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Ejemplo histórico de unidad y tolerancia

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 4 min.

Actualmente, en Venezuela, la unidad está de moda para quererla o para maltratarla. La Mesa de la Unidad Democrática (MUD), tiene su esencia en la unidad, por lo que al tratar de dividirla, de separarla en sus componentes, pierde toda su intención. El ser humano, por naturaleza tiende a convivir con sus semejantes, a excepción de algunos anacoretas o ermitaños a quienes reconforta la soledad o el aislamiento. En lo referente a nuestro comportamiento con la MUD, debemos manifestar esa convivencia, ese gregarismo, manteniéndonos en una interrelación monolítica, sin fisuras, caminando juntos para obtener lo que consideramos nos proporcionará el bienestar requerido para lograr una felicidad que nadie tiene el derecho de quitarnos.

La unidad es fundamental en la iglesia, en la escuela, en la familia, en los deportes de conjunto, en las orquestas sinfónicas, en la guerra. ¿Qué puede hacer un sacerdote o un pastor si los feligreses no están de acuerdo en sus sentimientos o creencias? ¿Qué es de una familia en la cual cada miembro actúa sin aceptar las normas de convivencia? ¿Qué puede hacer un manager o coach de un equipo desunido, donde no hay apoyo interpersonal para lograr el éxito? ¿Qué logra un director de orquesta si los músicos no están unidos para interpretar en conjunto la misma melodía? Pareciera que la unidad es entonces fundamental para alcanzar el éxito en todas las actividades humanas. Veamos un ejemplo histórico de unidad y tolerancia en la guerra:

Durante los años que duró la guerra para independizar a Venezuela de España, ocurrieron muchas batallas, escaramuzas de poca monta, donde participaban ejércitos aislados, liderados por algún caudillo local o regional, algunas veces se unían grupos cercanos para aumentar su poderío guerrero, hubo batallas importantes que se ganaron o se perdieron, el país era en general un campo de batalla permanente entre patriotas y realistas. Esta situación beligerante condujo a que ambos bandos acordaran firmar un armisticio para suspender la guerra durante seis meses, comenzando en noviembre de 1820, siete meses antes de la Batalla de Carabobo.

¿Para qué sirvió aquel armisticio? Para que Simón Bolívar, el gran estratega de la época, comprendiera la necesidad de unirse para poder enfrentar, con elevadas probabilidades de éxito, a un ejército que lo aventajaba en número de soldados y en calidad de armamentos. De esta manera, El Libertador comienza a reunir el más grande y eficiente ejército para enfrentar al poderoso ejército de la corona española, del cual, casualmente, el General Morillo comenzó a quejarse porque no lo estaban apoyando suficientemente y esto había comenzado a diezmar sus filas, comenzaron fisuras en ese gran ejército con que aún contaba España a comienzos de 1821.

En su intención de unificación de un ejército sólido para la lucha, Bolívar logra reunir en las cercanías de la ciudad de San Carlos ejércitos tan disímiles como el suyo, el de Páez y el de Urdaneta. Páez venía desde Apure con sus llaneros y Urdaneta venía de Maracaibo con su disciplinado ejército, los cuales junto a los soldados de Bolívar van a constituir un grupo unido con un objetivo común: la victoria por la independencia. Además de estos tres grupos, se contaba con la colaboración de otros, que como el General José Francisco Bermúdez, tenía que atacar Caracas para impedir la unión de las tropas realistas. Qué gran ejemplo de unidad y tolerancia entre esos paladines de la libertad americana.

No fue tarea fácil reunir y convencer a aquellos personajes tan diferentes. Páez era un hombre indómito cuya escuela fueron los llanos apureños, su cotidianidad fue lidiar con bestias y aprender todas las labores del llano para lo cual se tuvo que convertir en un espectacular jinete, que le sirvió en las luchas independentistas y le valió el mote de “Centauro de los llanos”. Por su parte, Urdaneta tenía una sólida formación académica en lo político y en lo militar, y desde muy joven estuvo incorporado a los ejércitos patriotas. Ahora, estaba movilizando su división desde Maracaibo hacia San Carlos para la unidad, a la concentración dispuesta por Bolívar para la ofensiva final contra los ejércitos realistas. Y Bolívar, caraqueño de clase noble y distinguida, se formó con las lecturas de los grandes pensadores y viajando con frecuencia por Europa. Sin formación militar, con su espada llegó a ser líder de los ejércitos emancipadores de Hispanoamérica y, con su pluma, líder en el establecimiento de la base ideológica del movimiento independentista por medio de innumerables documentos escritos y discursos.

Esos esfuerzos de unidad, de unificación, condujeron ineluctablemente a la victoria en Carabobo y a la huída y desmembramiento del ejército realista.

Después de la batalla y del triunfo patriota, Bolívar da un honroso trato a los prisioneros de guerra, pero también con las necesarias consecuencias de la justicia que el momento requería. A esta actitud de El Libertador, el Mariscal La Torre le dice: “Excelentísimo Señor: ha llegado a mí noticia que por V.E. han sido tratados con toda consideración los individuos del ejército de mi mando que han tenido la desgracia de ser prisioneros de guerra. Doy a V.E. las debidas gracias por este rasgo de humanidad, que me hace disminuir el sentimiento de la suerte de dichos individuos; esperando que continuará V.E. de este modo dando pruebas nada equívocas de que hace renacer las virtudes sociales que habían desaparecido por el enardecimiento de las pasiones que han desolado estos fértiles países”.

La unidad nos dio ayer la victoria en Carabobo, esperamos que los venezolanos de hoy liderados por lo que representa la MUD, nos mantengamos unidos, tolerantes, sin fisuras, ante un adversario que se está desmembrando pero que tiene que ser enfrentado con todas las fuerzas de nuestra unión. Estamos a las puertas de la palingenesia de nuestra independencia y libertad. No desperdiciemos esta oportunidad.

Septiembre de 2016.

pedroraulsolorzano@yahoo.com

pedroraulsolorzanoperaza.blogspot.com