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Disparos o disparates

Opinión
Artículos de opinión
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Los debates, al igual que los contratos, deberían someterse al principio de la buena fe. “Deberían”, es lo que he dicho, porque los de nuestro tiempo parecen guiados por la mala. Pero dejemos eso y encaremos las contradicciones que desvían de cauce los que se han encendido en nuestros días, particularmente los relacionados con el destino marcado del gobierno de Maduro, el vapuleado de la MUD y el de quienes desesperan por abrirse paso a codazos para imponer una nueva dirección opositora sobre los escombros de la unidad.

Lo primero que se espera de los flamantes líderes es su oferta política, alrededor de la cual agruparse con la esperanza de convertirla en fuerza real susceptible de resolver las muchas tareas que le den carne, nervios y sangre a la creatura, si no quieren reproducir el Frankenstein de Mary Shelley. Tendrían quizá su oportunidad, dado que la abulia parece haber invadido a la MUD. Sus líderes no defienden lo que hacen, no obstante haber sido la única forma de unidad que palpita sobre la arena, la única que hace cosas importantes o no, pero las hace, y por eso es la que conduce procesos electorales y gestiones internacionales, incluyendo complicados consensos y exitosas primarias. Su desempeño transcurre bajo el sañudo ataque oficialista, que ha presenciado la metamorfosis de la oposición en mayoría nacional, tras una sucesión de llamativos logros de la MUD.

Insólito es el ataque persistente e implacable proveniente de la propia acera opositora, precisamente en el momento de mayor precariedad del gobierno. A ratos invocan el derecho a la crítica, que nadie podría regatearles, porque la situación es complejísima y la MUD no es precisamente un dechado de virtudes. El problema es el curso enigmático de esas legítimas críticas. En la práctica, ambas ofensivas han confluido, se inter ayudan en el curso de la feroz misión de destruir el objetivo común, que por cierto ha contribuido a su desgracia por desarmonía interior.

En las supuestamente novedosas propuestas que pueden pescarse resaltan, una, referida al objetivo y otra, a los métodos. Se casaron con la “abstención” usando argumentos puramente éticos y precariamente políticos. Nunca entendieron que el voto, burlado o no, activaría a la oposición, y pondría al gobierno contra su consciencia, precisamente cuando la solidaridad mundial con la democracia venezolana crece como la espuma. Abstención siempre fue quedarse en casa, retirarse del juego con la inflada dignidad de duques ofendidos, rumbo al sofá doméstico. ¡Y sin el consuelo de denunciar fraude! pues tal aparece cuando te roban el voto, no cuando lo regalas.

Y en cuanto a los métodos, la hiperbólica calle-calle. Probado está que la calle no se sostiene indefinidamente como tampoco el paro-paro. Desde Espartaco, se desgastan con el uso. Si se busca melodía y no aburrida monotonía, el piano ha de tocarse con los diez dedos.

No espero pomposos programas sino políticas realistas, no espero berrinches exaltados sino hechos emanados de cabezas frías, para saber a qué atenerme con el nuevo paquete…. de San Nicolás.