Nicolás Maduro ha topado con el Arco Minero del Orinoco. Se trata, para decirlo en corto, de 113.597,7 Km² que representan un 12,4% de la superficie total del país, territorio en donde se encuentra enterrado un cuantioso tesoro minero (oro, diamante, cobre, coltán, granito, bauxita …), además, cosa que se menciona menos, de ser la reserva de los recursos hídricos y de biodiversidad más importante de Venezuela. El cielo no me abandona, pensará en las noches nuestro Presidente.
Puesto en el trance en que lo coloca la crisis económica y siempre cuidadoso con el legado de su antecesor que en el vigente Plan de la Patria habló, entre otros propósitos, de salvar al planeta tierra de los desastres ambientales causados por el capitalismo, con cierto pudor ideológico el Presidente ha planteado negociaciones con unas cuantas empresas, entre ellas algunas multinacionales de pésima reputación, con el fin de explotar la enorme y variada riqueza minera que se encuentra hacia el sur del país. Negociaciones, que dicen los entendidos, se saltan a la torera las leyes referidas a la preservación del ambiente. Negociaciones en las que, advierten también los entendidos, las empresas tendrán el sartén por el mango en la redacción de los contratos y gozaran del régimen de “zonas especiales”, suerte de enclaves, con grave perjuicio para el interés nacional.
II.
En esta hora menguada del ingreso petrolero, Oro y Coltán son, así pues, nuestras primeras necesidades. Y, discursos aparte, el rentismo, aunque con otro traje, nuestro destino económico. El Presidente Maduro sabe que lo de los casi veinte Motores representan una política para hacer ver que se tiene una política y que no nos llevan a ninguna parte, que hacen agua por todos lados, sobre todo por el lado del sentido común. Sabe, pues, que el modelo post rentista debe esperar un rato y que lo de la salvación de la especie, establecida por el siempre desmesurado Presidente Chávez en el Plan de la Patria, también puede quedar para despuesito, no es tan urgente, como lo prueba, por ejemplo, el hecho de que en la conferencia sobre el cambio climático celebrada el pasado diciembre en Paris, Venezuela no firmó la carta compromiso en la que debería haber dejado su plan para contribuir con la mejora ambiental del globo terráqueo.
En síntesis, el futuro nos viene en clave commodities y multinacionales, mientras lo de la economía del conocimiento queda para alguno que otro discurso especial, útil a fin de que no se vea que el país anda tan desentendido del Siglo XXI. Así las cosas, habrá que redactar un nuevo relato político que preserve al chavismo como chavismo. La revolución será, más que nunca y sobre todo, cuestión de escoger las palabras que den la versión que más convenga de la realidad. El Socialismo del Siglo XXI será apenas un comentario discreto, “con el mazo dando” quedara como la consigna más autentica y la protesta contra el decreto “injerencista” de Obama como la mejor garantía de la integridad revolucionaria.
Estamos, pues, la izquierda maleable, que se estira y encoge como chicle. La que cumpliendo con las normas de la retórica revolucionaria, puede ser casi cualquier cosa. Puede ser hasta una izquierda de derecha (en su peor versión).
HARINA DE OTRO COSTAL
Sin hacer mucho ruido, el futbol femenino nacional ha ido alzando su nivel y ya cuenta en su haber con logros internacionales que, por cierto, superan a los del balompié masculino, no obstante el mayor respaldo mayor y visibilidad que recibe este último.
Como se sabe, nuestra selección sub 17 acaba de triunfar (y vaya como ¡¡) en el campeonato sudamericano, obteniendo el pase al Mundial que se celebrara dentro de poco en Jordania. En sus alforjas ya acumula cuatro previas clasificaciones mundialistas (con un cuarto lugar en uno de ellos), dos campeonatos de Conmebol, una medalla de plata en los Juegos Olímpicos Juveniles y una medalla de oro en los Centroamericanos y del Caribe. Pareciera, no sé si exagero, que a nivel internacional el balompié criollo se escribe en clave mujer.
Kenneth Zseremeta, su Director Técnico manifestó a la prensa su descontento por el precario soporte que recibe el fútbol femenino en nuestro país. Textualmente declaró que “… goza del desprecio, del desinterés y de la falta de apoyo”. Y añadió: “Ellas existen desde hace 8 años, si no se han dado cuenta, dense cuenta, somos los que reivindicamos cuando el masculino no logra nada”, reclamó. Es que, como se sabe, el machismo aun goza de (cierta) buena salud.
Dijo la escritora norteamericana Susan Sontag que “La condición femenina, el acceso de la mujer a la dignidad, al trabajo, a la ley, a la plena personalidad, será el tema central del Siglo XXI.” Imposible no estar de acuerdo con ella, pero se le olvidó mencionar el acceso al futbol.
El Nacional, miércoles 30 de marzo de 2016