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La caverna contra la Universidad

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 7 min.

Desde el espacio que Trucutú convirtió en caverna -blandiendo su mazo contra todo asomo de civilidad-, se acordó la semana pasada pedir la intervención de las Universidades Nacionales. Los considerandos que pretenden motivar la petición cavernícola, se inician con lo siguiente:

Que el Estado hace esfuerzos extraordinarios para aportarles recursos a estas universidades, paralizadas sin explicación alguna…”

Pero sucede que este “esfuerzo extraordinario” está muy lejos del que se hace para las compras militares. En momentos de graves penurias por la falta de dólares, Maduro anuncia la adquisición de 12 caza-bombarderos Sukhoi 30 que, a $40 millones cada uno, suma cerca de los $500 millones. Al tipo de cambio oficial de 6,30 Bs/$, cubriría íntegro el presupuesto de 2015 de la UCV; a la tasa SIMADI, más que duplica el presupuesto inicialmente formulado para el Ministerio de Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología para este año, y a dólar paralelo, la cifra es cuatro veces mayor. Con chocante cinismo la insuficiencia presupuestaria que nuestras máximas Casas de Estudio vienen padeciendo desde hace muchos años es escamoteada por una mayoría oficialista que prioriza la gastadera en armas que no necesitamos, mientras se vanagloria del,

“… esfuerzo extraordinario que hace el Estado venezolano para cumplir con un compromiso sagrado como lo es la educación”.

Desaparecen en este acuerdo las dificultades para reponer equipos y cargos profesorales, mantener la planta física, adquirir insumos de trabajo y reactivos para laboratorios, así como para evitar el deterioro de los servicios estudiantiles y hacia la comunidad, que quebrantan la calidad de los procesos de enseñanza-aprendizaje, de investigación y de extensión, que son la razón de ser de estas universidades. Y, como si la situación no fuese suficientemente crítica, el Ministerio de Educación Superior, avalado por un dictamen del Tribunal Supremo de Justicia, las obliga a ingresar un gran número de nuevos estudiantes seleccionados con base a dudosos criterios que, junto a los que entran por méritos académicos, hacen prácticamente imposible atenderlos como se merecen.

El acuerdo prosigue con la represión contra universidades que, ante la caída de los precios del petróleo,

“…deberían aportar todo su conocimiento para la transformación de la sociedad venezolana,

porque ello es

“…producto de la política de los Estados Unidos de Norteamérica para acabar con los países que han desarrollado políticas soberanas y que le impiden dominar el mundo…”

Es decir, la entrega de nuestro país a Cuba, la venta de petróleo venezolano a países centroamericanos y del Caribe a descuento y en condiciones sumamente ventajosas y muchas veces incobrable sino en especie –alimentos, textiles-, la rebaja a la mitad de la deuda que República Dominicana, Jamaica y Uruguay tenían con nosotros, la hipoteca de la producción petrolera a China debido al endeudamiento con ese país, y la sarta de negocios turbios con los dineros de PdVSA que afloran en Andorra, Panamá y EE.UU., son expresión de “políticas soberanas y que le impiden [a EE.UU.] dominar el mundo” (¡!)

Y, sin rubor alguno, señala como razón del “cúmulo de dificultades” por la que atraviesa el país,

“….la guerra económica (¡!), el cerco financiero de los diferentes organismos internacionales que impide que la República Bolivariana de Venezuela pueda obtener préstamos, la vigilancia feroz que establecen los Estados Unidos de Norteamérica sobre el pago de los bonos de la deuda pública, en la búsqueda de que el Estado no pueda pagar para declarar a Venezuela, ‘Estado Insolvente’, y aplicar la misma política que hoy ejercen sobre Argentina.” (¿?)

¡La eterna conspiración contra la “revolución”, tan a flor de labios en los fascistas, para eximirse de toda responsabilidad en el desastre que han provocado en contra del bienestar de los venezolanos! Pero ahora, idioteces como la “guerra económica” se esgrimen para comprometer en este “atentado” a las universidades por desdeñar su deber patriótico de aportar ideas sobre estas sandeces.

El acuerdo pasa después a ofender abiertamente a las universidades autónomas por convertirse en “espacios de decadencia”, cuyos integrantes han secuestrado

“…el ámbito académico y científico, para generar procesos de insubordinación ante la ley, que incluyen, el apoyo a salidas inconstitucionales y violentas en contra del Gobierno democráticamente electo por la mayoría del pueblo venezolano.”

Es decir, la criminalización del justo reclamo salarial y por la dotación presupuestaria adecuada, que sitúa a los universitarios como “golpistas”, agentes de los oprobiosos factores mencionados arriba.

Terminan los considerandos mintiendo sobre una supuesta anuencia de FAPUV[1] en no interrumpir sus actividades, dada su satisfacción (¿?) con la segunda Convención Colectiva Única. Lo cierto es que los trabajadores universitarios padecen hoy los peores niveles de remuneración real de que se tenga memoria, dada la altísima inflación desatada por el obstinado empeño del Ejecutivo en mantener políticas destructivas de la actividad económica. Hoy un profesor universitario, con el ajuste reciente de sueldo que el oficialismo se jacta en ensalzar, gana apenas la octava parte de lo que perciben sus colegas en otros países de América Latina[2]. El sueldo de un docente a dedicación exclusiva y de escalafón Titular -el máximo que se puede percibir-, ni siquiera llega a la mitad del costo de la canasta básica para una familia de cinco que registró Cendas para septiembre.

