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Éxito y fracaso en el Caribe.

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Tiempo de lectura: 6 min.

Mientras la economía venezolana ha colapsado, la de Republica Dominicana ha crecido a tasas que se han considerado de las más elevadas en América Latina y el Caribe. En la actualidad supera a Venezuela en sus avances económicos y sociales. Dominicana es un ejemplo de la importancia de un sector conservador (no socialista), que contrapese las erradas ideas provenientes del régimen de los Castros.

Cuando realizaba mis estudios de doctorado en la Universidad de Barcelona, a inicios de la década de 1990, me topé con un economista dominicano que me trató con especial deferencia apenas conocerme. Luego, en una conversación en el cafetín de la Facultad, el profesional dominicano me confesaría que sentía un profundo agradecimiento hacia los venezolanos por el subsidio que Venezuela otorgaba a Dominicana en el marco del Pacto de San José, vigente en aquella época. Sin este subsidio la economía dominicana sería inviable, según el profesional dominicano. En efecto los datos de la Comisión Económica Para América Latina (CEPAL) confirman que la patria natal de Billo Frómeta era una economía con una capacidad de creación de riqueza sustantivamente inferior a la de su vecino petrolero rico. El PIB por habitante de Dominicana era menos de una tercera parte del de Venezuela, como se evidencia en el cuadro insertado al final de este escrito.

Sin embargo esto es historia patria pues con el tiempo la situación de ambos países ha cambiado radicalmente. Mientras la economía venezolana ha colapsado, la de dominicana ha crecido en los últimos años a tasas que han sido consideradas como las más elevadas en América Latina y el Caribe. Como veremos más adelante, en los actuales momentos la creación de riqueza de Dominicana, medida por el PIB por habitante, supera ampliamente a la de Venezuela. La explicación de este cambio reposa en la contrastante agenda política y económica que han seguido ambos países. Nuestro país se adscribió a una agenda que ha privilegiado el control político y el mantenimiento en el poder del régimen, dañando en ese proceso las actividades económicas y productivas, como la petrolera. En contraste Dominicana ha venido instrumentando una agenda de reformas que ha tenido como propósito incentivar la inversión empresarial y el crecimiento económico, muy similar a la que se ha implementado en México, Colombia y Chile con resultados similares.

El primer elemento que hay que resaltar en la contrastante ruta seguida por ambos países es la agenda política e ideológica. Mientras en Venezuela las universidades, las instituciones culturales, los intelectuales de diverso pelaje y los partidos políticos han coqueteado con las ideas socialistas provenientes del régimen de los Castros, en Dominicana se impuso desde la década de 1960 una agenda anticomunista liderada por Joaquín Balaguer. Balaguer fue un político quien se desempeñó como funcionario de rango ministerial de la dictadura de “Chapita” Trujillo. Una vez que Trujillo fallece en un atentado los militares dominicanos toman el poder iniciándose un periodo de inestabilidad que culmina con la intervención de Estados Unidos y la elección de Balaguer como presidente. Una vez en el poder inicia un régimen autoritario que duraría 12 años durante los cuales se reprimió sistemáticamente a los partidos de izquierda. Balaguer decide armar un entramado político que favorecería a los sectores conservadores que él representaba. El antiguo funcionario de la dictadura era un político estrechamente cercano a la iglesia católica, por ello no simpatizaba con la izquierda socialista y entre ellos incluía a los socialdemócratas apoyados por la AD de Venezuela. Contaba además con el apoyo de los Estados Unidos que no deseaba que surgiera en el Caribe otro régimen como el de los Castros. De ese modo se consolida un polo conservador que detentaría el poder por varias gestiones, blindando al régimen dominicano frente a las ideas socialistas y comunistas, que se propagaron en el Caribe y en América Latina durante esos años. Si bien se realizaron importantes inversiones en infraestructura, el régimen se mostró reacio a introducir reformas que modernizaran la economía, la cual permaneció durante muchos años con un atraso relativo en relación a sus vecinos, en especial a su vecino rico Venezuela. Ello se refleja en su creación de riqueza medida por el PIB por habitante que a inicios de la década de 1990 se mantenía abiertamente por debajo del de Venezuela como hemos señalado.

