Los venezolanos, como todos los pueblos, analizamos la realidad de otros países a través del prisma de nuestra propia realidad; ni más ni menos eso ocurre al analizar el triunfo de Gustavo Petro en Colombia.
Los venezolanos, como todos los pueblos, analizamos la realidad de otros países a través del prisma de nuestra propia realidad; ni más ni menos eso ocurre al analizar el triunfo de Gustavo Petro en Colombia.
Una vez más, la guerra de Rusia en Ucrania bifurcará a Europa. El este quedará separado del oeste, y probablemente la frontera entre ambos será una zona segura y militarizada durante el futuro previsible.
Según el último informe que presentó la oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas (ACNUDH) Michelle Bachelet, y que abarcó el período comprendido entre el 1 de mayo de 2021 y el 30 de abril de 2022, en Venezuela siguen las detenciones arbitrarias, desapariciones forzosas, torturas y tratos crueles e inhumanos.
El ahora presidente electo de Colombia fue un pésimo alcalde de Bogotá. Durante cuatro años, en vez de gobernar, se dedicó a pelear con amigos y enemigos. Es muy comprensible que la izquierda del mundo entero celebre con entusiasmo el triunfo de Gustavo Petro. Al considerar que este derrotó a un verdadero esperpento del más grotesco populismo de derecha, es más fácil aún entender tanta alegría internacional.
La solicitud de Ucrania, Moldavia y Georgia de tener el estatus de candidato para entrar en la UE ha acelerado el debate sobre la atascada política de ampliación de la Unión. En Bruselas hay un debate entre los países miembros sobre si se debe premiar a Ucrania con un “estatus exprés” de país candidato en señal de apreciación del sacrificio de su ciudadanía en la guerra actual y en defensa de los valores comunes de democracia y libertad, así como a Moldavia y Georgia, otros dos países que forman parte de la Política de Vecindad Oriental de la UE.