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Entrevista a Humberto García Larralde

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Tiempo de lectura: 10 min.

En una situación como esta posiblemente Hugo Chávez "habría entendido que debía buscar otras vías", señala el presidente de la Academia de Ciencias Económicas. "Maduro aplica un ajuste económico terrible que descansa sobre el estómago de la gente"

Si el sello de Venezuela en la primera década del siglo XXI fue la política, el de los últimos tres años es la economía: la economía conduce al debate nacional, condimenta el malestar de la población y apura un desenlace que pone los pelos de punta a los políticos.

A Humberto García Larralde, presidente de la Academia Nacional de Ciencias Económicas (ANCE), se le ha “secado la saliva” -como se dice coloquialmente- de tanto insistir en que el Gobierno debe cambiar las políticas económicas. Economista y profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV), García Larralde considera que el actual Gobierno venezolano es cruel con la población y lo acusa de descansar un ajuste económico en el estómago de la gente.

“No hay guerra económica sino guerra contra la economía” por parte del Ejecutivo Nacional, concluye en su conversación con Contrapunto.

-Usted dice que hay crueldad en el Gobierno porque no cambia las políticas económicas. ¿Por qué lo afirma?

-Porque hay soluciones. Hay unas propuestas claras, que hemos señalado los economistas, sobre cómo reactivar la economía, cómo abatir la inflación, cómo generar una mayor capacidad de consumo real de la población con empleo, salarios. No es la primera vez que lo decimos, pero el Gobierno no lo toma en cuenta. Se empeña en mantener políticas fracasadas que deterioran los salarios, provocan inflación, generan desabastecimiento, paralizan el aparato productivo y destruyen la economía. Resulta cruel que teniendo posibilidades de resolver la crisis, no se haga algo al respecto.

-¿El Gobierno no se apega a ninguna política económica?

-El Gobierno montó un esquema de controles, regulaciones e intervenciones, que es un caldo de cultivo para la corrupción.

-¿Es deliberado?

-En principio no, pero eso genera sus propias dinámicas. La economía funciona con incentivos. Cito lo que dijo el exministro Miguel Rodríguez en 1989 sobre Recadi: si allí ponías a la madre Teresa de Calcula igual se corrompía. Ahora está pasando algo peor, porque los diferenciales (entre dólar y bolívar) son mucho mayores, no hay transparencia, no hay rendición de cuentas. Nada obedece a ningún criterio económico: se aplica el “como va viniendo vamos viendo”.

-¿Los problemas que tenemos son solo por la corrupción?

-El presidente Nicolás Maduro es prisionero de su incapacidad de trascender de lo que él considera el legado de Chávez. Está congelado, incapacitado de tomar decisiones que lo aparten de allí. El modelo de Chávez demostró ser inviable cuando cayeron los precios del petróleo. Con el petróleo mejoró la situación de mucha gente, pero a expensas de la destrucción del aparato productivo, la dependencia de las importaciones, los controles que le quitaron incentivos a la iniciativa privada.

-¿Cómo estamos ahora?

-Ahora dependemos de las importaciones pero no podemos importar, tenemos un aparato productivo destruido, alta inflación y un sistema de controles y regulaciones que matan toda iniciativa privada. Ese es el legado de Chávez que tiene preso a Maduro. Detrás de eso se han generado intereses poderosos que no quieren soltar algo. En el fondo la retórica izquierdosa lo que hace es esconder poderosos intereses enquistados en el Estado.

-¿Con Chávez caminó la economía? ¿O no?

-Hubo un enorme reparto de la renta petrolera, pero no aumentó la productividad. La única manera de sostener el nivel de vida de la población es mejorar la productividad, y para hacerlo hay que invertir, desarrollar tecnologías, mejorar la eficiencia, ser competitivos. Con Chávez hubo acoso al sector privado, reducción de aportes a las universidades y a la investigación. Esos enormes ingresos petroleros mejoraron el nivel de consumo de la población, pero no con base en la productividad; mejoró el consumo per cápita, pero no la productividad. Todo se hizo con reparto de la renta y cuando no se puede repartir la renta o el reparto, resulta ineficiente debido a la burocracia y a las pugnas. Y ahora, cuando caen los precios, nos quedamos peor.

-¿Pudo tener Chávez una relación distinta con el sector productivo?

-Chávez nunca pensó que debía buscar los consensos y acuerdo nacional. Pero como digo lo uno también digo lo otro: el sector privado en Venezuela está condicionado por la ayuda del Estado, las transferencias. En el pasado era de otra manera, mediante incentivos, créditos, el decreto de compra venezolano, un bolívar sobrevaluado. El sector privado en general se ha desarrollado con la ayuda estatal y amparado por la renta. Es una cultura. Somos país petrolero y Chávez lo que hizo fue exacerbar la dependencia del petróleo; esa fue su única forma de asumir su responsabilidad sobre la economía.

