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Estado fallido paraliza la educación pública

Opinión
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Tiempo de lectura: 4 min.

El chavismo ha convertido al Estado venezolano en una Estado fallido. Un elemento característico de tal condición es la hiperinflación. La hiperinflación ha hundido a los maestros en una situación de miseria extrema. Ante ello, el gremio de los docentes ha decidido plantar cara al régimen y se ha negado a retornar a clases, exigiendo un salario en dólares que les permita cubrir sus necesidades básicas. La respuesta del gobierno ha frustrado las expectativas de los maestros, por lo que la situación de parálisis de la educación primaria perece prologarse en el tiempo.

Desde inicios del régimen de Chávez era evidente, para algunos economistas, que el chavismo nos conducía a un Estado fallido. Un elemento central de este tipo de Estado es la hiperinflación, que hunde en la miseria a los servidores públicos y erosiona los servicios que el Estado presta, como lo veremos en el caso de la educación.

La hiperinflación es un cáncer que carcome las esperanzas y la autoestima de los miembros de una sociedad degradando la misma. La hiperinflación fue uno de los factores que crearon las condiciones para el ascenso de los nazis al poder en Alemania. Por sus implicaciones, una de las principales funciones de un Estado moderno es garantizar la estabilidad económica lo que implica el control de la inflación. Esta es la principal función del Banco Central. Para cumplir con tal cometido los parlamentos eligen a la directiva del banco central por un periodo que normalmente duplica al presidencial, a fin de que no estén sometidos a la influencia del ejecutivo y de algún populista que por los azares de la política llegue a presidir el gobierno.

Chávez sentó las bases de una creciente inflación al convertir al Banco Central (BCV) en la caja chica del gobierno. Esta política se profundizó con Maduro lo que condujo a finales del 2017 a transitar los caminos de la hiperinflación, que hizo trizas la capacidad de compra de los trabajadores, entre ellos de los maestros que laboran en la educación primaria. La destrucción de la industria petrolera agravó el problema al generar una crisis en las finanzas públicas que limitó la capacidad del Estado para atender las demandas de las instituciones educativas y de los maestros.

La situación descrita impulsó a la Federación Venezolana de Maestros (FVM) a introducir, en el mes de agosto de este año, un pliego de peticiones al ministerio de educación a fin de plantear el deterioro de la infraestructura de las instalaciones educativas y en particular los salarios de hambre que percibían los maestros (1). A juicio de la FVM esta situación impedía dar inicio a las clases en la educación primaria pues no existían las condiciones mínimas para ello. En el documento mencionado señalan que el salario máximo que recibía un maestro era de 769.304 Bs. el cual representaba 0,84% de la canasta alimentaria y 0,44% de la básica (2) lo cual los ubicaba en condición de pobreza extrema. En consecuencia solicitaban un salario que alcanzara a los 600 dólares que les permitiera satisfacer sus necesidades básicas. En respuesta el ministerio de educación duplicó los salarios. En otras palabras el salario máximo a devengar por un maestro alcanzaría 1.538.000 bolívares, lo que representa, en el momento que redactamos estas líneas, 1.4 dólares mensuales. Lo cual, como lo manifiestan los docentes de primaria es una burla, pues no llega a representar ni el 1% del valor de la canasta alimentaria, equivalente a 301 dólares.

Los ministros de economía de Chávez como Rodrigo Cabezas, ante las crecientes presiones inflacionarias, aconsejaron al régimen y al partido de gobierno, en los años 2015 y 2016, una rectificación de la política económica. Pero el partido de gobierno rechazó las recomendaciones de Cabezas tildándolo de neoliberal. Decidieron, en consecuencia mantener, la política económica a sabiendas de que esto agudizaría el empobrecimiento de la población. El régimen decidió instrumentar una agenda donde lo prioritario era eternizarse en el poder recurriendo a una política del terror contra la disidencia política y los sindicatos, aunado a una política de chantajear a una población empobrecida con las migajas que concede el Estado Fallido, como sucedió con los comicios recientes: “si quieres comer tienes que votar”. Indicando que si quieres tener acceso a las cada vez más escasas dadivas que concede el gobierno tienes que votar.

Ante la situación de pobreza extrema en que viven los maestros y la incapacidad del gobierno de implementar políticas que modifiquen este status, la FMV ha decidido plantar cara al régimen y negarse a colaborar con el reinicio de las clases. En ese sentido han aunado esfuerzos con otros sectores como el de la salud a fin de mantener sus acciones de protesta. En consecuencia las actividades docentes en las escuelas primarias se mantienen paralizadas, no solo por los efectos de la pandemia sino por la decisión de los maestros de no incorporarse a clases. Parálisis que parece extenderse al resto de los niveles de la educación pública, como las universidades, donde los gremios de profesores mantienen una posición similar a la de la FVM.

(1) El Universal. Gremios de educadores demandan respuestas al ejecutivo sobre pliego de peticiones. El Universal 4-10-2020.

(2) La FVM estimó en el documento señalado que en agosto pasado la canasta básica alcanzaba a 176 millones de Bs. equivalentes a 577 dólares y la alimentaria se aproximaba a los 92 millones (301,13 dólares)

Profesor UCV