Una vez superado el evento electoral del pasado 20M donde el candidato oficialista resultó vencedor para sorpresa de nadie, la situación de crisis económica donde la inflación superó el 100% el pasado mes, parece que tampoco sorprendió a nadie; la sociedad venezolana, que técnicamente supera el 80% de pobreza según los estándares mundiales, siguió su ritmo habitual de actividades para sobrevivir a la tragedia y agobio económico que padece. Pareciera que con la teoría de la dignidad abstencionista para que el régimen se enterara, una vez más, del rechazo que genera su incapacidad de resolver los principales problemas del ciudadano, fuera suficiente, en otras palabras, también la teoría de la desesperanza aprendida se ha apoderado de las mayorías venezolanas.
Pero esta desesperanza debería ser la principal preocupación de los dirigentes políticos de las oposiciones – término que de por sí ya es una tragedia en las actuales circunstancias – porque los mismos dirigentes creen que esa desesperanza es inducida por las acciones cínicas y prepotentes que caracterizan al régimen para hacer creer que son invencibles aún en las circunstancias más críticas y de mayor debilidad por las que ha pasado. Y esta apreciación es un nuevo error de los dirigentes de las oposiciones.
De alguna manera la ciudadanía ya sabe que esperar del régimen que nos desgobierna, ya sabe que su principal objetivo es mantenerse en el poder sin importarles el costo social y político que esto pueda acarrearle y, en consecuencia, actúa en función de mantenerse en el poder porque los costos de renunciar a el son muy altos, especialmente para sus dirigentes que ya figuran en diferentes listas de sancionados por la comunidad internacional.
Así que la desesperanza no es inducida por el régimen, aunque tiene una buena cuota en la misma, sino más bien porque la dirigencia opositora no ha sido capaz de ofrecer una esperanza válida para lograr el cambio político que de ella se espera. Desde las erráticas actuaciones realizadas en el 2016 por la Asamblea Nacional que finalmente no se puso de acuerdo en una estrategia única para salir del gobierno, la oposición pasó a ser oposiciones y a dispersarse en diferentes visiones que lo único que ha conseguido es el descrédito ante la población venezolana y darle oxígeno a un gobierno impopular deslegitimado por la comunidad internacional.
El régimen, que de bruto e incapaz en lides políticas no tiene nada, aprovechó esta circunstancia de las oposiciones para programar el fraudulento evento electoral e intentar legitimarse ante la comunidad internacional, cuestión que no logró, pero que no le impide seguir ejerciendo el poder por la vía de facto.
Ante la imposibilidad de enfrentar el fraude electoral de manera unitaria, las oposiciones decidieron que después del 20M era la oportunidad de volver a unirse para trazar una estrategia y lograr el cambio del gobierno. Desafortunadamente, hasta ahora, las diferencias entre las oposiciones solo se han incrementado y con ella ha disminuido las esperanzas de los ciudadanos de salir del régimen este mismo año.
Si la dirigencia opositora no termina de entender que para la mayoría de los venezolanos ellos son la mayor esperanza para lograr el cambio político mediante una estrategia única con una dirección unitaria, entonces, quedaran como los mayores generadores de desesperanzas en una población que se cansó de confiar en ellos y, llegado a ese punto, será mejor que busquen otros oficios.
@lesterllopezo 02/06/18