-¿Lo que sufrimos ahora es por la caída de los precios del petróleo?

-No. Es el resultado final de un modelo que no funciona: inviable, improductivo, ineficiente; destruye los salarios, fomenta la inflación y la corrupción. La caída de los precios del petróleo lo agrava.

-Si Chávez estuviese vivo, ¿estaríamos así?

-Voy a especular un poco. Supongo que Chávez –como tenía más juego, más muñeca, más capacidad de maniobra- no hubiese permitido que la cosa llegara a este extremo. Maduro es prisionero de una manera de entender el legado de Chávez que le impide tomar una decisión; está fosilizado y la situación empeora. Chávez habría entendido que debía buscar otras vías, hubiese buscado entendimiento con el sector privado y financiamiento externo. Pero es solo una especulación.

-¿La guerra económica es una excusa?

-Por supuesto que no hay guerra económica. Esa es una postura para los fanáticos. Este gobierno tiene una clara naturaleza fascista y el fascismo concibe la política como una guerra, como una confrontación permanente con manipulación maniquea de símbolos: “los nuestros contra los otros”. Apela a la violencia y a la epopeya. La guerra económica es la forma de explicar su incapacidad para resolver la situación. La guerra económica no existe; lo que existe es un desincentivo enorme para que cualquier empresa, llámese buhonero o Polar, produzca. Hay un control policiaco de los eslabones de la cadena de distribución, y con esa actitud policiaca las empresas no pueden producir. Las estructuras de precios actuales no permiten recuperar costos, las empresas no tienen dólares para importar. Hay una guerra contra la economía por parte del Gobierno, que el Gobierno alega que es una guerra económica de los productores.

-Contra el expresidente chileno Salvador Allende hubo sabotaje económico. ¿No lo habría ahora?

-La de Allende fue otra realidad. Hubo situaciones parecidas en cuanto a precios controlados, falta de bienes y desabastecimiento. Pero también hubo la acción de Estados Unidos para contribuir con su derrocamiento.

-¿No hay todo eso ahora en Venezuela?

-No. Es un mito total. Lo triste es que a Estados Unidos no le importa un carrizo lo que suceda acá. A ellos les interesa cierta estabilidad. La eventualidad de un derrumbe en Venezuela les preocupa, porque tendría un efecto desestabilizador en la región. En absoluto hay interés de Estados Unidos en meterse acá y conspirar. Este gobierno se está cayendo solo.

-¿Por qué se cae solo?

-Por la total inviabilidad de sus políticas económicas y sociales. ¿Cómo se alimentan las misiones? Cada vez está todo más deteriorado. La gente protesta de forma atomizada porque no hay un liderazgo colectivo, porque hay mucha represión, lo que es deplorable y lamentable. Hay represión con armas de fuego, con militares, con colectivos. El gobierno se ha mantenido hasta ahora, pero el derrumbe progresivo es evidente.

-¿Hay especulación y acaparamiento?

-Si no hay competencia, si no hay reglas de juego claras, si no hay transparencia, si no hay capacidad de informar a la población por supuesto que el empresario pondrá el precio más alto que pueda. ¿Cuál es la cura? La competencia promovida por el Gobierno. Los gobiernos capitalistas, neoliberales promueven la competencia. Si se va a la unificación cambiaria con un paquete de medidas que incluya la búsqueda de financiamiento externo, se podría establecer un cambio estable en torno a 400 o 500 bolívares, que es la mitad del dólar paralelo. Si liberas los controles y quitas las regulaciones y unificas el tipo de cambio los precios bajarían y habría competencia. Los bachaqueros desaparecerían. La única forma de evitar especulación y altos precios es con la competencia externa e interna.

-¿Tenemos ahora medidas neoliberales? ¿Un paquetazo neoliberal?

-Vivimos un paquetazo asimétrico. El único objetivo del ajuste hambreador del presidente Maduro es garantizar el pago de la deuda externa, por 12 mil millones de dólares anuales. Para ello, se han reducido de manera drástica las importaciones, lo que implica reducir bienes y materia prima. Maduro aplica un ajuste económico terrible que descansa sobre el estómago de la gente y sobre la salud del pueblo venezolano. Es el peor ajuste posible. El gobierno se llena la boca hablando sobre las maldades del ajuste neoliberal mientras hace el peor ajuste posible.

-¿Se lo recomendó alguien?

