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El errado concepto de la “Anti política”

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 2 min.

No sé cuando se acuño el concepto Anti política, solo recuerdo que su uso se popularizó en la última década del siglo XX y con él se designa a los outsiders, a quienes transitan en regímenes democráticos vías no pacíficas, no republicanas o políticamente incorrectas de acuerdo a los códigos del Status Quo vigente, a la intervención de los medios de comunicación en política a la participación de ongs en la misma. Es también una forma de designar a los Neopopulismos en su objetivo de hacerse con poder e influencia.

La Política es la acción de luchar por ejercer poder e influencia. ¿Para qué?, es asunto de cada quién. Por tanto es consustancial a la divergencia sobre cualquier tópico, corresponde a diferentes concepciones del mundo, a ideologías, responde a variados intereses y asuntos.

Quienes hacen política han usado siempre para lograr sus fines los métodos, mecanismos, vías e instrumentos que consideren adecuados. Todo aquel recurso, comportamiento o praxis funcional a los objetivos propuestos es acción política, no importa su catadura moral ni que no provengan del mundo de la política convencional. Lo que los define no es ni su procedencia ni sus métodos sino su afán de conseguir poder e influencia. No estoy ni mucho menos avalando conductas y acciones políticas reprobables desde el punto de vista de los valores democráticos y republicanos o la violación a los derechos humanos y ciudadanos. Sólo estoy diciendo que la política en tanto que actividad es susceptible de ser practicada conforme a los muy personales códigos del oficiante. Tan político es Mandela como fueron Hitler y Stalin, como Pericles o Attila.

Por tanto se comete un serio error conceptual cuando en ocasiones se habla de la vía política para referirse a la negociación, el acuerdo, el consenso contraponiéndolos a sus opuestos. Se reduce la más humana de las actividades a un modo de ejercer la misma; ya en sus tiempos Von Clausewitt lo aclaraba meridianamente: “la guerra es la política por otras vías”. Es errado constreñir la Política como actividad a la praxis democrática civilizada y pacífica.

En nuestra historia reciente se inscribió a Hugo Chávez y su accionar como un ejemplo de la anti política, cuando entre otras cosas el finado y los principales dirigentes originarios de su movimiento provenían de una de las instituciones más políticas de una sociedad como lo son las Fuerzas Armadas. En ese caso como en otros se trataba de un outsider no de alguien que renegara de la política, tuvo un discurso contra la política tradicional y sus oficiantes como recurso para hacerse con el Poder.

Considero por tanto que el término anti política o debe ser reorientado o suprimido por cuanto no caracteriza con acierto lo que pretende, más bien es confuso e inexacto.

Caracas, 8 de julio de 2013