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¿Qué es una raya más pa’ un tigre?

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Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 2 min.

Desagrado como el que se siente al estar oyendo constantemente a alguien vanagloriándose de lo que no tiene y presumiendo de logros que todos sabemos que solo existen en la “chuleta” que le dictan como guía para la perorata o el mismo sentimiento, unido al de la rabia que nos induce comprobar que el cinismo en algunos seres humanos es parte de su estructura de personalidad y requisito indispensable para ser ministro del régimen.

Lo que si llama la atención es la desfachatez del gobierno, el cual, estando bajo el escrutinio internacional se permite un nuevo gesto tan evidentemente dañino para sí mismo, que obliga a preguntarnos ¿para qué?

Los animales acorralados, ante una amenaza que saben que no pueden dominar, reaccionan con gestos de valentía que lejos de ser eso, representan el último recurso para convencer a su atacante de que puede hacerle daño si nos los dejan escapar. Y escapar es lo único que realmente quieren los cabecillas del gobierno.

De manera que sí. Estamos en dictadura, lo hemos estado desde mucho antes de que aquél se ganara el calificativo de “eterno” y ahora sus herederos, con menos recursos carismáticos, se ven obligados a demostrarlo públicamente buscando, al menos, algunas garantías para el escape.

Más allá de intentar seguir profundizando nuestro desánimo, allí está la explicación del gesto; déjenme ir con “honor” o si no, me voy a portar peor.

¿Cuán peor? La represión se hará más abierta y sobre todo con mayores costos para los opositores. El horror de Chile y Argentina puede reproducirse con la mezcla caribeña que aportaría la experiencia cubana.

Y a todas estas, ¿qué entienden por “honor” los que condicionan a él su salida? No me persigas legalmente, al menos no lo hagas inmediatamente, dame tiempo para tratar de esconder bien los reales que me “gané” en estos largos años de “trabajo”, permíteme confirmar que la memoria de los venezolanos es corta y que en pocos años estaré caminando libremente, como lo hicieron y siguen haciendo aquellos que me antecedieron en la otra época y si no es mucho pedir, déjame preservar una parte de mi capital político de manera de facilitar nuestra presencia en la escena pública.

Ante la pregunta ¿qué pasará con los que tienen, adicionalmente otro tipo de deudas con otros acreedores?, la respuesta es obvia; quien los manda a meterse para lo hondo si al final iban a necesitar salvavidas que no tenemos a mano.

Y a todas estas ¿quién es el tigre? Sin duda nosotros, la gente, que hemos venido soportando a este régimen y a los anteriores, perdonando y olvidando todo, y cándidamente dándoles nuevas oportunidades para que vuelvan a las andadas.

Hay que dejar de seguir acumulando rayas y empezar a mostrar los dientes, porque la razón y la fuerza electoral está de nuestro lado.