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Carabobo, doscientos años después

Opinión
Artículos de opinión
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Paradójicamente, cada cien años, nos ha tocado conmemorar en tiempos de Dictadura, de opresión y de sometimiento colectivo, el aniversario de aquella batalla que nos dio la independencia en el Campo de Carabobo.

En efecto, en 1921, con motivo del primer centenario, el tirano JUAN VICENTE GÓMEZ, era quien detentaba el poder de la República liberada en el campo donde se escenificó el combate decisivo entre los Realistas y los Patriotas en la lucha por la independencia. En aquel año, el Benemérito, como se hacía llamar el General andino, ordenó levantar allí “…un monumento para perpetuar el recuerdo imperecedero del magno hecho de armas, digno de los vencedores de aquel campo inmortal” fraseología rimbombante recogida en el texto del decreto respectivo matizado por esa narrativa grandilocuente, propia de la historiografía oficial que durante más de la mitad de la existencia de la república, ha impuesto la bota militar en ejercicio del poder, cobijada bajo la iconografía de los héroes de nuestra nacionalidad. En cumplimiento de aquella decisión, el mismísimo General, inauguró en el campo de la batalla de Carabobo un Arco de Triunfo en diciembre de 1930.

Hoy, en el segundo bicentenario de aquel memorable acto de guerra libertaria, un Dictador vuelve a dejar su impronta totalitarista en la sagrada sabana de Carabobo, avanzando en la falsificación de la historia patria como herramienta de la desesperanza aprendida capaz de enervar los valores sociales y familiares imbricados en el imaginario colectivo venezolano.

Cada Dictadura en Venezuela ha cultivado sus antivalores propios, que usualmente son la negativa del legado de los padres fundadores, aun cuando se valgan de la exaltación de la gesta emancipadora para rubricar todos sus actos oficiales. Por eso, este Régimen sin rubor alguno, festejará el bicentenario de Carabobo con el llamado “Primer Encuentro Cultista de Santería” que más que un evento cultural se trata de un episodio la transculturización producto de la cubanización del país.

¿Por qué a tan solo dos siglos de la lucha de emancipación este trágico hado de nuestro destino nos ha llevado a esta tragedia de la pérdida del sello independentista de Carabobo? Sería importante hoy, como un acto individual de patriotismo, respondernos esa pregunta de cuya respuesta depende que nuestros descendientes puedan celebrar en democracia el próximo centenario de ésta efemérides.