¿Por qué contra el sentido común y cualquier ejemplo, un “experto” crea sucesivos caos en las economías de Ecuador, Bolivia, Venezuela y ahora de Argentina, hiperinflación, hiperdevaluación, hiperdesempleo sin darse cuenta? ¿Cómo puede el liderazgo argentino llevar 70 años cometiendo los mismos errores sin parar? ¿Por qué misterio después de estrellarse tantas veces un señor no logra entender sus desmanes y no aplica el tratamiento universal e infalible, la penicilina contra la estupidez económica? Ductor de la destrucción de economías regionales, el señor Alfredo Serrano Mancilla, militante de Podemos, la viruela del mono ibérico, hace tiempo zarpó de España a hacer la América. Pedrada en ojo de boticario, el reciente artículo de mi amigo Pedro Benítez en Alnavío, trajo al personaje. Serrano gobernó con Correa tras el trono y los ecuatorianos lo culpan de los adefesios que casi (¿) quiebran el país dolarizado. Y en lo que parece un milagro, en Argentina designaron a Sergio Massa superministro de economía, el mejor (¿o el único?) dotado para el cargo en el país.
También los bolivianos culpan a Serrano de los errores en la gestión de Evo Morales. Su pensamiento no tiene que ver con el mundo real, sino con afiebradas elucubraciones polpotianas o maoístas. Hace unos años reconocía que casi 100 por ciento del ingreso en Venezuela era del Estado, tanto como en la extinta Unión Soviética o Cuba, pero le molestaba que los bancos y el comercio privado todavía “capturaban una parte de la renta”. Había que expropiarlos, aunque las distribuidoras de alimentos que Chávez confiscó devinieran literalmente pozos sépticos, criaderos de gusanos; y que los bancos estatales pierdan miles de veces su capital, PDVSA sea el fantasma de Ramírez y ya hasta los acreedores hayan renunciado a sus desechos. Serrano procuraba confiscar las restantes distribuidoras de alimentos y que todo pasara a su control, lo que hubiera sido una catástrofe humanitaria, hambre pareja en la economía petrolera, paliada por Clap, pero no importa: llegaríamos al socialismo, la miseria perfecta, primero que Cuba o Norcorea.
Un pensamiento tan aterrador como el cementerio de vampiros que resucitan detrás de Selma Hayek en Abierto hasta el amanecer, la dadaísta cinta de Robert Rodríguez. China es otra vez un imperio que incluso disputa Latinoamérica, gracias a una economía de mercado abierto que rompió todos los records de crecimiento desde la Revolución Industrial ¿Cómo entonces no saber que la viruela podemita del mono es exactamente lo contrario de lo que debe hacerse? El sentido común hizo que Yuri Andropov, nada menos que el jefe de la KGV, Secretario General del Partido Comunista Soviético, iniciara en 1982 un proyecto para liberalizar la economía. Es el injustamente no reconocido padre de lo que con Gorbachev se llamó perestroika, quien vio a tiempo lo que hacían los chinos de Deng y lo entendió. Muere cuando tenía apenas año y medio en el poder y con él su proyecto económico, al parecer inspirado en el de Augusto Pinochet. Su plan era una especie de stalinismo neoliberal (jaja) una dictadura militar férrea que ilegalizaría al Partido Comunista para imponer la modernización, la economía de mercado y a posteriori, quién sabe.
Para fanáticos, “neoliberalismo” es todo lo que no sea una economía estatizada. Posiblemente de sobrevivir Andropov, una incólume Unión Soviética disputaría hoy la hegemonía mundial con EEUU y China. La viruela resucitó en Venezuela donde impuso la economía política de la destrucción, que ni siquiera cuajó en Ecuador, Bolivia ni Nicaragua, pero, colonialismo al revés, sí en las desordenadas cabezas de los indignados españoles y en Pablo Iglesias. El socialismo del siglo XXI, resucita en la Venezuela democrática lo que Marx llamó el socialismo feudal, y lo encabeza un militar extraño al debate ecuménico de las ideas que desencadenan personajes tan diferentes y tan parecidos como Reagan, Deng Xiao-Ping, Thatcher, Felipe González, Andropov- Gorbachev Clinton, Salinas, y Pinochet. No es un hombre de época, como estos, sino con una mente de ultraizquierda cavernaria que no entendió jamás el Eurosocialismo, el eurocomunismo ni el socialismo de mercado. En 1999 opera Jorge Giordani a quién desde su época de profesor universitario, en los medios de la izquierda se le conocía como “el albanés”
(Albania fue y es uno de los rincones más retrógrados, olvidados y primitivos del comunismo) Giordani fue vocero de la teoría que devuelve Serrano: empobrecer a la gente para darle de comer en la mano. Libros clásicos y no tanto expusieron que mientras más miserable sea la sociedad menos tiempo tendrá para combatir el status que provoca esa miseria y más deberá dedicarse a conseguir proteínas. Pero históricamente el efímero ascenso de Serrano sacó de juego al fallido criptocandidato presidencial Rafael Ramírez que disfrazado de reformista y descabezado antes de arrancar, pretendía encubrir su destrucción de Pdvsa. Serrano nos trae de regreso en sus carabelas los delirios de empobrece y triunfarás. En Venezuela se impusieron por momento los experimentos podemitas, pero atornillan las racionalizaciones que condujeron a la Albania de Giordani. Chávez colonizó Podemos pero, ironías, el Almirante Serrano nos trajo de vuelta a América la ideología que lo poseyó.
@CarlosRaulHer