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Fernando el Católico (y 4)- Los personajes de la política y la historia

Opinión
Tiempo de lectura: 10 min.

Concluyo mi revisión y reflexión sobre Fernando el Católico, evaluando en esta entrega su personalidad, así como las lecciones y enseñanzas que nos deja este interesante personaje, poco conocido por muchos e ignorado por otros. Fernando el Católico fue, sin duda, un monarca educado en las costumbres y modos de los reyes medievales, con todas sus virtudes guerreras y defectos humanos, culturales y morales. Le tocó, además, convivir con algunos de los papas más corruptos de la historia —Sixto IV, Inocencio VIII, Alejandro VI y Julio II—, contexto en el que debemos situarlo. A pesar de ello, logró transitar hacia la modernidad, algo que muchos de sus contemporáneos no consiguieron.

La personalidad de Fernando

La personalidad de Fernando estuvo marcada por dos hechos fundamentales: su actividad guerrera y su matrimonio con Isabel de Castilla, que expandió y consolidó su reino. Desde muy joven, apenas con diez años, Fernando no conoció más que la guerra, en la que secundaba y acompañaba a su padre, Juan II de Aragón. Se casó a los diecisiete años con Isabel, y para 1475, cuando comenzó la guerra civil por la sucesión de Isabel en Castilla, campaña que Fernando dirigió, contaba ya con una considerable experiencia militar. A continuación, se resumen algunos rasgos de su personalidad, influenciados por estos dos hechos:

1. Carácter práctico

Lo anterior nos da una idea del carácter guerrero y, a la vez, práctico de Fernando, para quien el mantenimiento de la fortaleza y la unidad del reino que había creado era fundamental. Así lo consideró también Nicolás Maquiavelo, quien en El Príncipe lo cita y lo presenta como un ejemplo de príncipe moderno. Según Maquiavelo, Fernando reunía las características que atribuía al gobernante ideal: trabajar por la unidad y el fortalecimiento de su Estado y dominios como objetivo primordial.

Sobre Fernando, Maquiavelo escribió:

“Fernando de Aragón, actual rey de España [de las Españas], a quien casi puede llamarse príncipe nuevo, pues de rey sin importancia se ha convertido en el primer monarca de la cristiandad… Sus obras, como puede comprobarlo quien las examine, son todas grandes, y algunas extraordinarias... porque siempre meditó y realizó hazañas extraordinarias que provocaron el constante estupor de los súbditos y mantuvieron su pensamiento ocupado por entero en el éxito de sus aventuras” (El Príncipe, capítulo 21).

Este carácter práctico de Fernando se refleja también en el aspecto religioso. Aunque era un monarca religioso, como todos los gobernantes medievales, el título de “Católico”, concedido por el Papa Alejandro VI, según muchos de sus biógrafos, no solo respondía a su actividad interna, en sus reinos, sino también a su apoyo y defensa del papado en Italia frente a sus rivales franceses, como Luis XI, el “Rey Cristianísimo”, título que le había otorgado al rey francés el Papa Pío II, con quien Fernando no mantuvo relación alguna.

2. El carácter guerrero

De manera similar, muchos de sus biógrafos lo describen como un guerrero frío, de temperamento calculador, pragmático e incluso poco escrupuloso, capaz de vulnerar principios morales para alcanzar sus objetivos. Así lo describe el historiador Juan Eslava Galán:

“Era de ingenio claro, juicioso, prudente y, por encima de todo, carecía de escrúpulos. Un político moderno, pragmático, en el más amplio sentido” (Los Reyes Católicos, Juan Eslava Galán, Editorial Booket, 2019, ISBN: 9788408210696).

Además, era minucioso al dar órdenes e instrucciones, como se puede apreciar en las cartas dirigidas al Gran Capitán durante la guerra de Nápoles, las cuales fueron descifradas recientemente por el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) de España en febrero de 2018 (ver https://bit.ly/4jClPTn).

3. El negociador.

Sin embargo, una lección que aprendió rápidamente Fernando fue que es preferible evitar las víctimas de una guerra mediante la negociación y la diplomacia. No cabe duda de que era un hábil negociador, como demuestran los diversos tratados y acuerdos a los que llegó con papas y otros monarcas europeos, entre los que destacan: el Concordato de Segovia (1475), el Tratado de Alcáçovas (1479), el Tratado de Barcelona (1493), el Tratado de Tordesillas (1494), el Tratado de Granada (1500) y el Tratado de Lyon (1504). Todos ellos tenían como objetivo afianzar sus dominios, reclamar territorios o garantizar victorias logradas o no en los campos de batalla.

