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Las andanzas de Donald Trump Jr.

Opinión
Tiempo de lectura: 3 min.

El hiper activismo político del Donald Trump tiene azorados a los norteamericanos y también, desde luego, a los habitantes del Planeta Azul. 

Difícil saber cuántas decisiones ha tomado durante el mes que lleva en el poder, las cuales incluyen la propuesta de comprar a Groenlandia, reducir a toda costa  la burocracia norteamericana, expulsar a los emigrantes, castigar con aranceles la economía de varios países, congelar los proyectos de energía renovable, abandonar la Organización Mundial de la Salud, sancionar a la Corte Penal Internacional, enredar con sus idas y venidas, el conflicto entre Ucrania y Rusia, pretender transformar a Gaza en un lugar turístico, cambiar el nombre al Golfo de México y, como éstas, un largo etcétera 

Nos encontramos, así pues, ante un menú muy surtido de ocurrencias que semejan disparos hechos desde la media cintura, sin pensarlo dos veces. Actúa como si fuera un gerente, se vanagloría de que no es un político y pone de manifiesto, como nadie, la anemia planetaria que caracteriza nuestra época.

Tras haberlo investigado durante varios años, los científicos han establecido que, por razones genéticas, hijo de gato caza ratón, al igual que los carpinteros han comprobado, con más modestia, que de tal palo tal astilla.  Viene esto a colación porque hace apenas unos días, me enteré de que Donald Trump Jr., su hijo mayor, ha anunciado un proyecto en el que participa y que ostenta el inconfundible sello de su progenitor.

Se trata, desde luego, de un proyecto que cuesta millones de dólares, impulsado por varios magnates, cuyo propósito es llevar a cabo, el proyecto Enhanced Games (Juegos Mejorados). La iniciativa es semejante a los Juegos Olímpicos, pero con la diferencia de que el dopaje no solo no se encuentra prohibido, sino que es alentado con el fin de batir récords en las distintas disciplinas seleccionadas, a saber, natación, atletismo, gimnasia, levantamiento de pesas y disciplinas de combate.

Durante más de 100 años, señala Trump Jr., sin siquiera pestañear, “las élites a cargo de los deportes mundiales han reprimido la innovación, aplastado la grandeza individual y negado a los atletas la posibilidad de superar los límites de lo posible. Eso se acaba ahora. Los Juegos Mejorados representan el futuro: competición real, libertad real y récords reales que se pulverizan. Se trata de excelencia, innovación y dominio estadounidense en el escenario mundial, algo de lo que trata el movimiento MAGA a nivel de los Estados Unidos”. Y por si no quedara suficientemente claro, añade que el objetivo es “hacer evolucionar la humanidad con toda seguridad hacia una nueva super humanidad”, conectándose así, con la que es ya una corriente política, identificada como el Transhumanismo.

Esta iniciativa le da la espalda al Comité Olímpico Internacional (COI), creado el 23 de junio de 1894 por el barón Pierre de Coubertin en París, con el fin de revivir los Juegos Olímpicos Antiguos, enmarcando la práctica del deporte dentro de las reglas del “fair play” y bajo la consigna de que “lo importante no es ganar, sino competir”. 

 Cierto que con el paso del del tiempo, el deporte es muy distinto al que se describió la Carta Olímpica. Hoy en día, debido a razones que no cabe mencionar aquí, los entes encargados de gobernarlo no están libres de pecado, aunque sin llegar, ni mucho menos, a los extremos del evento que promueve Trump Jr, con el empeño de batir marcas a partir de un desarrollo tecnológico libre de obstáculos e ignorando, además, los graves peligros que corre la salud de los atletas, aunque se anuncie que se adoptaran medidas para impedirlo. Vamos a hacer historia, proclama con notable modestia.

Este discurso suena muy semejante a la prédica de los hechiceros de Sillicon Valley, a propósito de la Inteligencia Artificial. ¿O no?.

HARINA DE OTRO COSTAL

Se cumplen 50 años de la creación del Sistema Nacional de Orquestas Sinfónicas Juveniles, Infantiles y Pre-Infantiles de Venezuela. Su creador, José Antonio Abreu, se trazó la meta de promover la música clásica en Venezuela, con un marcado propósito de inclusión social, aunado a la pretensión de que fuera parte intrínseca del sistema educativo.  

Entre los aciertos, no muchos que digamos, del gobierno que nos ha tocado en los últimos años, figura, sin duda, la continuidad que se le ha dado a esta iniciativa que hoy en día cuenta con más de un millón de jóvenes y niños, interpretando a Mozart, a Beethoven o a Vivaldi, sin tener que desdecirse de su ADN caribeño y salsero.

El Nacional, miércoles 19 de febrero de 2025