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Grave

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 3 min.

Hace unos días tuve la oportunidad de leer en el portal twitter de Reinaldo Dos Santos una muy grave acusación contra Julio Borges; según el conocido brasileño, en marzo de 2014 se efectuó una reunión a la que asistieron el diputado Borges y un grupo de militares en la cual, entre otras cosas, se le oyó decir al líder de Primero Justicia, dirigiéndose al general (GN) Rivero Lago: «No conviene sacar a Maduro ahora pues el beneficiado sería Leopoldo López, no lo saquen que yo te prometo el ministerio de defensa con Capriles en 2019» (Comillas en el original).

Esta acusación, como cualquier otra, puede ser absolutamente falsa, medianamente cierta o completamente verdadera, pero es indiscutiblemente grave, muy grave, pues de ser cierta explicaría las extrañas conductas de la MUD y su vocación de apaciguadora de la ira popular, a la que nos hemos referido en varios artículos publicados en este mismo sitio (Orden, Añagaza, Evidencias).

El asunto se magnifica con el anuncio de que Borges, en virtud de acuerdos entre los principales partidos de la MUD, será designado Presidente de la Asamblea Nacional para el periodo legislativo 2017, con lo cual tendríamos al frente del Poder Legislativo a un hombre acusado de traición, de anteponer los intereses grupales a los nacionales y de prolongar el sufrimiento del pueblo en obsequio a su ambición de poder.

En un país medianamente decente es inadmisible que se otorgue tan alta investidura a una persona sobre la cual pende tan grave acusación, como inadmisible sería que la calumnia determine una decisión del más alto interés nacional; por ello, establecer la verdad sin dejar resquicios para la duda es un imperativo político y ético que debe interesar en primer término al acusado, presunta víctima de la mentira.

Pero lo que resulta insoportable, desde cualquier punto de vista, es que este enojoso asunto pase por debajo de la mesa, de que miremos hacia otro lado o le confiramos el carácter de muchachada a un acto de tal magnitud.

El daño a la Asamblea Nacional como institución sería terrible y de difícil reparación. ¿Cómo creer en un cuerpo legislativo presidido por un diputado que guarda silencio ante tamaña acusación? ¿Acaso la traición, por la que se ha señalado a Judas Iscariote durante dos mil años, dejó de ser delito aborrecible?

Como consecuencia de sus reiterados errores, la oposición agrupada en los principales partidos de la MUD, se encuentra absolutamente desprestigiada. Tal condición la hace más peligrosa para los intereses democráticos del País, pues al saberse vehementemente rechazada por un pueblo que el 6D le brindó su entera confianza, debe suponer que sus posibilidades de acceso electoral al poder son casi nulas y esto puede generarle la tentación de acercarse al chavismo para la defensa de intereses comunes, incompatibles con los populares.

Para el escritor inglés Charles Dickens «Los caminos de la lealtad son siempre rectos.» Por contrario imperio podemos afirmar que los de la deslealtad son siempre curvos, sinuosos, zigzagueantes. Quizás este aserto de Dickens, que no por simple pierde valor, nos ayude a entender la política de los que se hacen llamar opositores, tan llena de actuaciones incomprensibles y hasta grotescas, como la disolución de la Toma de Caracas por un azarado Jesús Torrealba, que parecía más interesado en complacer las exigencias del régimen que en lograr los objetivos propuestos en la convocatoria.

Como lo hemos dicho hasta el cansancio, todos estos males tienen un solo origen: la escogencia a dedo de los candidatos a cargos de elección popular. Ese dedismo será el responsable de que Julio Borges llegue a la Presidencia de la Asamblea Nacional sin rendir previas cuentas a la opinión pública y que hasta la fecha sea jefe de una fracción parlamentaria por la que votó mayoritariamente un pueblo al que le ha negado reiteradamente su derecho a elegir, mediante primarias, los más altos cargos de conducción del Estado.

Julio Borges debe ser el primer promotor de la investigación respecto a la gravísima acusación que le hace Dos Santos. Caso contrario, estará golpeando rudamente a la Asamblea Nacional que presidirá a partir de enero, a su ya maltrecho partido Primero Justicia y estampará en su hombro la flor de lis, no como signo de realeza y honorabilidad, sino con el sentido estigmático utilizado por los verdugos franceses para marcar por siempre a delincuentes e indeseables.

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