Menos beligerante, pero con el mismo propósito —consolidar sus dominios o neutralizar a sus rivales—, desplegó su astucia negociadora al arreglar los matrimonios de sus hijos y el suyo propio con Germana de Foix, sobrina del rey de Francia, tras la muerte de Isabel. Sea cierto o no lo que dicen Maquiavelo y sus biógrafos sobre Fernando, no cabe duda de que supo utilizar su astucia, ingenio, prudencia y estrategia para fortalecer su reino y expandir su influencia, sentando las bases para que sus descendientes —Carlos I y Felipe II— convirtieran a España en la primera potencia mundial durante más de dos siglos.

Su temperamento.

Respecto a su temperamento, resulta ilustrativa la descripción del historiador y catedrático Javier Palao Gil:

“Su tenacidad y constancia eran proverbiales y siempre estaban dirigidas hacia un plan de gobierno sin fisuras. Para lograrlo, hubo de sacrificar muchas cosas y desarrollar cualidades poco loables: fue un rey egoísta, como lo fueron los grandes monarcas de su tiempo; frugal hasta rayar en la cicatería; ingrato con algunos de sus más grandes colaboradores; circunspecto y poco dado a la franqueza…” (Fernando el Católico, 2002, citado por José María Manuel García-Osuna y Rodríguez, en Breve Historia de Fernando el Católico, Ediciones Nowtilus, 2013, ISBN: 9788499674698, cuya lectura recomiendo).

Y más adelante este mismo autor, afirma:

“… como príncipe moderno, su plan no varió: reforzar el poder del rey y de su instrumento de gobierno, que es el Estado. Pero, a la vez que príncipe moderno, era un príncipe cristiano… que defendió con ardor la religión y la fe, aunque erró en algunas cuestiones…” (Palao Gil, en la obra ya citada).

Por su parte, Hernando de Pulgar, cronista del Reino de Castilla durante los reinados de Enrique IV e Isabel la Católica, describe a Fernando de la siguiente manera: (El texto original está en castellano antiguo, pero lo actualizo para una mejor comprensión)

“Este rey era hombre… de muy buen entendimiento, muy templado en su comer y beber, y en los movimientos de su persona, porque ni la ira ni el placer hacían en él gran alteración… hombre de buen esfuerzo y gran trabajador en las guerras. De su natural era muy inclinado a hacer justicia y también era piadoso, compadeciéndose de los miserables que veía en alguna angustia. Tenía una gracia singular: que cualquiera que con él hablase, luego le amaba y deseaba servir, porque tenía la conversación muy amigable. Era asimismo remitido a consejo, en especial de la Reina su mujer, porque conocía su gran suficiencia y discreción… No podemos decir que era franco… Y aunque amaba mucho a la Reina su mujer, también se daba a otras mujeres…” (Hernando Pulgar, Crónica de los Reyes Católicos, Real Academia de la Historia, 1943).

Enseñanzas y lecciones

Haciendo las debidas salvedades por la distancia histórica, las circunstancias de su época y el papel histórico desempeñado por Fernando el Católico, podemos extraer enseñanzas y lecciones que resumo de la siguiente manera:

1. La unidad como principio

Para Fernando, todo confluía en mantener y fortalecer la unidad de sus dominios: su matrimonio con Isabel, la política internacional y la diplomacia para aislar y derrotar a sus enemigos, la reorganización y modernización del Estado y del ejército, y la uniformización religiosa de su reino, con la conquista de Granada, la expulsión de los judíos y el establecimiento de la Inquisición, que para él tenía un carácter más político que de defensa de la fe. Todo ello se basaba en un elemento fundamental: el mantenimiento de la “unidad”, principio básico de la acción política, tanto en su época como en la nuestra, especialmente frente a enemigos poderosos. Tres siglos después de Fernando, diría también Abraham Lincoln: “Una casa dividida contra sí misma no sobrevivirá”.

2. Las alianzas políticas

Sin alianzas políticas, no se sobrevive ni se conquista el poder. Fernando no hubiera podido fortalecer su reinado sin una decidida política de alianzas, desde las más simples, como los arreglos matrimoniales, hasta las más agresivas, como las coaliciones militares para combatir a sus enemigos. Aunque las alianzas matrimoniales no son aplicables hoy en día, al menos en nuestra cultura occidental, la idea de las “alianzas” sigue siendo válida, al igual que su opuesto: fomentar las divisiones internas de los enemigos, táctica que Fernando desarrolló con maestría durante la conquista de Granada, alentando la guerra civil entre los nazaríes. El viejo adagio —atribuido a Julio César, Napoleón Bonaparte y desarrollado magistralmente por Nicolás Maquiavelo— “divide y vencerás” es algo que cualquier líder político debe tener en cuenta para conquistar y mantener el poder. Y, sobre todo, estar advertido de la utilización en su contra, por parte de sus enemigos.

