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¿Cómo curar un corazón herido?

Opinión
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Tiempo de lectura: 4 min.

Las emociones son prescindibles y hasta el propio cuerpo al extremo que se le desprecia... Lo que llaman la Singularidad será el mundo después de la rebelión de las máquinas (circa) 2045, como en Matrix y Terminator.​

Muy fácil, según un video sobre los asombrosos avances de la medicina. La impresora 3D esculpe en colágeno el chasis de un “parche” cardíaco, diseñado por los tratantes. Luego se rellena de células de laboratorio IPS (madre) y se coloca en la parte necrosada por el infarto. Al poco tiempo el tejido regenera y la huella del trauma se repara. Joseph Murray recibe el Premio Nobel en 1990 después de formular su teoría de las cuatro R de la medicina: remover, reparar, reemplazar y regenerar.

En 1954 Murray hizo el milagro: el primer trasplante de órgano humano, un riñón. Diez años después Christiaan Barnard realiza el primero de corazón. En las últimas décadas, como lo informó ampliamente Hollywood con varias super bombas, Terminator, Robocop y Matrix entre muchas, se difundió la teoría cyborg. Los ciberorganismos serán mixs de seres vivos con altas tecnologías convergentes, cómo aclara Schwarzenegger.


Estas son las NBIC (nanotecnología, biotecnología, inteligencia artificial y ciencias cognitivas) De allí la explosión de ideologías de moda, post humanismo y transhumanismo que ocupan el debate intelectual, un hervidero de contradicciones, como siempre, entre revolucionarios y moderados, proaccionistas vs. precaucionistas. Yuval Harari, de los primeros, promete la inmortalidad. Piensa que “el Hombre ha creado muchos dioses y ahora será un dios”. Los segundos son más discretos.

Superman contra Matusalén
El optimismo nace de asombrosas longevidades. Sequoias y olivos que viven sobre mil años, tiburones de cuatrocientos y almejas de seiscientos. La hidra, un microorganismo de agua dulce, y ciertas medusas, no envejecen. Parecen ser inmortales las células cancerosas Hela, que se reproducen frenéticamente en los laboratorios a 70 años de la muerte de su víctima. La esperanza nace de develar sus secretos.

Grandes laboratorios consagran esfuerzos. La respuesta, ya cercana, para algunos marca el fin de la era del Hombre, que dará paso al superhumano mental y físico. Durante el siglo XX la expectativa de vida aumentó tres años cada diez. En Japón y España llegó a 84 años, y ahora a 110 para los recién nacidos. A este ritmo, las NBIC harán que cada diez años la vida se alargue diez.


Habrá tratamientos para rejuvenecer las células, seremos cada día más jóvenes y burlaremos la muerte. Para Aubrey de Grey, Ph. D. (Cambridge), ya nació quien vivirá mil años. Google trabaja en nanorobots que se inyectarán intravenosos, teñirán la piel de azul donde haya células cancerosas, y lo trasmitirán al disco duro, red o aplicación móvil. La prevención oncológica será simple y doméstica. Alguien dijo que dentro de 25 años, morir será optativo. porque vejez y muerte son enfermedades y la cura está cerca.


En Silicon Valley se creó un thing-tank, la Universidad de la Singularidad, radicada en la NASA. Varias personas se hacen llamar cyborg por implantarse dispositivos hasta ahora pintorescos o bien artísticos. La española Moon Ribas insertó sensores en sus pies que la hacen un sismógrafo humano, y ella traslada esas vibraciones a la percusión. Su amigo, el británico Neil Harbisson, implanta una antena en su cabeza para escuchar las vibraciones de los colores, una experiencia difícil de imaginar y cuyos beneficios no lucen muy claros.

Superniñas
Pero hay asuntos de fondo. Mediante la intervención del genoma humano se podrá crear, eliminar o alterar a quienes nacerán, de acuerdo con nuestro gusto (un médico chino manipuló los fetos de dos niñas para hacerlas inmunes al SIDA sin prever las secuelas). Para Robert Nozick las parejas jóvenes diseñarían a sus hijos en el “supermercado genético”, estaturas, propensiones, sensibilidades, y eliminarán posibles patologías.

Se dicen cosas insólitas. Peter Sloterdijk, que el Hombre ha fracasado, porque el proyecto de la Ilustración, -la educación y la ciencia-, no creó la sociedad armónica de las bonachonas tesis de Rousseau en Emilio. Pero la utopía del mundo feliz, nace precisamente de la revolución, el proyecto de Sloterdijk, y de la anti ilustración alemana cuestionó la ciencia y la modernidad, corruptoras del hombre nuevo, puro, sin egoísmos.


Deslumbrantes mujeres, a quienes me maravilló ver y oír, hacen puré la papa posmoderna. Ana Postigo, Ph. D en bioética de la U. Francisco de Vitoria; María Blasco, directora del Centro Nacional de Oncología de España y Martha Nussbaum, Ph. D en ciencia política de Harvard. Coinciden en que los saberes construidos por el “fracasado” Hombre, son las maravillas que enarbola el transhumanismo.


Los seres humanos hacen la guerra y exhiben sus miserias, pero escribieron la Ilíada, la Comedia, el Quijote y existieron Mahler, Picasso, Colón, Neil Armstrong y Beethoven. Lo que no parta de la condición humana, sino de negarla, es aberrante. Las emociones son prescindibles y hasta el propio cuerpo al extremo que se le desprecia. Ray Kurzweil, jefe de ingenieros de Google, trabaja en la idea de pasar la mente a un disco duro y así vivir por siempre, en las redes. Lo que llaman la Singularidad será el mundo después de la rebelión de las máquinas (circa) 2045, como en Matrix y Terminator.


@CarlosRaulHer