Las solapas de los libros siempre han sido una cantera fructífera para predicadores de pacotilla. Traigo esto a colación porque allá, en los convulsos noventa, escuché a un amigo comentar algo inherente a un militar que en ese momento, sometido a prisión como estaba, “devoraba libros… hasta tres por semana”. Un tercer amigo que compartía la charla y el café, fiel a su fama de j…..r, manifestó que tal ritmo no alcanzaba “ni para las solapas”. En cualquier caso, desde entonces y en razón a la deriva pseudo ideológica del populismo gobernante, se ha hecho común citar autores y títulos a diestra y siniestra, por lo que los redactores de discursos tienen trabajo para justificar sus emolumentos.
Uno de los nombres preferidos en tales exploraciones es el de Noam Chomsky, filósofo, activista, autor y analista político estadounidense, profesor emérito de Lingüística en el MIT, siendo en la actualidad un nombre autentica y legítimamente reconocido en el ámbito mundial, por lo que el impacto de su pensamiento no solo se enfoca en la nombrada disciplina y su voz tiene indiscutible resonancia y autoridad en lo concerniente a la problemática planetaria integralmente hablando
En ese orden, sus enfoques sobre la GUERRA como parte desgraciadamente sustantiva en la crisis declinatoria que experimenta la civilización, ha dedicado parte muy significativa de sus ideas y planteamientos a escudriñar sobre el morbo bélico que motiva al hombre postmoderno y dentro de esa temática nos brinda brillantes reflexiones acerca de cómo la propia cotidianidad comunicacional conforma actos de agresión belicista contra las sociedades.
Basándonos en las ideas de este notable intelectual, hemos creído necesario refrescar los planteamientos que él desarrolla en su opúsculo “Armas silenciosas para las guerras tranquilas”. Allí Chomsky hace referencia a las estrategias que usa el poder político para manipular a los ciudadanos, aunque en honor a nuestras experiencias inmediatas podríamos acudir a la paráfrasis y hablar de “Armas sucias contra el pueblo inerme”
La principal de esas formas de manipulación la denomina “Estrategia de la distracción”. Consiste la misma en desviar la atención del público de los problemas importantes, de las dinámicas del contexto político y del marco económico, mediante la técnica del atosigamiento de continuas informaciones conformadas por artilugios, medias verdades y/o falsedades plenas. De esta matriz se desprenden otras formas que no necesariamente se introducen de manera secuencial o esquemática, sino que de acuerdo a los mecanismos de medición en cuanto a su eficacia, son aplicadas cuando el grupo de control lo considera como necesario
UNA SITUACIÓN
Aparece de esa forma la modalidad llamada “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea conteste con la estrategia y con los métodos puntuales que se busca sean aceptados. Un ejemplo común en cuanto a este esquema, lo encontramos en dejar que se desarrollen o intensifiquen brotes de violencia urbana, llegando incluso a organizar atentados sangrientos. Se espera que la ciudadanía solicite la rigurosa aplicación de métodos de seguridad, lo cual permitirá al Estado invocar la obligación de mantener la PAZ. Igualmente se hace valedera esta metodología frente a la agudización de una crisis económica, haciendo aceptar la misma como un mal derivado de causas externas y que ello es la razón de la merma en los derechos sociales y del desmantelamiento de los servicios públicos.
En un contexto como el anterior, entra en juego la técnica de la gradualidad, aplicando las medidas concretas a cuentagotas, por años consecutivos. Dentro de este aspecto en concreto debe llamarse la atención sobre un fenómeno paradójico que es característico en los gobiernos populistas. El ascenso al poder de estos regímenes se fundamenta en la crítica hacia las condiciones socioeconómicas implantadas en consonancia con el auge neoliberal surgido entre las décadas 80 y 90 del siglo pasado y las cuales traían como consecuencia la minimización del Estado y las privatizaciones, acciones que a su vez derivaban en situaciones cuyos rasgos más distintivos eran el desempleo en masa y la miserabilización de los salarios. Como es fácil de inferir, hablábamos de paradojas porque este cuadro dibuja las características fundamentales en la mayoría de los países gobernados por el populismo. Dentro de ese mismo nivel de distracción, Chomsky habla de cómo se enfoca connotándola como “dolorosa y necesaria”, excitando en la masa social la esperanza ingenua de que “todo va a mejorar mañana” y que el sacrificio exigido es el precio social para alcanzar esa meta.
LA PUBLICIDAD
Es importante captar como el mecanismo envolvente de la manipulación echa manos de técnicas no simplemente maquinizadoras sino francamente perversas. Ello ocurre cuando en la publicidad dirigida al gran público utiliza en el discurso argumentos, personajes y entonaciones particularmente infantiles, creando una atmósfera en la cual el ciudadano es una criatura de poca edad o un deficiente mental. Se perora sobre fiestas, diversiones, bailes y alegrías y paralelamente, con el aditivo de mendrugos financieros, impulsa el status ficticio de la tranquilidad social. Chomsky nos habla de la fuerza de sugestión que posee ese lenguaje propio de simplismo infantil, en razón a que ello coarta la respuesta crítica.
Angulo de especial atención es la forma como se hace uso del aspecto emocional generando la anulación de la racionalidad y del sentido crítico de los individuos. La utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, provocar compulsiones e inducir comportamientos. En este cometido se manifiesta una derivación de rango superior que en sana lógica debería ser catalogada como un delito de lesa humanidad. Chomsky dice textualmente: “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores” (Armas silenciosas para guerras tranquilas). Se llega entonces al nivel superior de manipulación cuando se siembra en el individuo la total culpabilidad de su propia desgracia en razón a su debilidad pensante y su incapacidad creativa. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema, éste se autoincrima e inculpa, generando consecuencialmente un estado depresivo en el cual se desarrolla la inhibición individual y social.
Número 205. Noviembre 2023
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