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¿Cómo hacer mas ricos a los pobres? (ii)

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 8 min.

Hace poco tuve la oportunidad de hurgar en este tema y planteaba allí que existían dos enfoques sobre cómo enfrentar esta materia. Por un lado, una visión macroeconómica que dice que una senda de crecimiento económico sostenido es una parte de la solución y, por la otra, quizás más individual o microeconómica la que aporta Amartya Sen con su tesis de la “Agencia”, en el que las personas asumen una posición activa que complementa el impulso anterior. Lo interesante de este punto de vista es que el asunto de la pobreza es colocado también del lado de decisiones individuales y asociativas que cada persona ha de tomar para salir de la precariedad en que se encuentra.

El criterio del Ingreso y de las NBI

Ambos tratamientos se centran en la persecución de un ingreso mayor para las personas que se encuentran en esas condiciones, tanto es así que el “marcador” que ha sugerido el Banco Mundial, y es el que se ha extendido mundialmente, corresponde a la línea de pobreza que está por debajo de uno o dos dólares diarios de ingreso, con lo cual las políticas que permitirían el cambio de niveles están centradas en este criterio. El énfasis de esas políticas está en la generación de empleo y en mejorar la remuneración al trabajo

Luego, como complemento, se ha utilizado el método de las Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), muy arraigado en nuestro medio, el cual coloca la evaluación en el grado de satisfacción de los bienes o servicios que una persona o familia estaría percibiendo. En el caso del criterio de “Agencia”, mencionado antes, este abarca algo más que el mejoramiento del ingreso, puesto que cada persona actúa en libertad para lograrlo, utilizando los medios que le provean capacidades productivas. Sin embargo, ninguno de ellos pareciera materializarse en un argumento ligado al tema de la propiedad y es lo que creemos vale la pena revisar, porque indudablemente está íntimamente ligado al formato que produce la riqueza. En esta entrega abordamos este crucial aspecto.

Propiedad y riqueza.

No puede caber la menor duda de que este es uno de los temas más controversiales a lo largo de la historia puesto que, como es lógico, toca el nervio central de la actividad económica pero, no solo por ello, sino porque afecta la raíz de la esencia humana con el vital tema de la posesión de un recurso, sea personal o colectivo[1]. Desde que la humanidad es lo que es, el asunto es agudo y filoso, pero ello no implica que no sea objeto de una necesaria reflexión, a la luz de cómo van los acontecimientos mundiales, puesto que obviamente allí está, si no todo, una buena parte del problema. No en vano, es el debate del día a día, tal como señalamos en un artículo anterior[2], con el llamado de atención de Thomas. Piketti y, especialmente, con los trabajo del Banco Mundial hacen hincapié en el tema de la concentración de la propiedad y la riqueza en pocas manos y su influencia en las desigualdades internacionales, pero no encontramos en ellos una conexión expresa y directa entre propiedad y pobreza, que explicite sus relaciones de causalidad.

Propiedad y distribución del ingreso.

En este sentido, es obvio que la forma en que se distribuye el excedente económico depende del grado de concentración de la propiedad y que los ingresos del capital ocupan la mayor proporción de ese excedente y no los ingresos del trabajo[3], medidos estos en términos “per cápita”. Entonces, si queremos atacar de verdad el tema de la pobreza tenemos que abrir la pregunta de cómo se entrelazan ambos y la respuesta se encuentra en el camino de cómo hacer más equitativa la distribución de la propiedad, con lo cual haríamos se haría más equitativa la distribución del excedente económico. Importante aclarar que no se trata de un “reparto por el reparto”, porque sabemos que no basta con “distribuir”, si a la propiedad no se la añaden capacidades productivas.[4]

Inmediatamente debe “saltar” a la mente de los lectores que una idea como esta va a terminar en la solución que, hasta ahora, el mundo se ha propuesto: la extremista de la socialización de la propiedad, en especial la de los medios productivos, pero No, lo que creemos que hay que examinar es como el capital y la propiedad privada procuran una solución que adverse radicalmente esta propuesta, de tal manera que una mayor cantidad de gente, por no decir la gran mayoría, tenga acceso a ese motor distributivo que es la propiedad y su principal excedente, las ganancias. Ello sin necesidad de “tener que confiscar o expropiar a nadie”.

Propuestas y soluciones del lado del capital.

Entonces, antes de que le demos la razón a Piketti y a los marxistas trasnochados que aún quedan y lo hagan a “diestra y siniestra”, causando la destrucción que conocemos, el capital tiene la obligación de conseguir una solución propia porque si no, como ha dicho el mismo autor en reciente entrevista: “estamos al borde una segunda Revolución Francesa” [5]. La buena noticia es que el capital ya está consciente del asunto y asoma algunas soluciones, aunque todavía sin llegar a la medula del problema.[6]

Por una parte, están todos los esquemas que se han ensayado de participación en las ganancias del sector laboral, de la creación de ingresos distintos a sueldos y salarios, mediante un gran abanico de bonificaciones al trabajo, pero que no cambian fundamentalmente es espectro distributivo. También se pueden registrar iniciativas más avanzadas, que le van agregando tareas al capital, tales como los aportes de M. Porter en Harvard con su tesis de “Share Values”, los de “Conscious Capitalism” o la recién creada “Round Table” y “Reset Capitalism”, alrededor de las iniciativas del World Economic Forum.

