Pasar al contenido principal

Huyendo del infierno bolivariano

Opinión
Artículos de opinión
Artículos de opinión
Tiempo de lectura: 5 min.

.La vicepresidente del gobierno Delcy Rodríguez, en una alocución reciente, ha tratado de enmascarar la magnitud de la oleada migratoria venezolana. Ella y otros miembros del gobierno de Maduro, han presentado las imágenes de los venezolanos huyendo del infierno bolivariano, como una campaña mediática del “Imperio” y de sus lacayos (los países del llamado “Grupo de Lima”) contra la revolución bolivariana.

La revista The Economist publicó recientemente un artículo (ver síntesis al final de este texto) sobre la crisis migratoria, utilizando cifras de la Organización Internacional para las Migraciones de las Naciones Unidas. El artículo revela que es el más grande movimiento humano que se ha producido en la historia reciente de América Latina y ha involucrado a 2,3 millones de personas. Rivaliza en su magnitud con los movimientos migratorios impulsados por la guerra en Afganistán y el sur de Sudan. El fenómeno se ha incrementado en la medida que la crisis económica de Venezuela se ha agravado. Si bien algunos países han impuesto restricciones a los venezolanos, la mayoría han mantenido una política de fronteras abiertas. Nuestro hermano país Colombia ha sido el principal obstáculo a la imposición de restricciones y ha mantenido una política de regularización de la situación de cientos de miles de inmigrantes que han llegado a su frontera. En ese sentido ha correspondido a la generosidad que mostró Venezuela en otros tiempos, duros para nuestros vecinos, cuando cientos de miles de colombianos se desplazaron a Venezuela huyendo de la guerra. Sin embargo en algunos casos como en la frontera con Brasil se han presentado casos de xenofobia contra los venezolanos. Ésta se ha institucionalizado, debido a razones electorales, un reflejo de ello es que el gobernador del estado ha solicitado el cierre de la frontera. Pero esto no detendrá a los venezolanos, pues como dice un sacerdote español que ayuda a los inmigrantes “aquí es el purgatorio, pero allá es el infierno”.

Síntesis del artículo publicado en la revista The Economist: “La ola bolivariana. Una ruda recepción espera a muchos venezolanos que abandonan su país” *.

El éxodo venezolano es el más grande movimiento de personas en la historia reciente de América Latina. Desde que la economía venezolana comenzó a contraerse en el año 2014 bajo el gobierno de Nicolás Maduro, alrededor de 2.3 millones de venezolanos han buscado refugio en los países vecinos. El éxodo rivaliza en su magnitud con los movimientos migratorios impulsados por la guerra en Afganistán y el sur de Sudan.

A diferencia de muchos países ricos que han cerrados sus puertas a los inmigrantes provenientes del norte de África y el medio oriente, los gobiernos latinoamericanos en su mayoría han mantenido sus fronteras abiertas a los venezolanos. Los gobiernos de izquierda como el de Bachelet en Chile relajaron sus leyes de inmigración, dice Luisa Feline Freier de la Universidad del Pacifico de Lima, Perú. Los gobiernos de derecha y de centro que les sucedieron en varios de los países han mantenido esas políticas como una censura al régimen de Maduro.

En la medida que la crisis económica de Venezuela se ha agudizado el número de personas que abandona el país se ha incrementado. A diferencia de las oleadas migratorias iniciales, los nuevos emigrantes tienden a ser pobres. El éxodo ha presionado a algunos países a tomar medidas para imponer restricciones en sus fronteras. La señora Freier teme que los países latinoamericanos llegaran pronto a estar tan cansados de los inmigrantes como los países europeos.

Algunos países como Ecuador y Perú han impuesto requerimientos de pasaporte para poder entrar a su país. Muchos de los inmigrantes carecen del documento debido a la crasis de papel en Venezuela y otras carencias; el trámite burocrático toma dos años, se puede agilizar el mismo por los caminos verdes pagando 1000 dólares, que la gran mayoría no tiene. Sin embargo la mayoría de los países hacia donde se han dirigido los venezolanos han mantenido una política más flexible, como ha sido el caso de Chile, que se ha convertido en un imán para los inmigrantes debido a la fortaleza de su economía. El número de extranjeros registrados allí se ha elevado cinco veces en una década, hasta alcanzar la cifra de 750.000 personas en el último año (alrededor de 4,5 % de la población). Quizá 300.000 o más están viviendo ilegalmente en Chile. El último año el número de venezolanos en Chile creció en 100.000 personas. Más de 100.000 personas vienen también de Haití. Una encuesta el último año encontró que 2/3 de los chilenos desean que se restrinja la migración. El recién electo presidente Sebastián Piñera ha impuesto restricciones a los haitianos, pero en el caso de los venezolanos se ha mantenido un tratamiento más generoso, concediéndoles una visa de “responsabilidad democrática” que les permitiría trabajar.

La principal resistencia contra una tendencia hacia un tratamiento más duro a los migrantes venezolanos es Colombia, el principal destino de los venezolanos. Alrededor de 900.000 se ha desplazado allí, un tercio de estos este año solamente. Juan Manuel Santos firmó un decreto que regularizó la situación de 442.000 venezolanos indocumentados antes de abandonar la presidencia. Ello les permitiría en los próximos dos años trabajar, obtener seguro medico y estudiar. El nuevo presidente Duque ha mantenido la política de Santos. El Director de Inmigración de Colombia criticó las restricciones en Perú y Ecuador y reafirmó el compromiso de Colombia en ayudar a los venezolanos. En parte la generosidad de Colombia es una forma de agradecer a Venezuela, país que recibió a más de 700.000 colombianos durante el largo conflicto con las narcoguerrillas de las FARC. La guerra terminó en el año 2016. Cerca de 250.000 colombianos han regresado de Venezuela lo que ha incrementado la carga que ha impuesto la migración venezolana.

Activistas y algunos políticos están tratando de mantener la frontera de los países abiertas. En Ecuador la Defensora del Pueblo criticó abiertamente la exigencia de pasaporte y planteó un recurso a la Corte Suprema, lo que obligó al gobierno a revisar la medida. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados señaló que los venezolanos califican como refugiados de acuerdo a la ley internacional y pide a los países afectados que emitan vidas humanitarias y permisos de trabajo. La ayuda de los países ricos como los Estados Unidos pudiera aliviar la situación y facilitar la apertura de las fronteras. Ecuador ha convocado a una reunión de los países afectados a fin de discutir una respuesta común a la crisis.

Sin embargo puede que la diplomacia no sea suficiente para aliviar los problemas de xenofobia y rechazo que se han presentado en algunos lugares como en el estado de Roraima, en la frontera con Brasil, donde el gobierno ha militarizado la asistencia a los venezolanos. En el caso de Brasil la cercanía de las elecciones ha viabilizado la institucionalización de la xenofobia, el 19 de agosto el gobernador del estado renovó una petición a la suprema corte para cerrar las fronteras. Ello no tendrá efecto alguno. Como lo señala un sacerdote español, que ayuda a los inmigrantes, los venezolanos no tienen alternativa “Aquí es el purgatorio, pero allá es el infierno”.

Profesor UCV

josenri2@gmail.com

*Referencia: The Bolivarian wave. A rude reception awaits many venezuelans fleeing their country. The Economist, 26 de agosto, 2018.