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Lo que queremos después del 6D

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 2 min.

Esperando la instalación de la Asamblea Nacional electa el pasado 6D, uno no puede menos que repasar los días transcurridos desde esa fecha y tratar de caracterizarlos para facilitar su recuerdo.

En primer lugar se impone reflejar el estado de ánimo que se ha instalado en la mayoría de los venezolanos, independientemente del sentir político personal. Alivio es el término que mejor lo define; porqué fuimos a elecciones y ellas transcurrieron como en cualquier país democrático, carácter que no define al nuestro, pero también porqué ganadores y perdedores asimilamos el hecho sin expresiones extremas, como tratando de no herir la susceptibilidad del otro.

En la dirigencia de los bandos privó también una cierta ponderación, que en casos llegó al mutismo, resaltado por expresiones destempladas de unos pocos, que entendiendo lo que les significaba personalmente la derrota, trataron de aglutinar apoyos más para ellos que para la causa que supuestamente representan. En los triunfadores, también aparecieron los que trataron de convertir una victoria de todos en trofeo para su equipo, actitud que afortunadamente fue minimizada por el actuar conjunto de sus líderes sensatos.

En la medida que nos aproximábamos al 5 de enero, aparecieron todos los matices que están presentes en nuestra Venezuela políticamente diversa, tanto los buenos como los no tanto. En un extremo, los que se empeñan en rescatar un pasado supuestamente libre de defectos y en el otro, los que tratan de hacer creer que la historia cambió a partir de 1999 y que ese “cambio” es un legado que hay que defender.

A los que decían “no volverán” y a los que dicen “volvimos”, les recordamos que en realidad lo que los venezolanos queremos ver fuera de nuestro panorama diario es la corrupción, el ventajismo desde el poder, la manipulación de la información, la ineficiencia gubernamental, el desprecio por la educación, la salud y la seguridad, y en general, todo aquello que vivimos como carencias muy destacadas y que nos han permitido sentir y decir, desde hace años, “nunca se fueron”, ratificando hoy la seguridad de que “es indispensable que se vayan” si queremos un país distinto.

La Asamblea Nacional es un extraordinario escenario para mostrarle al país, con su comportamiento y acciones, el tipo de sociedad en la que queremos vivir; ello implica, pasados los fuegos artificiales, dedicarse a facilitar legislativamente la marcha de la vida pública nacional, corregir las trabas que coartan el desarrollo humano de la población venezolana y establecer las bases para el diseño del país que queremos.

Falta un trecho para alcanzarlo y su tránsito no será fácil.

5 de enero de 2016