Todas ellas están orientadas a darle al capitalismo un vínculo y una mayor responsabilidad social, pero ninguna de ellas, que se sepa hasta ahora, se focaliza en una mejor distribución de la propiedad y, por consecuencia, de las ganancias. El capital debería acometer y plantearse una salida, antes de que la realidad le dé la razón a quienes hemos mencionado. Si bien el argumento tiene fuertes repercusiones mundiales, interesa revisarlo en nuestro país, donde toma particulares características.

El caso Venezuela.

El hecho de que el “gran propietario” venezolano es el Estado, debería facilitar cualquier esquema re-distributivo como se ha intentado varias veces, pero con infructuosos resultados, puesto que, en cuanto a la propiedad del negocio petrolero se enfrenta con serios “escollos”, patológicos, ideológicos e institucionales, además de que se supone que esa propiedad “nos pertenece a todos”, con lo cual la dificultad es aún mayor para intentar esquemas redistributivos. A ello se añade que ese mismo Estado posee, prácticamente, la mayor proporción de propiedad de la tierra[7] y que, como se sabe, reiterativos intentos de distribución de la tierra de su propiedad, no han culminado en cambios sustantivos y significativos en ese terreno.

En el campo de la economía privada existen muestras de concentración de la propiedad que invocan soluciones desde esa posición tanto, que la experiencia reciente nos dice y advierte el peligro de la solución “confiscatoria y expropiadora”, las cuales parecen estar de retroceso con la evidente demostración fáctica de su efecto destructivo de todo orden. Luego, para evitar futuras acciones similares, porque el problema central no ha desaparecido, el capital privado venezolano debería comenzar a pensar en cómo reducir, flexibilizar o atenuarlo. Algunos han sugerido distintas tesis, como la de un “capitalismo popular”, otros la de un “capitalismo solidario” y otros la de un “País de Propietarios” sin que ninguna de ellas, que se sepa, ha “cuajado” en el quehacer del gran capital venezolano.

Al tema central: propiedad, ganancias y pobreza.

Reiteramos aquí la idea medular que planteamos. Sea a nivel internacional o al nivel local, caso Venezuela, no vamos a encontrar una solución sostenible y duradera para la pregunta de ¿Cómo hacer más ricos a los pobres?, si no focalizamos correctamente la materia. Si seguimos creyendo que basta con el enfoque del ingreso seguiremos dando “vueltas” sobre lo mismo. Ojalá que no sea uno de esos estallidos que a veces aparecen en la sociedad el que envíe la señal de emergencia y que termine teniendo razón Piketti con aquello de la “Segunda Revolución Francesa”. En nuestra humilde opinión ya existen evidencias claras de desigualdad marcada, no solo en el terreno económico, sino en planos distintos a este en el plano mundial, como en el nacional, que deberían provocar una reacción y un plan de acción más agresivos de parte de los capitales privados, uno que pueda llegar al mundo de la opinión pública con cambios verdaderos en el doloroso problema de la vida en precariedad y pobreza.

[1] No olvidemos que la propuesta principal del marxismo original cuestiona la propiedad privada e invoca por su opuesto la propiedad social de los medios de producción.

[2] Ver artículo ¿Tiene razón Piketti? 5 de febrero de 2022.

[3] Dice Piketty que “la proporción de las rentas del capital (utilidades, dividendos, rentas, e intereses) está creciendo más rápido que el crecimiento económico, por lo que todos los beneficios del capital ocupan una parte creciente del ingreso mundial, con lo cual este toma la mayor parte del total y por otro lado, los ingresos del trabajo van en dirección contraria”. Por otro lado: Credit Suisse Research Institute dice “la mitad inferior de la población mundial posee menos del 1 por ciento de la riqueza total. Como marcado contraste, el 10 por ciento más rico posee el 88 por ciento de la riqueza mundial, mientras que el 1 por ciento superior por sí solo representa el 50 por ciento de los activos globales” Credit Suisse (2017): Global Wealth Databook

[4] Las consecuencias de una distribución sin el apellido las conocemos. En el caso Venezuela, distintos intentos de reparto de la tierra sin esas capacidades han fracasado.

[5] Ver sus declaraciones en El País 21/11/2021

[6] La medula del problema es que el mercado y el capital son muy eficientes en la creación de riqueza, tal como lo percibió su gran creador, Adam Smith, pero no poseen un similar mecanismo distributivo, más allá del que proveen los aumentos de la producción.

[7] Delahaye, O. (diciembre 2006).” Tenencia de la tierra y desarrollo rural sostenible: algunos puntos para la reflexión en el caso venezolano”. Agroalimentaria, v.11 n.23 Mérida y Quevedo, R. I. (Junio1998). “Venezuela un perfil general. La tenencia de la tierra y puntos álgidos de su mercado.” C. IICA. Caracas. Venezuela. Agroalimentaria. Nº 6.