3. La armonía interna.

Para mantener esa unidad y desarrollar alianzas, tanto en los días de Fernando el Católico, como en los nuestros, es importante seguir el consejo que él recibió de su principal maestro, su padre, Juan II de Aragón, en 1479, poco antes de morir:

“Los reinos y súbditos conservad en paz y en justicia, sin injuria del prójimo, evitando cuanto al mundo podáis todas las guerras y disensiones” (Breve Historia de Fernando el Católico, 2002, obra ya citada. Texto original en castellano antiguo)

Este sabio consejo es especialmente relevante, también hoy en día, para mantener la unidad, la armonía y la paz interna entre los propios aliados.

4. La negociación

Arma política indispensable para cualquiera que aspire a conquistar y mantener el poder, la negociación, Fernando la utilizó con pericia incuestionable. Rápidamente comprendió que, para ganar batallas importantes, no siempre son necesarias las grandes operaciones militares sino que también es crucial contar con equipos de negociadores dirigidos con inteligencia —como en la guerra de Nápoles—. Relacionado con esto, Fernando nunca dudó en dedicar tiempo suficiente a esta actividad y a ocuparse personalmente de sus reinos, instalándose en ellos por largas temporadas para negociar con cada una de las partes involucradas en conflictos, logrando acuerdos que consolidaron su prestigio y poder.

5. Uso de la fuerza

Fernando demostró en Granada, al fortalecer el ejército de Boabdil, uno de los bandos en pugna, con quien después pactaría la rendición del reino, que también se pueden alcanzar los objetivos reforzando a uno de los bandos internos del enemigo. No solo es importante el uso de la fuerza cuando se dispone de ella —y no hay que dudar en utilizarla—, sino también el empleo de otras “armas”, como dividir las fuerzas del contrario, fortaleciendo a alguno de sus contendientes internos.

6. Utilización de la información

Desde épocas muy remotas, el uso inteligente de la información ha sido indispensable, en la política y en la guerra, que como sabemos la segunda es una continuación de la primera, muchas veces inevitable. Fernando utilizó la información con maestría, desarrollando una red de espías que lo mantenía al tanto de los movimientos de enemigos y aliados; y también empleando la información a su favor para fortalecer su causa y desmoralizar al enemigo, como ocurrió en la batalla de Toro contra el rey de Portugal durante la campaña por la sucesión de Isabel en Castilla, que como referí en un artículo anterior −Fernando el Católico-2, 25/01/2025, https://bit.ly/4gexZ1Z−, sin estar clara su victoria en la batalla, la divulgó como tal para desmoralizar a sus enemigos. Es igualmente importante, hoy en día, estar prevenido contra la táctica de la “desinformación”, que se ha convertido en un arma poderosa en la era de la posverdad, aunque, como vemos, es tan antigua como la humanidad misma.

Conclusión.

El estudio de este personaje nos deja importantes lecciones, apenas resumidas en esta y en entregas anteriores, que como he dicho tienen un carácter divulgativo y no pretenden ser un ensayo histórico. Para quienes deseen profundizar en el tema, existen innumerables obras dedicadas a Fernando el Católico. A continuación, presento en orden alfabético de autor, cinco de las más reconocidas y mencionadas:

1.      Pérez, Joseph: "Fernando el Católico: Un rey decisivo en la historia de España" . Editorial Espasa, 2012. ISBN: 978-84-670-0700-7.

2.      Prescott, William H.: "Los Reyes Católicos: Fernando e Isabel". Editorial Ediciones Palabra, 2004. ISBN: 978-84-8239-838-6.

3.      Pulgar, Hernando del "Crónica de los Reyes Católicos". Editorial Espasa-Calpe, 1943 (obra original de 1495). Sin ISBN por su antigüedad.

4.      Suárez Fernández, Luis: "Fernando el Católico" Editorial Ariel, 2006. ISBN: 978-84-344-5217-2.

5.      Vicens Vives, Jaime: "Fernando el Católico: Político y estadista". Editorial Teide, 1952. Sin ISBN por su antigüedad.

Asimismo, recomiendo las obras citadas en mis artículos, algunas de las cuales son menos conocidas que las anteriores:

1.      Eslava Galán, Juan: "Los Reyes Católicos" Editorial Booket, 2019. ISBN: 9788408210696.

2.      García-Osuna y Rodríguez, José María Manuel: "Breve Historia de Fernando el Católico". Editorial Ediciones Nowtilus, 2013. ISBN: 9788499674698.

3.      Palao Gil, Javier: "Fernando el Católico". Editorial Acento, 2002. ISBN: 978-84-483-0684-8.

 https://ismaelperezvigil.wordpress.com/