Mientras en la Republica Dominicana Balaguer apoya un giro conservador, en la vecina isla de Cuba asciende al poder un régimen revolucionario que confisca las propiedades de todos los que consideraba enemigos de la revolución, entre ellos muchos de los empresarios e inversionistas que habían mantenido, en virtud de su actividad empresarial, vínculos con la dictadura de Fulgencio Batista. Adicionalmente a ello se instauró un régimen de terror que obligó a la clase empresarial a huir, mayormente a los Estados Unidos, en resguardo de su vida. República Dominicana se benefició del desbarajuste creado por la revolución cubana pues se convirtió en un lugar seguro para las inversiones de los empresarios obligados a huir del régimen de los Castros. Uno de estos fue Pepe Fanjul quien adquirió notoriedad recientemente, pues es un estrecho amigo del Rey Juan Carlos de España. Este empresario dedicado al negocio de la caña de azúcar decidió invertir sus capitales en la Republica Dominicana en el cultivo de la caña y en resorts de lujo en las zonas turísticas de la isla, que con el tiempo se convertirían en un imán para los artistas estadounidenses de origen latino como Marc Anthony y otras estrellas.

La influencia de Balaguer se prolongó hasta inicios de la década de 1990 cuando su partido fue decisivo a la hora de escoger el liderazgo que controlaría el nuevo gobierno que se iniciaría en 1996. Balaguer decidió apoyar a un nuevo liderazgo conservador dirigido por Leonel Fernández en contra de las aspiraciones de quienes lideraban a los socialdemócratas dominicanos apoyados por la AD de Venezuela. La nueva alianza de naturaleza conservadora dirigida por Fernández, se orientó a instrumentar reformas de naturaleza liberal que buscaron fortalecer la conexión del país con la economía internacional lo cual derivó en la firma de un tratado de libre comercio con Centroamérica, que a la postre derivaría en un tratado de libre comercio con los Estados Unidos, el cual daría acceso privilegiado a los productos dominicanos al mercado de este país. En este terreno el liderazgo político dominicano aprendió de la experiencia venezolana, pues la firma del tratado fue parte de un consenso político que permitiría mantener las reformas liberales a pesar del cambio que se diera con motivo de las elecciones presidenciales. Ello ocurrió en las últimas elecciones cuando el partido oficialista perdió las mismas y cedió el poder al partido de la oposición. Como lo señala la revista The Economist en un número reciente “Aunque las transferencias de poder en el país son raras, ellas no necesariamente traen cambios. La política dominicana se ha caracterizado por un consenso de orientación política centrista y amigable con el sector empresarial” totalmente antagónica con la agenda política que ha predominado en Venezuela en las últimas décadas que ha sido hostil al empresariado y a los Estados Unidos. Las reformas introducidas por Fernández y sus aliados dieron inicio a una etapa de acelerado crecimiento económico que se prolongaría hasta los inicios del siglo XXI.

República Dominicana gracias a su gestión de naturaleza conservadora y las reformas liberales que introdujo, ha logrado avances considerables. Como podemos observar en el cuadro siguiente la creación de riqueza de República Dominicana, medida a través del PIB por habitante, se ha ido incrementando hasta casi duplicar en el 2019 la de Venezuela, país cuya economía ha colapsado al asumir la agenda estatista de los cubanos. También en el plano social Dominicana ha hecho avances considerables al reducir su tasa de pobreza a menos del 20%, según el Banco Mundial, mientras la de Venezuela se ha elevado por encima del 80% según los datos de la ENCOVI, llevada a cabo por la UCAB y otras universidades.

PIB por habitante en dólares constantes de República Dominicana y Venezuela para los años 1990, 1998 y 2019.

A Ñ O S

PAIS

1990

1998

2019

Republica Dominicana

2596

3603,4

7990,7

Venezuela

8682,8

9232,3

4211,6

Fuente: Comisión Económica para América Latina (Cepal)

El caso de la Republica Dominicana revela la importancia de un sector conservador que contrapese la influencia de ideas equivocadas como las provenientes del régimen de los Castros, que no constituyen un ideario para el desarrollo sino una agenda para el control social y la eternización en el poder, que cuando se instrumentan tienen efectos traumáticos sobre la creación de riqueza. Ese rol lo desempeñó en Venezuela Rómulo Betancourt quien combatió, sin contemplación alguna, la influencia cubana, en el contexto de un acuerdo político (El Pacto de Punto Fijo) que sentó las bases de la democracia venezolana.

Profesor UCV .