Las bibliotecas son organizaciones complejas y costosas, que requieren inversiones y labores de mantenimiento que las universidades públicas no están en capacidad de afrontar, debido a la crisis presupuestaria. Ello ha provocado el deterioro de su infraestructura y la contaminación de las colecciones, así como la obsolescencia de éstas y la precariedad de los sistemas informáticos. Este proceso de deterioro está conduciendo al cierre de las bibliotecas.
Las bibliotecas universitarias además de poseer libros suelen contar con una amplia colección de revistas científicas para atender la demanda de los investigadores y de los tesistas que estos asesoran. Estas publicaciones son muy costosas, la suscripción anual a una revista en mi especialidad ascendía a los 2.400 dólares hace varios años. Cuando el presupuesto de la UCV lo permitía, solía tener una partida que ascendía al millón de dólares para pagar las suscripciones anuales de las revistas científicas de las facultades que la integran. Desde hace varios años estas publicaciones vienen en formato electrónico por lo que para acceder a ellas hay que disponer de un internet de una velocidad suficiente para manejar datos y videos, así como de computadores y terminales adecuados a estas necesidades.
Muchas de las revistas y libros que reposan en las bibliotecas están en papel, son publicaciones en algunos casos muy antiguas. Estos documentos requieren de temperaturas que no rebasen los 21 gados centígrados y de una humedad relativa en el ambiente que no supere el 65%, para lo cual son necesarios equipos que deben funcionar en forma permanente, incluso en periodo vacacional. Todo ello con el fin de impedir la contaminación de las colecciones con hongos y moho. Algunos de estos hongos son peligrosos y pueden alojarse en los pulmones de los usuarios o de los que laboran en la biblioteca afectando su salud. Además de los controles ambientales se necesitan limpiezas periódicas las cuales requieren personal y equipos especializados.
Las edificaciones que albergan a las bibliotecas deben ser mantenidas, en especial en lo que se refiere a la impermeabilización que evite las filtraciones, las cuales incrementan la humedad relativa al interior de las mismas.
Una de las actividades recurrentes de un centro de documentación es el inventario y catalogación de los materiales, información que tradicionalmente se volcaba en fichas, las cuales ordenadas por orden alfabético, autor o materia permitían el acceso de los usuarios a los documentos de su interés. Esta labor ha sido digitalizada, se han elaborado programas informáticos especializados para tal tarea. Uno de ellos es Alejandría un programa elaborado por la Universidad de los Andes. Estos programas no son gratuitos, su adquisición y mantenimiento tiene un costo. Acá se requiere también de computadores y terminales que permitan el acceso de los usuarios, además de servidores que almacenen la información. Estos equipos están expuestos a las sobrecargas que se producen por los constantes apagones. Si se dañan los servidores no se puede prestar el servicio, por lo que es necesario repararlos o sustituirlos. La presencia de la informática en las bibliotecas obliga a que el personal que las gestiona debe tener formación en documentación e informática para poder utilizar los programas y entenderse con los profesionales que los elaboran. En algunas ocasiones son profesionales con una licenciatura en informática los que gestionan las bibliotecas.
Todo lo expuesto plantea que las bibliotecas universitarias son organizaciones complejas que requieren de un personal con formación especializada en diversas áreas. Por otro lado son organizaciones costosas que requieren de un elevado presupuesto para costear las inversiones en mantenimiento, equipos, actualización de las colecciones y adquisición y mantenimiento de los programas informáticos que hemos señalado. Un ejemplo de esto es que el presupuesto de la biblioteca de la Universidad Simón Bolívar (USB) era de 2,4 millones de dólares antes de que la crisis presupuestaria eclosionara.
La crisis presupuestaria y la pandemia han cambiado el panorama de los centros de documentación. El confinamiento provocado por la pandemia ha obligado al cierre de las bibliotecas y ha impedido o limitado por más de un año la asistencia del personal a los centros para realizar las labores de mantenimiento de los equipos y de limpieza de los libros y colecciones. Muchos de los equipos son viejos y requieren mantenimiento frecuente y en el peor de los casos reparaciones o ser sustituidos.
La crisis presupuestaria ha reducido significativamente los recursos asignados a las bibliotecas. En el caso de la USB, señala su director, el presupuesto se redujo de 2,4 millones de dólares a 100 dólares anuales, cifra esta última claramente insuficiente para las labores que hemos señalado. La precaria asignación que reciben impide la actualización de las colecciones. En el caso de la USB la universidad estaba suscrita a más de 800 revistas de investigación científica pero desde el 2010 éstas suscripciones no se renovaron, por lo que no se han recibido nuevos números. Tras dos lustros sin actualizar las colecciones éstas han quedado obsoletas. Tampoco se pueden hacer las labores necesarias para su adecuado funcionamiento.
El caso de la biblioteca de la USB es un buen ejemplo. El director de la misma describe la situación de deterioro. Los aires acondicionados funcionan a media máquina por lo cual la temperatura ha subido a 28 grados. Con los deshumificadores sucede algo similar, lo que ha incrementado la humedad relativa a 85%. En consecuencia un gran porcentaje de las colecciones se encuentran contaminadas con hongos y moho convirtiéndose en un peligro para los usuarios y las personas que laboran en la institución. La biblioteca está cerrada desde el 18 de julio del 2019. Los constantes apagones han dañado los servidores donde reposa la información de la biblioteca y esto ha impedido reiniciar las actividades pues no se puede prestar el servicio a los usuarios.
Hemos enfatizado el caso de la USB por la disponibilidad de información reciente, suministrada por el director de la biblioteca a la prensa. Sin embargo la situación de las otras universidades públicas es similar. El deterioro se agudiza por el vandalismo que en la provincia parece más agudo. En la Universidad de Oriente (UDO) los delincuentes quemaron la biblioteca del núcleo del estado Sucre.
Profesor UCV