Pero además, el acuerdo de la caverna ignora adrede las actividades académicas como la investigación y la docencia de postgrado que se siguen realizando. Pero el “extraordinario esfuerzo” (¡!) que el Gobierno hace en materia de educación, no cubre las vacantes profesorales para atender el número inflado de nuevos estudiantes en pregrado, y tampoco remuneraciones a veces inferiores al salario mínimo motiva a los docentes a asumir una sobrecarga de trabajo para –así- sacarle las patas del barro a la irresponsable y demagógica política de ingreso que impuso el Ministerio de Educación Universitario. La FAPUV, atendiendo una invitación del ministro a conversar sobre los reclamos salariales, le hizo una contrapropuesta que, dos semanas después, todavía no ha sido respondida.

Y todo este montaje truculento es para “sugerirle” al Gobierno a que demande a los rectores de estas universidades, “por perjuicio al Estado Venezolano”, que tome medidas ante “el paro ilegal desarrollado” y que realice ”una auditoría a las universidades que están paralizadas (…) que analice el uso de los recursos que el Estado ha entregado para el funcionamiento, mantenimiento y cancelación de sueldos y salarios a personas que no han trabajado”.

En primer lugar, nadie ha llamado a paro. Luego, como todo el mundo sabe, las universidades autónomas son las instituciones más inspeccionadas, auditadas y vueltas a auditar, de todo el sector público. La mayoría oficialista que se ha hecho oídos sordos a la innumerable cantidad de peticiones de diputados demócratas porque se abran investigaciones sobre los sobreprecios denunciados en contratos, procuras y servicios prestados al sector público, sobre los negocios turbios a través de PdVSA –remember Pudreval- y el lavado de millardos de dólares en Andorra-, se “escandaliza” porque los profesores estarían cobrando su miserable sueldo sin estar incorporados al 100% de sus actividades. No puede olvidarse que la cueva también la han transformado en refugio de Alí Babá y que los cavernícolas son duchos en aplicar la lección de Sun Tzu: “la mejor defensa es la ofensiva”.

No otra cosa puede esperarse del fascismo venezolano que un acuerdo como el comentado en estas líneas. Necesita cultivar la ignorancia para que su representación maniquea de la sociedad, construida con base en simbolismos, pueda retratar a sus integrantes de “revolucionarios” dedicados al “pueblo” y exponentes de una “izquierda” moralmente superior, que se enfrenta a una “derecha”, traidora de la patria y empeñada en destruir las “conquistas” que ese pueblo consiguió bajo la iluminada conducción del comandante eterno. Es misión de toda universidad digna de llamarse tal, desmontar esta representación falsa, primitiva, de odio y destrucción, que alimenta las ansias de control fascistas.

Como instituciones comprometidas con la búsqueda de la verdad, las universidades son factores imprescindibles de progreso, de defensa de las libertades y de sostenimiento de los valores de convivencia ciudadana. Pero para el pensamiento troglodita a la universidad no le corresponde preguntarse por el “qué” ni el “por qué” de las cosas, fuente de la indagación científica, sino sólo por el “cómo”, técnico e instrumental, ya que el “qué” y el “por qué” ya fueron decididos y grabados en piedra por el iluminado.

Es el afán de imposición de un pensamiento único que asfixie los señalamientos críticos que le corresponde hacer las universidades ante las injusticias y desaciertos en la conducción del país. Porque de eso trata el pensamiento único, de legitimar el ignominioso régimen de expoliación que ha arruinado a los venezolanos y defender el enriquecimiento de una oligarquía milico-civil que no tolera que sean expuestas sus vagabunderías.

No es de extrañar, entonces, la retaliación de los cavernícolas: la universidad venezolana, autónoma y democrática, siempre estará en sus antípodas y su mera existencia es referencia que expondrá irremisiblemente -por contraste- la podredumbre y bancarrota moral de los que hoy defienden desde el poder uno de los regímenes más primitivos, reaccionarios y represivos de América.

¡Qué vergüenza que una bancada autoproclamada de “izquierda”, asuma la postura de una dictadura al pregonar la intervención de las universidades, en violación de lo dispuesto en el artículo 109 de la Constitución Nacional y desconociendo los invalorables aportes al país que estas Casas de Estudio han realizado en el ejercicio de sus fueros autonómicos! Sólo les falta el grito bárbaro del general franquista, Millán Astray, en la augusta Universidad de Salamanca, de ¡Muera la Inteligencia!

Razón contundente para acudir a votar el 6-D por un cambio que permita sacar a Trucutú con todo y mazo y su tribu de trogloditas, y transformar la caverna en un espacio de discusión, de intercambio de ideas en libertad, animados por los mejores esfuerzos de recuperación y desarrollo de la nación venezolana. La universidad autónoma y democrática será un valioso baluarte en este empeño.

Economista, profesor de la UCV, humgarl@gmail.com