¿Cuál de los nombres dados al largo proceso que hemos vivido desde hace diecisiete años es el más apropiado para definirlo correctamente? ¿La revolución bolivariana, el socialismo del siglo XXI o el chavismo a secas? Para aclarar esta cuestión analicemos los tres conceptos.
1) Revolución: la revolución es un hecho histórico que cambia la estructura económica, política, jurídica y social de un país, reformulando el sistema de relaciones sociales existentes (las relaciones de producción, según Marx). Esta condición es básica, porque no hay revolución sin cambio de la estructura jurídico-política y de la base socio-económica que la sustenta. La revolución no significa algo mejor. Sus resultados suelen ser peores que los males que intenta remediar. Pero en todo caso, debe haber una clara ruptura entre el presente revolucionario y el pasado prerrevolucionario. En Venezuela tal cosa no ha ocurrido. Los rasgos indeseables de la llamada cuarta república, que impulsaron la insurrección militar de 1992, embrión del régimen actual, están todos presentes en la república bolivariana. El clientelismo, el populismo, el personalismo, el militarismo, el centralismo, el rentismo petrolero y la corrupción subsisten e, incluso, se han fortalecido.
2) Socialismo: es una construcción teorética, un sistema de pensamiento, una ideología. Aspira a crear una sociedad igualitaria, sin clases sociales, sin ricos ni pobres. Es una idea muy antigua que ha pasado por diferentes etapas históricas. Karl Marx intentó darle rango científico con la filosofía dialéctica y el materialismo histórico. Pero el socialismo puro, sin el capitalismo, nunca ha existido. Este último, que el primero quiere liquidar, ha existido siempre. El mercado, el comercio, el dinero, la ganancia, la propiedad, el interés, el ahorro y la inversión, elementos básicos del capitalismo han existido desde la más remota antigüedad. El capitalismo es una formación social histórica. El socialismo es una teoría, una utopía.
El socialismo del siglo XXI nunca fue discutido ni analizado en Venezuela, pero por el discurso de sus promotores vemos que no difiere mucho del socialismo del siglo XX. La lucha antiimperialista (Estados Unidos), la aversión al libre comercio y a la empresa privada, la alergia por la libertad individual, la democracia y el pluralismo político, el culto a la personalidad del líder, la sumisión de las formas de organización social (sindicatos, gremios, grupos culturales y artísticos, etc.) al partido, del partido a la cúpula y de la cúpula al líder supremo, todo eso forma parte de uno y otro. No llegó en Venezuela, como en Cuba y en la URSS, a expropiar totalmente los medios de producción ni a eliminar los partidos políticos de oposición y los medios de comunicación privados, pero no fue por falta de ganas, sino porque históricamente ya no era posible.
3) El chavismo. ¿Qué cosa es? Un sistema político sui generis que combina elementos del caudillismo militarista del siglo XIX, del populismo latinoamericano y del socialismo marxista. Su característica principal es que elimina la autonomía de los poderes públicos y concentra todo el poder en el jefe del Estado que deja de ser un funcionario civil para convertirse en jefe militar, en Comandante Eterno. El comandante es la máxima autoridad. Lo que él ordena está bien y nadie discute. Todas sus decisiones tienen un carácter mayestático: desde los caprichosos cambios en los símbolos patrios y la manipulación de los huesos del Libertador, pasando por las expropiaciones ilegales a dedo, siguiendo con las órdenes televisadas de arresto a empresarios, jueces y políticos de oposición, hasta la proclamación final de que él ya no es él, sino el pueblo mismo. Son hitos en el proceso, pero ponen de manifiesto una forma de mandar y de entender el poder. El comandante es insustituible y debe gobernar hasta su muerte. Pero una vez muerto, sigue existiendo en todos y cada uno de los fragmentos que integran su incorpórea presencia. Su rostro, su figura, su discurso y hasta su firma autógrafa están por todas partes y sus pequeños y escrutadores ojos nos miran por doquier. ¿No es el chavismo el sistema que mejor explica el proceso que nos ha conducido a la situación actual?
31 de marzo, 2016. El Nacional