-No. Maduro es preso del legado de Chávez. No se ha rodeado de gente talentosa. Y hay poderosos intereses creados en torno al dólar preferencial, los mecanismos de fijación de precios, el resguardo de la frontera. Es el peor ajuste posible.

-¿Sería igual que si lo impusieran organismos internacionales?

-De haber un ajuste negociado con organismos internacionales sería expansivo, tendrías capacidad de importar insumos y estabilizar el tipo de cambio. Podrías sustituir importaciones porque el aparato productivo tendría capacidad de respuesta.

-Si se tomaran medidas ahora, ¿en cuánto tiempo se verían los resultados?

-Si se toman medidas coherentes y completas se verán resultados en dos años. Se debe tener un programa de transferencia y de compensación para sectores afectados. Hay precios que no podrán subsidiarse. A la gente debe compensarse. ¿Con qué dinero? Con financiamiento externo. Pero si saneas las cuentas debes desprenderte de empresas.

-¿De qué tendría que desprenderse el Estado?

-De las empresas estatizadas que han sido destruidas. ¿Por qué no aparecen las otras marcas de harina de maíz precocida? Se ha destruido a firmas productivas, como la Agroisleña. Las empresas básicas producían en manos privadas, ahora producen menos y de manera irregular. Se necesita una economía que genere empleo, que aumente la productividad.

-El Gobierno denuncia que tiene un bloqueo internacional.

-No tiene un bloqueo. Lo que pasa es que sus problemas políticos han hecho carísima la contratación de préstamos. El Gobierno puede intentar conseguir que le presten, pero a un costo altísimo. Internacionalmente no hay disposición para comprar bonos venezolanos.

-¿Es algo contra Venezuela?

-El capital no tiene frontera sin prejuicios; donde hay ganancias, hay ganancias. Si en Venezuela hubiese posibilidad de obtener ganancias el capital se mete acá, pero lo que hay es una alta inseguridad sobre si el gobierno cumple con los pagos y garantice estabilidad social y económica. Hay un bloqueo autoinducido.

-¿Recurrir al Fondo Monetario Internacional sería solución?

-El FMI ha tenido un aprendizaje. En los años 90 aplicaba la misma receta con pocas variantes frente a situaciones disímiles, y eso generó crisis y críticas. Ahora no es así, y se refleja en la actitud frente a la crisis griega: los bancos alemanes y el Banco Central Europeo querían que Grecia les pagara completo, pero el FMI les dijo que ningún país puede reponer préstamos si no crece. Si se lo asfixia no puede reponer. Es una actitud diferente y más flexible del FMI. EN el caso venezolano, uno pensaría que, dada la potencialidad del país, se debe dejar que crezca y no ahogarlo. Eso depende de quien negocia.

-¿Cuánto necesita Venezuela ahora?

-Importar lo que se importó el año pasado requiere 20 mil millones de dólares. Para pagar deuda externa son 6 mil millones más; se necesitan entre 10 mil y 12 mil millones para pagar deuda con proveedores. Es decir, unos 30 mil millones este año, un poco más el año que viene. Pero en la medida en que la economía se reactive, se hace menos dependiente el país de las importaciones, se traen capitales extranjeros y otros sectores necesitarán cada vez menos. Todo depende del equipo económico.

-¿Este equipo económico no genera confianza?

-¿Quién? ¿Cuál?

-¿No hay equipo económico?

-No hay equipo económico en lo absoluto. Miguel Pérez Abad es un gestor, está tratando de darle un barniz de cierta racionalidad pero no ha hecho nada. Cuando se trata de sincerar los precios hay unos saltos de garrocha. Los controles de precios son un absurdo.

-¿Cómo se fijan los precios?

-No hay ninguna racionalidad. Hay un intento de decirle al consumidor que el control es para ayudar al consumidor, y cuando no pueden más sueltan los precios.

-Hay países afines al gobierno venezolano, como Bolivia y Ecuador, en los que la economía funciona. ¿Qué pasa allí?

-Que no han destruido la economía privada; han sido más racionales. Rafael Correa en Ecuador es economista; la ecuatoriana es una economía dolarizada. En Venezuela la enorme riqueza petrolera le dio a Chávez la ilusión de que podía resolver las cosas a realazos. Es una muestra más de las perversiones del rentismo. En el Centro de Estudios del Desarrollo de la UCV planteamos que los gobiernos no deben manejar la renta, sino que la renta debe ir a unos fondos blindados para atender los problemas del país. Necesitamos un acuerdo nacional que impida que los gobiernos manejen eso a discreción.

Domingo, 17 de julio de 2016

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