EL DUELO EN LA PANDEMIA (38)
Un video recorre el mundo, a través de las redes sociales, con una velocidad tal que compite con la vertiginosa propagación del nuevo coronavirus. Se trata de una cuadrilla de porteadores de ataúdes ghaneses que desarrollan un ritual festivo durante los actos fúnebres, en medio de una algarabía con música y danzas para acompañar al ser querido a su última morada. Ghana, es el país del oeste africano que registra más casos activos de la pandemia, aunque es uno de los que tiene, en ese continente, la tasa más baja de fallecimientos en proporción a su población.
La muerte y el respectivo duelo que ella supone tienen características más dramáticas en otras latitudes del mundo. En toda Europa hay conmovedoras despedidas y solitarios sepelios. La República de San Marino, enclavada en el norte de Italia, ha visto morir a cuarenta de sus ciudadanos pero esa cifra representa el índice más alto de fallecidos sobre la base poblacional en todo el mundo.
Bélgica también lidera las estadísticas de fallecidos per cápita y su Primera Ministra sostiene que la transparencia les obliga a incluir los casos registrados tanto en hospitales como geriátricos y domicilios particulares. Un caso aparte resulta Chile, en Latinoamérica, que contabiliza la misma cantidad de casos activos, que de recuperados gracias a la incorporación de los fallecidos en la estadística debido a que “ya no son una fuente de contagio” según sorpresivamente admitió su Ministro de Salud.
Son unas doscientas mil personas en todo el mundo las que han fallecido a consecuencia directa de la COVID-19. A las políticas públicas se les juzga por sus resultados. Muchas acciones y planes están siendo evaluadas en pleno desarrollo de la pandemia. Una cuarta parte de los decesos han ocurrido sólo en Estados Unidos, que es la nación con mayor número de muertos, y la inmensa metrópolis de Nueva York ha debido recurrir a fosas comunes para enterrar a las víctimas cuyos cadáveres no son reclamados. En la amazonia brasileña ocurre otro tanto y el alcalde de Manaos describió la situación como de calamidad pública. La OMS no ha instruido la cremación como protocolo para la disposición de los cuerpos pero China y más recientemente en Perú la asumieron como práctica regular en los casos vinculados a la pandemia.
Muchas muertes habrían podido evitarse y el esfuerzo se centra ahora en aplanar la curva de contagios. Aunque en Venezuela el número de fallecidos ha alcanzado una decena de personas las funerarias han restringido el funcionamiento de las capillas. Rezos y plegarias en soledad parecen ser el signo distintivo del luto y el duelo en estos tiempos de pandemia y la gente, en la más estricta intimidad, llora la pérdida de sus seres queridos. Independientemente de la causas del fallecimientos la muerte ronda las calles.
¡Amanecerá y veremos.
LA HAMBRUNA DE LA PANDEMIA (37)
La Organización de Naciones Unidas alertó sobre el riesgo de otra pandemia motivada ahora por la crisis alimentaria en el mundo. David Beasley, Director Ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos, pronosticó que “la pandemia amenaza con desencadenar hambrunas de proporciones bíblicas”. El alto funcionario de la ONU, quien por fortuna acaba de recuperarse precisamente del contagio de la COVID-19, señala que el organismo multilateral batalla para asistir a más de cien millones de personas en el mundo a lo que habrá que sumarle la gente que víctima del nuevo coronavirus también requerirá de ayuda lo cual es una catástrofe humanitaria.
Por hambre y desnutrición mueren al día en el mundo unas treinta mil personas, particularmente niños y ancianos. Esa cifra podría incrementase dramáticamente por las implicaciones económicas y sociales que la pandemia está teniendo. Cientos de miles de empresas y negocios debieron cerrar sus puertas y muchas de ellas no podrán reabrir, al menos en el corto plazo. Millones de personas han perdido sus puestos de trabajos y no logran asegurar el sustento diario en virtud que no pueden laborar debido a las restricciones impuestas sobre las actividades de diversa índole.
