaciones institucionales que se ajusten al hoy y al mañana y se acerquen a la ciudadanía. Ojala se presenten más “pronto que tarde” y ofrezcan una alternativa al “neopopulismo”

[1] Cierto es que el fenómeno no se ha extendido a todo el mundo y aquel legado todavía funciona en muchos países.