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La ONU y el desarrollo humano de Venezuela

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 5 min.

En fecha reciente, un funcionario de las Naciones Unidas (ONU) entregó al presidente Maduro un certificado en el cual reconocían los logros del país en materia de desarrollo humano, que permitían ubicarlo en el puesto 71 del ranking de Desarrollo Humano de la ONU, el cual surge de una clasificación en función del Índice de Desarrollo Humano (IDH). Venezuela aparece en este ranking por encima de otros países de América Latina como Colombia, Brasil, México y Perú.

El índice de Desarrollo Humano (IDH) se basa en una peculiar definición del desarrollo humano, el cual se concibe como el proceso de incrementar las posibilidades de elección de una persona. Esto se refiere no solo a las posibilidades de elección que permita un mayor ingreso, sino a las posibilidades de elección razonables de las personas para desarrollar su potencial y llevar una vida creativa de acuerdo a sus necesidades e intereses. El ranking de los países según el IDH, se divide en un primer grupo con un IDH muy alto entre 1 y 0.800, un segundo grupo de países con un desarrollo humano alto entre 0.800 y 0.699, finalmente se ubican los países con IDH medio y bajo que poseen un IDH inferior a 0.700.

El IDH es elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el cual todos los años elabora un informe sobre los aspectos que integran su visión del desarrollo humano: salud, educación, situación laboral, situación de las mujeres. De estos el IDH privilegia tres: años de escolaridad, longevidad y nivel de vida. Elementos como la libertad política, derechos humanos básicos como el derecho a la vida y a la libertad de expresión, no son considerados como parte de esta visión del desarrollo humano. En consecuencia, el índice desde su definición es cuestionable, pues una dictadura como la cubana donde se imparte una educación ideológica que no prepara a las personas para ser productivas, o analíticas, sino para ser miembros de un comité de propaganda y leer proclamas de alabanzas al líder máximo de la revolución, es ubicada con un nivel educativo elevado. La precaria calidad de la educación no cuenta. Tampoco influye el hecho de que el pueblo cubano viva bajo un régimen permanente de carencias, racionamiento, cortes de luz eléctrica, por lo que Cuba aparece con un IDH superior a varios países latinoamericanos que poseen un nivel de vida superior al de la isla del Caribe

Otro problema con el IDH es que la información que toma la ONU en cuenta como base para su cálculo es la provista por los propios gobiernos. En el caso de los gobiernos dictatoriales o autoritarios se trata de cifras manipuladas por los organismos gubernamentales, sin ser contrastadas con fuentes no alineadas con los intereses del régimen. Como consecuencia de este procedimiento poco transparente, países como Irán son ubicados en el puesto 69 del ranking de la ONU con un IDH de 0.766 y Cuba en el lugar número 67, con un IDH de 0.769 superior al de Venezuela y varias naciones latinoamericanas, lo cual los ubica en el segundo grupo de países con un desarrollo humano elevado. Tanto en Cuba como en Irán, quien se atreva a cuestionar las cifras gubernamentales es acusado de algo similar a traición a la patria y encarcelado. No hay libertad de expresión y tampoco una prensa independiente que permita una discusión abierta de las bondades o limitaciones de las estadísticas gubernamentales y de la metodología utilizada para elaborarlos.

En el ranking de la ONU en base al IDH, Venezuela aparece con un índice elevado de 0,762 que la ubica por encima de varios países latinoamericanos. El elevado IDH, que el PNUD le asigna a Venezuela, revela que la ONU le confiere veracidad a la propaganda gubernamental que habla de avances sin precedentes en el plano educativo y de una política social que ha logrado disminuir los niveles de pobreza moderando el impacto de la inflación sobre los sectores de más bajos ingresos. Sin embargo, a pesar de la existencia de un gobierno con vocación autoritaria, existen fuentes alternativas generadoras de información confiable que permiten poner en evidencia el fraude gubernamental y la alcahuetería del PNUD. Nos centraremos en estos dos aspectos del IDH dejando a un lado el tema de la crisis humanitaria, a fin de no extendernos más allá de lo conveniente.

En relación a la educación, organizaciones como Provea describen en su último informe anual del 2016 el estancamiento de la matricula de educación primaria en la última década, señalando que el gobierno no logró su objetivo de universalización de la educación primaria, adicionalmente acotan que los elevados niveles de pobreza en el país ponen en riesgo la prosecución escolar y los nuevos ingresos. En cuanto a la educación universitaria, el gobierno se vanagloria de haber incrementado sustantivamente la matrícula universitaria, pero los que laboramos en ese medio sabemos que ello se ha hecho expandiendo la matricula en universidades de cuestionable calidad como la Bolivariana. En las universidades de mayor calidad como las autónomas, los niveles de deserción se han elevado a cifras que oscilan entre 60 y 40% debido a la mala formación de la educación media. El deterioro de las universidades se ha acentuado en los últimos años por la deserción profesoral, debido a la reducida capacidad de compra de los salarios que reciben los docentes y la política de cerco presupuestario que ha impuesto el ejecutivo.

El otro fraude gubernamental es el que tiene que ver con la disminución de la pobreza. El IDH aborda este aspecto a través de la temática relacionada con el nivel de vida, el cual depende del ingreso y la capacidad de compra, que resulta determinada por los precios. La elevada inflación, que ya ronda la hiperinflación, ha agudizado el deterioro de la capacidad de compra, lo cual se refleja en el incremento de los niveles de pobreza. Este fenómeno es subestimado por los organismos gubernamentales, como el Instituto Nacional de Estadística (INE), que la estiman en 32, 5% para el año 2014 y 33,05% para el 2015. Los organismos de la ONU como la CEPAL dan dicha cifra como cierta y es la que publican en el Anuario Estadístico de América Latina 2016 donde presentan una cifra de pobreza de 32,1% para Venezuela. Investigaciones desarrolladas por las Universidades Nacionales dan cifras muy superiores, que la ubican en 73% para el 2015 y 82% para el año 2016.

En síntesis, con una educación en profundo deterioro y con más del 80% de su población en situación de pobreza, con un grueso número de sus familias buscando comida en los trastos de basura, solo los malabarismos de los organismos gubernamentales venezolanos y la complicidad del PNUD pueden generar un IDH para Venezuela superior al de otras naciones latinoamericanas, hacia las cuales han emigrado cientos de miles de venezolanos huyendo del desastre creado por la revolución bolivariana.

Profesor UCV