El descubrimiento de América y el del paso hacia las Indias Orientales a través del Cabo de Buena Esperanza son los dos acontecimientos más grandes y más importantes registrados en la historia del género humano.
Adam Smith (1723-1790)
Nuestros maestros y maestras de aula viven cada año el desconcierto de una fecha histórica bajo el signo de la polémica. Que si fue un “descubrimiento”, o el “día de la raza”, o más bien un “encuentro entre mundos”, o el “día de la resistencia indígena”, o la posición más radical, de quienes pregonan la tesis de los “no descubiertos”. En realidad estas categorías y términos lo que han hecho es encubrir, bajo el manto de la ideología y la propaganda política, un proceso histórico fundamental en el devenir de la historia del mundo.
1492 representa el reconocimiento mutuo de un mundo escindido hasta ese entonces. Y como bien dice Paolo Emilio Taviani (1912-2001), uno de los principales estudiosos de la gesta colombina: “el mundo sufrió un alargamiento positivo, no sólo geográfico, sino también, científico y cultural”. El mundo, la historia, sufrieron una aceleración nunca antes vista que permitió que pueblos y culturas de geografías tan diversas pudieran interactuar. Esa es la grandeza de 1492 más allá de la exaltación o demonización de un hombre como Cristóbal Colón.
Otra tentación persistente, es la de reducir el año de 1492 a una celebración interesada por parte de algunos conglomerados nacionales. Los desfiles en torno al triunfo de la “civilización” sobre la “barbarie”, o de la cultura sobre la ignorancia. La gran Europa civilizando a una América en condición de nimiedad. Cuando en realidad, como dice J. H. Elliot (1930), ambos continentes se influyeron, aunque esto no haya significado una relación fundada en el entendimiento y la complementariedad. Para un botón hay que señalar que toda la plata y el oro americano que fue extraído violentamente hacía Europa, permitió financiar el capitalismo europeo y la aparición de las grandes potencias mundiales como Holanda, Francia, España, Portugal e Inglaterra.
También representa una media verdad los intentos por reducir 1492 a una fecha oprobiosa bajo los condicionantes de la conquista, saqueo, genocidio y colonización. Lamentablemente la historia humana, en su vertiente negativa, representa tanto al horror como a la infamia, y en el “descubrimiento” de América, todas estas anomalías se padecieron. Algo que de paso lamentamos por las víctimas pero que es recurrente entre todos los pueblos y culturas. El sólo pensar que los autóctonos de América, antes de la llegada del europeo, vivían ausentes de conflictos, guerras, esclavitudes y actos inhumanos, es un acto de ingenuidad e ignorancia.
Este tratamiento maniqueo e interesado, acerca de 1492, ha puesto sobre tan crucial fecha histórica, un manto de incomprensión que ya es necesario atajar, sin que ello implique dejar de ventilar sus más diversas consecuencias e implicaciones.
Director del Centro de Estudios Históricos de LUZ
Fuente: http://www.talcualdigital.com/Nota/133616/la-grandeza-de-1492