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26 de octubre: no nos dejaron firmar y no quedó otra que manifestar

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El comentario de la semana (hasta hoy)

Hoy hemos vuelto a vivir una jornada nacional de protesta pacífica, que no por ello oculta una rabia sorda que corroe las mejores intenciones y que ante el uso de la fuerza policial o parapolicial, uniformada o no, en motos o a píe, se repliega pero no corre a esconderse, manteniéndose en la calle y dispuesta a seguir instrucciones que no terminan de llegar.

Es edificante ver jóvenes y no tan jóvenes caminando a ritmos distintos pero con un propósito común, clamar por un cambio de gobierno que permita comenzar la reconstrucción de nuestro querido país.

El actual, muy debilitado en su respaldo civil y con una incógnita sobre el militar que debe haberle afectado su sueño de bebé al presidente, en lugar de entender que la política demanda conciliar y buscar una salida conveniente para todos, se empeña en gritar como solo lo hace quien siente temor en la oscuridad.

Y cuando decimos oscuridad pensamos en las dudas que deben embargar a los que literalmente han comprado adhesiones y hoy sienten que se quedaron sin la posibilidad de seguir “adquiriendo” apoyos, internacionales y mucho menos nacionales.

El día terminará, estamos seguros, con un saldo lamentable de personas heridas y robadas (también literalmente) pero con la tranquilidad de que hay un país que se resiste a ser doblegado y que cuenta con gente que está dispuesta a tomar el relevo y conducirlo a la senda democrática.

Creemos en el diálogo, es necesario, pero el mismo debe llevarnos a un ejercicio ético de la política, donde la pulcritud administrativa sea no solo proclamada, si no demostrada y la capacidad para el ejercicio de las funciones de gobierno sea el requisito indispensable para ocupar posiciones desde las que se tomen decisiones que nos afecten a todos.

Este gobierno está agotado, las próximas horas serán decisivas, y ante ellas los venezolanos tenemos que aceptar que todos no pensamos lo mismo, que las diferencias de opinión, entre otras, son no solo naturales si no deseables y que tenemos que vivir resolviéndolas de una forma ciudadana.

Esa forma en lo inmediato nos es otra que elecciones verdaderamente democráticas y si insisten en negar el RR16, tendremos que encontrar la fórmula electoral que nos permita convivir y progresar con equidad.

Pendientes y a contribuir con lo que nos corresponda