La aritmética de la pandemia (3)
Hace apenas unos día China celebraba que había finalmente logrado contener la expansión del nuevo coronavirus y el gobierno reportó que no había registrado ningún nuevo caso de pacientes infectados en la ciudad de Wuhan “zona 0” de la pandemia. Esa misma tarde Delcy Rodríguez, al frente de la comisión presidencial, anunciaba al país que no había registro de nuevos casos de pacientes afectados con el COVID-19, la noticia que sin duda fue motivo de alegría para muchos, se convirtió también en tema de suspicacia y discordia para otros.
Las dudas razonables podrían tener asidero en que el mismo gobierno que anunciaba que la pandemia en su territorio estaba cediendo fue el que amedrentó y persiguió al valiente galeno Li Wenliang quien alertara sobre el caso, en diciembre desde un hospital en que laboraba en Wuhan, y que terminó falleciendo víctima de la enfermedad que había detectado. Aquí, entre tanto, el gobierno que niega la existencia de presos políticos, ha desestimado las cifras de la diáspora de venezolanos por el mundo, ha escondido las cifras del BCV y suspendido los reportes del boletín epidemiológico del Ministerio del Poder Popular para la Salud asegura, en el tercer día de cuarentena, que afortunadamente no había casos nuevos que reportar.
La verdad es que la pandemia ha causado estragos en el globo terráqueo. A la fecha más de 150 países, en los cinco continentes del planeta, admiten casos graves, severos, moderados o leves. Van más de 11 mil muertos, millares de pacientes hospitalizados o confinados en sus hogares, y millones de personas sometidas a cuarentena. La cotidianidad de la vida está cambiando a un ritmo vertiginoso como el virus mismo. Hay actividades escolares y académicas suspendidas, negocios y establecimientos comerciales han cerrados sus puertas. Hay gente angustiada por sus puestos de trabajo. Las oficinas públicas no esenciales han cesado operaciones. La banca y las empresas aseguradoras registran pérdidas. Los mercados bursátiles se han deprimido y las firmas financieras acusan la recesión global.
Sorprendieron las imágenes de personas desvaneciéndose por las calles de Wuhan. Causó angustia el dramático video del actor italiano Luca Franzese junto a la hermana en su lecho de muerte de su casa de Nápoles. Conmovió la triste entrevista al joven paciente madrileño Luis Daniel recluido en una habitación de hospital en su batalla campal contra sus patologías agravadas por el coronavirus Covid-19. Las complejas estadísticas y las frías matemáticas, que en la práctica constituyen la aritmética de la pandemia, no logran mostrar en su justa dimensión la tragedia a la que asiste la comunidad internacional. ¡Amanecerá y veremos!
La polémica por la ayuda humanitaria (4)
En días pasados Nicolás Maduro Moros dirigió una carta al denostado Fondo Monetario Internacional solicitando asistencia financiera por el orden de cinco mil millones de dólares para hacer frente a la pandemia del coronavirus al tiempo que se anunciada el arribo de un contingente de médicos cubanos y materiales e insumos procedentes de China para enfrentar la contingencia sanitaria. Entretanto Juan Guaidó Márquez exige el ingreso de la ayuda humanitaria dispuesta para Venezuela por la comunidad internacional, crea un comité de expertos de las sociedades médicas y las universidades para monitorear la situación de la pandemia e instruye la adopción de medidas preventivas en las comunidades para enfrentar la emergencia.
A pesar de que en Venezuela, desde hace varios años se habla de la necesidad implementar un canal humanitario para la asistencia a las personas más vulnerables no fue sino hasta el año pasado que el gobierno admitió la necesidad requerir la ayuda humanitaria a través de la Cruz Roja Internacional. Representantes de Organizaciones no Gubernamentales, líderes sociales y dirigente políticos han argumentado que la colectividad, por si sola, no puede hacer frente a las carencias alimentarias, la escasez de medicamentos o las precarias condiciones asistenciales, y que las acciones gubernamentales son insuficientes, incorrectas o ineficaces para subsanar esos problemas.
El gobierno alega que la guerra económica es la responsable de la crisis que padece la sociedad venezolana. La verdad sea dicha, los reclamos de los pacientes con VIH en Mérida, las sempiternas colas para abastecer de combustible en San Cristóbal, el calvario que padecen los maracuchos con las interrupciones periódicas del servicio de energía eléctrica, los padecimientos de los habitantes de La Petare por la escases de agua, las penurias de la gente de San Félix con el gas doméstico o los reclamos por el precario transporte público en Cumaná, por citar unos pocos ejemplos no empezaron con la aplicación de las llamadas sanciones unilaterales. Las expropiaciones, la aplicación de medidas fiscales, monetarias y cambiarias que provocaron distorsiones económicas, la corrupción y el clientelismo político han sido caldo de cultivo para la situación que hoy vivimos, y que se ha agravado por efecto de las sanciones de carácter económico y de naturaleza política.
Así las cosas, ante la pandemia el tema de la ayuda humanitaria cobra una importancia vital. Más allá de la diatriba política hay algunas cosas en las cuales debe haber coincidencia. Es fundamental la implementación de campañas educativas a la población. Resulta indispensable la disponibilidad de materiales de bioseguridad para el personal de salud que está en la primera línea de batalla contra el virus. La dotación regular de agua y el suministro seguro de energía eléctrica en los centros asistenciales debe ser una prioridad. La existencia de kits de detección, medicamentos para los tratamientos y la habilitación de unidades de terapia intensiva en hospitales son indispensables. Se requiere una dosis de sentido común ante la emergencia.
¡Amanecerá y veremos!
@ADIGIAMPAOLO
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