

Se dice que “estamos arando en el mar y sembrando en el viento” cuando queremos expresar el desasosiego que nos produce algo que hemos realizado y que al final consideramos no alcanzó los resultados que esperábamos.
La situación social, económica, política, militar y moral que con vientos huracanados está soplando con fuerza sobre los rostros de los venezolanos, es la prueba o demostración más contundente de lo vigente que está la expresión atribuida a Simón Bolívar: “He arado en el mar” como epilogo o balance de su gesta libertadora, fruto de la decepción que lo invadió al ver en lo que había concluido su proyecto político; es decir, en numerosas luchas intestinas por el poder nacidas de intolerancias políticas que posteriormente desembocaron en inútiles revueltas armadas que solo dejaron huérfanos, viudas y un país social, política, económica, militar y moralmente, destruido.
Tanto más contundente se nos presenta la prueba en cuestión, cuando recordamos que las montañas de dólares americanos que ingresaron a este país por concepto de venta de petróleo son matemáticamente incalculables, y paradójicamente, nos encontramos en la dolorosa condición de estar a un pasito de ser asistidos por la caridad internacional.
Por otro lado y para concluir, no estamos descubriendo el agua tibia cuando presuponemos que la crisis venezolana es tan grave que su desenlace es muy difícil de predecir; en consecuencia, están vigentes las palabras de Bolívar: “He arado en el mar”