Apreciación de la situación política # 90
Próximo a concluir el año, el régimen tiene pocas cosas positivas que mostrar al país. A lo interno puede celebrar que logró concluir el año sin que se cumpliera ninguna de las amenazas de la oposición democrática de sacarlos del poder por la vía constitucional, pacífica, democrática y electoral gracias a las triquiñuelas jurídicas que sus aliados del TSJ impusieron a la Asamblea Nacional y a la MUD. Otro logro importante, para ellos, es que la repartición de los escasos dólares entre todos los enchufados con acceso a 10 Bs/$ alcanzó, en cantidades razonables, para las fortunas personales o grupales de los mismos, por lo que tendrán unas alegres navidades probablemente en el exterior.
Los empresarios revolucionarios también tuvieron su tajada, aunque a un dólar superior, el de 600 Bs/$ promedio, para importar insumos que luego venden al precio del cambio paralelo y que para estas fiestas decembrinas aportarán un excelente diferencial cambiario. No muy atrás se quedaron los esforzados guardianes de nuestras fronteras quienes manejan a su discreción el paso del combustible y los otros insumos de primera necesidad, medicinas y alimentos para la dieta del venezolano común, que tiene que pagarlo al dólar libre o al que quiera imponer el régimen, siempre cuidando los intereses de los abnegados guardias fronterizos.
Sus otros socios, con perfil más bajo, pero con decisiva influencia en las instancias gubernamentales - según unos sobrinos sentenciados por la justicia del imperio- como lo son, el pranato y el narcotráfico, también agarraron lo suyo, con la mayor impunidad, aunque no necesariamente en dólares americanos buena parte de ello. Con mucha satisfacción el jefe del régimen podrá anunciar ¡misión cumplida! Otro año chupando de una ubre casi seca.
Para la oposición democrática, los logros tienen otros matices, pero sin duda el mayor es que logró mantenerse operando dentro de un régimen que ya no oculta su naturaleza dictatorial ni su intención de mantenerse en el poder a cualquier costo. El otro logro fue sentarlo en una mesa de diálogo con inciertos resultados para la cacareada salida constitucional, pacífica, democrática y electoral.
Pero para el venezolano de a pie, ese que paga la factura y los impuestos y cobra en bolívares, nada tendrá que celebrar porque, simplemente, no tiene nada que celebrar que no sea que pasó el año sin enfermarse él, o alguien de la familia, o no se le echó a perder el carro o le robaron la batería o los cauchos o que, en el mejor de los casos, no fue víctima de un secuestro o de un robo donde pudiera haber perdido la vida.
Para al país, como tal, no hubiera podido irle peor, estando entre los diez últimos en libertades civiles, economía, violación de derechos humanos, casi la única hiperinflación en el mundo y con PDVSA, la ex gallina de los huevos de oro, quebrada. Con estos tristes indicadores macroeconómicos y la perspectiva, más triste aún, de que el régimen no está interesado ni siquiera en tratar de interpretarlos, no podemos pensar que el próximo año será mejor si no salimos de este gobierno, ahora sí, como sea.