Aunque hay gobiernos que han desarrollado planes de contingencia centrados en subsidios y bonificaciones y programas de asistencia alimentaria, debido a la magnitud de la emergencia los recursos son finitos y no podrán mantenerse para todos por mucho tiempo. El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional concuerdan en que la recesión retrotrae a la humanidad a la época de La Gran Depresión de hace casi cien años. El impacto de la crisis provoca estragos en la economía doméstica.
En Venezuela numerosas familias reciben bolsas o cajas de alimentos y también asignaciones monetarias pero la ayuda resulta insuficiente. Desde el inicio de la cuarentena los precios de los productos de la cesta básica han venido creciendo vertiginosamente. En lo que va del mes en curso la tasa de cambio oficial establecida por el Banco Central de Venezuela registró una variación de más del cien por ciento, y la divisa norteamericana, por ejemplo, paso de 80.945,72 Bsx$ a 171.575,51 Bsx$. Desde Miraflores alegan que todo es producto de las sanciones, la guerra económica y la especulación pero los sectores empresariales y comerciales sostienen que los aumentos responden con la dinámica inflacionaria estimulada por el desenfrenado gasto fiscal.
Lo cierto es que a los reclamos, protestas y manifestaciones por los cortes eléctricos, la escasez de agua, o la falta de gas y, más recientemente por el racionamiento de combustible, se añade ahora la angustia colectiva debido a la imposibilidad de adquirir los alimentos motivado por los inaccesibles precios y, de manera preocupante han comenzado a suscitarse actos vandálicos, disturbios y saqueos a establecimientos comerciales. Lamentablemente la catástrofe humanitaria a la que se refiere el jefe del Programa Mundial de Alimentos está tocando a la puerta1.
¡Amanecerá y veremos!
LA COVID-19 SE VISTE DE CISNE NEGRO (36)
En el libro “El futuro tiene su historia” del dirigente político exiliado Henrique Salas Römer se sugiere que el mundo está a la expectativa de un hecho o un incidente que provocará cambios en la humanidad. Su pronóstico, pensado hace unos años, ubica precisamente ese acontecimiento en el año 2019. Causalidad o casualidad a finales del año pasado surgió la enfermedad atribuida al nuevo coronavirus que ha devenido en una emergencia sanitaria global cuyas repercusiones en el ámbito económico, en el plano social y la esfera política están en pleno desarrollo.
El ex candidato presidencial venezolano llega a su premonitoria reflexión basado en la Teoría de las Generaciones del filósofo español José Ortega y Gasset que permite analizar ciclos históricos de la humanidad en intervalos de tiempo en que convergen diversos grupos etarios, y es así como comenta, oteando el futuro en una de las últimas páginas del libro: “Ha hecho su entrada 2019, y en esta estación bien sea éste mismo año o poco tiempo después un nuevo proceso histórico se iniciará”
Evaluando la incidencia de la pandemia en el contexto global bien podría recurrirse a la tesis del Cisne Negro promulgada por el analista libanés Nassim Nicholas Taleb que alude a un evento inesperado de gran magnitud, cuya incidencia tiene un impacto determinante en el curso de la historia. Hace una década el ensayista infirió que los hechos fortuitos o aleatorios intentan explicarse, en retrospectiva, no siempre con el tino y la precisión que corresponde. Hace unos años el autor alertó sobre la subestimación del problema que representa la resistencia bacteriana a los antibióticos o la aparición de nuevas cepas de virus y de cómo esa negligencia convierte a las epidemias en posibles cisnes negros.
Lo imprevisto, entonces, no es que surgiera una pandemia, sino el manejo de la emergencia sanitaria y de la crisis por parte de los gobiernos. Como en el cuento clásico, la irrupción del cisne negro en un lago apacible, junto al resto de las aves blancas, desata tormentosas situaciones que trastocan la cotidianidad. Así las cosas la eventualidad de una enfermedad que constituye una amenaza global ha sido abordada en publicaciones de ciencia ficción y hasta dramatizada en numerosas producciones cinematográficas. En nuestro país, el año pasado, fue prohibida la exhibición de la película “Infección”, una cinta de terror sobre un brote del virus de la rabia, del cineasta venezolano Flavio Pedota. Los cisnes negros generan incertidumbre y por lo visto las autoridades le temen a la ficción y también a la realidad.
¡Amanecerá y veremos!
@ADIGIAMPAOLO
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