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Aragua en Red ante el momento político que vivimos

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 5 min.

Se aproxima el fin de este 2022 y ya es evidente el fracaso de los intentos del gobierno de Maduro para refrescar su imagen mediante un aparente cambio de conducción económica, que no política; cambio que ha sido solo de forma, manteniendo intacto el andamiaje de controles que en definitiva es lo que caracteriza al régimen, sin formalizar legalmente el clima de libertad económica que sería lo que pudiera dar garantías a las inversiones realmente productivas y no meramente comerciales, sobre todo, las basadas en la transacción de productos hechos en el exterior y que ingresan al país libres de impuestos y de otros requisitos formales, que si les son aplicados a la ya golpeada producción nacional quitándole a ésta cualquier oportunidad de ser medianamente competitiva.

Si Venezuela no se arregló en lo económico, mucho menos lo ha hecho en lo político, espacio en el cual se ha reforzado la represión selectiva sobre todo aquello que huela a democracia y libertad que pueda representar un peligro al régimen, anteponiendo sus conveniencias a los derechos de los ciudadanos, desde los más básicos para la vida tales como salud, alimentación, trabajo y educación de calidad, hasta los no menos importantes relacionados con la preservación del ambiente, el acceso a la cultura y el reconocimiento de lo fundamental que es el deporte y la recreación para los seres humanos, todos los cuales solo se ejercen plenamente cuando existe libertad.

Ante esta realidad, los llamados a ejercer la conducción política de las mayorías deseosas de un cambio, se han enfrascado fundamentalmente en la organización burocrática de una estructura directiva, que no ha incluido ni incluye a todos los factores partidistas y que además deja por fuera la opinión de otros elementos de la sociedad civil como los gremios, sindicatos, academia, juntas de vecinos y asociaciones deportivas y culturales, las cuales tienen mucho que aportar en cuanto a la sensibilidad de los ciudadanos ante los diferentes problemas que nos aquejan.

En este momento, más importante que el candidato a enfrentar al madurismo en las elecciones presidenciales, es plantearle al país, -y convencerlo-, que se ha construido un acuerdo político de gobernabilidad que, más allá del reemplazo de las personas en el gobierno, garantice que la sustitución de lo actual será verdaderamente por algo distinto, con una visión del país deseado que para ser alcanzado tienen que comprometerse con la tarea de erradicar la pobreza, seguros de que lograrla es posible solo a través de la igualdad real de oportunidades para acceder a educación, salud y trabajo, todo ello respaldado por un marco jurídico cuyo cumplimiento descanse en un sistema judicial capaz, eficiente y sobre todo honesto.

Para votar por una determinada opción tenemos que ser convencidos de que finalmente los intereses de todos, en conjunto, están por encima de los de algunas individualidades, por muy valiosas que ellas puedan ser, y que más que acceder a cargos, lo que se persigue es el poder para transformar las inequidades que nos agobian y erradicar de verdad y no de palabra, la corrupción que se ha instalado pretendiendo ser aceptada como una condición innata, cuando en realidad representa la forma más brutal de expoliación que se le puede imponer a una sociedad.

Venezuela cuenta con personas de reconocida solvencia moral, capacidad y trayectoria comprobables. Por eso estamos seguros que para entender y poner en practica una conducción sería y eficiente de nuestro país, no requiere un iluminado, sino de alguien capaz de unir a los venezolanos de bien, de escuchar recomendaciones, coordinar equipos y tomar decisiones de acuerdo a lo que dictan las normas elementales de una sana administración del Estado, resolviendo problemas de hoy, pero con la vista puesta en el mediano y largo plazo. Un futuro en el que el petróleo y el gas seguirán teniendo importancia por unos cuantos años más pero a los que hay que buscarles reemplazo como elementos centrales de nuestro desarrollo, reconociendo que para este propósito la riqueza biológica y las condiciones de nuestro entorno natural, con un apropiado aprovechamiento, representan una oportunidad que no puede seguir siendo destruida ni ignorada.

Primero el acuerdo de gobernabilidad, después la elección del candidato. Lograr ese acuerdo o pacto facilitaría grandemente la escogencia de la individualidad que pueda coordinar ese equipo de trabajo indispensable para los años de transición que se avecinan.

Ya habrá tiempo para diferenciarnos en matices; por ahora, lo urgente es definir lo que queremos y lo que estamos dispuestos a aportar para su logro.

Si no hay acuerdo en torno a quién y persisten los cálculos y expectativas tanto personales como grupales, las primarias podrían ser una herramienta muy útil, siempre y cuando sean amplias, de cara al país y abiertas a todos, inclusive a aquellos que no nos agradan y con los que no compartimos afinidades.

Esas primarias con esas características necesarias, no son las que se han anunciado, cuyo reglamento ya está elaborado sin la participación formal de esa “sociedad civil” que aparentemente será llamada a regir ese proceso. Entonces nos preguntamos en este punto: ¿eso que llaman sociedad civil sólo es buena para votar y organizar eventos electorales sin que se le haga ningún tipo de consulta previa? Además, ya se adelantó la decisión según la cuál las primarias deberán ser sin la participación del CNE, (por cierto, el mismo CNE que regirá las elecciones del 2024 y 2025), cuando en realidad lo que debería decirse es que las primarias utilizarán la plataforma técnica del organismo electoral para la captación de la voluntad de los que concurran al proceso, pero que este estará dirigido exclusivamente por sus convocantes.

En fin, es hora de hablarle al país con claridad, despejando dudas, reconociendo realidades y demostrando en la práctica que de verdad pretendemos hacer las primarias y no usarlas como distracción hasta que “las condiciones objetivas obliguen” a la escogencia de un candidato mediante un consenso alcanzado en cenáculos, cómo ya ha sucedido.

Esta declaración ratifica nuestra constante prédica a favor de la unidad, de esa unidad basada en acuerdo de propósitos y no en reparto de cargos, entendiendo que el momento demanda claridad y grandeza si queremos que la mayoría de los venezolanos recupere la confianza en la democracia, si esperamos que esos jóvenes que solo han conocido lo que hoy llaman política, comprendan que ésta representa una noble oportunidad de servir y no un instrumento de lucro personal y que, en definitiva, nos comprometamos a construir una nueva Venezuela a la altura de los tiempos que estamos viviendo.

Si no logramos esa unidad total tan deseada, siempre tendremos la opción de acompañar a grupos que nos merezcan respeto y aunque no conformemos un sector de opinión absolutamente homogéneo en cuanto a pensamiento, -cosa que no deseamos-, concurriremos a las contiendas electorales por venir, inclusive sin las condiciones ideales, porque ya basta de dejarle libre los espacios a los adversarios. Los venezolanos tenemos que saber y sentir que no estamos solos y que existen mujeres y hombres dispuestos a seguir persiguiendo sueños factibles, seguros de que algún día serán realidades.

Octubre 2022