

Se entiende por Capitalismo de Estado a un modelo económico en el que el Estado tiene un papel predominante en la economía de una nación, bajo un sistema de base capitalista; pero con tendencia a la administración centralizada. Existen variantes, de acuerdo a distintas corrientes ideológicas y situaciones específicas. El Estado posee y administra las riquezas de la nación, las materias primas de gran valor, las industrias básicas y los principales medios de producción de bienes y servicios, particularmente los considerados de alta utilidad pública, como la electricidad, agua, gas, etc.
Con el fin de tener elementos para una evaluación comparativa, se caracteriza, brevemente, el modelo chino de Capitalismo de Estado. En China tuvo lugar un proceso de cambio relativamente rápido, pero convenido y de forma planificada, del modelo socialista-comunista de economía centralizada a un capitalismo de libre mercado, con connotaciones socialistas. La idea era utilizar la capacidad del sistema capitalista para promover el desarrollo; para lo cual fueron liberando actividades de producción, permitiendo a particulares obtener ganancias económicas; posteriormente fueron favoreciendo la expansión del sector privado y la inversión de capitales; pero el gobierno afirma que siguen siendo comunistas. El Estado se reservó las actividades económicas consideradas estratégicas. Esta transición ha logrado notables éxitos económicos y sociales. La apertura económica de China la ha llevado de ser un país bastante atrasado y con altos niveles de pobreza a convertirse en la segunda más grandes economía del mundo, Desde la apertura económica, hace más de 40 años, ha sacado de la pobreza a varios cientos de millones de personas; pero los derechos ciudadanos continúan limitados y persisten importantes problemas sociales.
En el caso de Venezuela, se cumplen las características que definen un Capitalismo de Estado; pero los resultados son muy diferentes a los obtenidos por China. Las riquezas, entre las que destacan el petróleo, gas y minerales valiosos pertenecen al Estado, pero las maneja el gobierno como si fueran de su propiedad. Los servicios básicos y los sistemas de salud, y gran parte de la educación, así como la seguridad pública también están en manos del Estado, pero en están pésimas condiciones. Los índices económicos y de nivel de vida de la población nos indican que estamos en presencia de una economía en profunda crisis.
En cuanto a la propiedad privada, hubo una arremetida de expropiaciones, y nacionalizaciones concentradas en los años 2005 a 2017, los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro se apoderaron de más de 1.350 empresas, en ese mismo período ya habían quebrado más de mil de ellas; lo cual no es de extrañar, ya que estas empresas terminaron por fracasar o están en condiciones deplorables y trabajando con escasa eficiencia. Entre las propiedades afectadas se encuentran importantes empresas relacionadas con servicios y actividad petrolera, explotación minera, metalurgia, electricidad, telefonía, industrias alimenticias y cadenas de supermercados y de los hoteles Hilton; así como grandes comercios de diferentes tipos. Se intervinieron 22 bancos y se expropiación cinco de ellos. Es necesario recordar que un número considerable de empresas estratégicas ya pertenecían al Estado. En el campo, el gobierno expropió más de cinco millones de hectáreas, no pocas de ellas en plena producción, el efecto generalizado fue el de una muy importante disminución de la producción agrícola.
Como consecuencia de las políticas económicas y sociales implementadas, el país entró en un proceso de hiperinflación y una terrible escasez de alimentos, medicinas, repuestos, etc.; así como de deterioro de bienes y servicios indispensables para un aceptable nivel de calidad de vida; todo esto conforma las características propias de un Estado fallido. La reacción a esta situación ha producido miles de protestas populares que, en general, han sido fuertemente reprimidas. Por otra parte, la renta petrolera fue desaprovechada; se destinó en gran parte a financiar una economía poco eficiente y de baja productividad, a incentivos clientelares y la ayuda a países con gobiernos políticamente afines al de Venezuela; la corrupción también ha estado presente.
Todos estos son efectos directos de la aplicación de un paradigma político que ha tenido grandes fracasos a escala mundial, aplicado por un gobierno con un gran sesgo populista, con fuerte influencia del comunismo a la cubana y un liderazgo mesiánico que con una pésima gestión de gobierno, definen, sin lugar a dudas, el modelo económico aplicado en Venezuela como un Capitalismo de Estado fracasado, que se hace más evidente al compararlo con experiencias como la de China.
Profesor, Facultad de Agronomía, UCV
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