RECUPERACIÓN DE LA AGRICULTURA VENEZOLANA POST SOCIALISMO DEL SIGLO XXI
Dos de los recursos naturales renovables de mayor importancia en la agricultura son, indudablemente, el suelo que es asiento para el crecimiento y desarrollo de las plantas y el agua que es el componente principal de los vegetales.
El suelo es un cuerpo natural y por lo tanto, de una gran variabilidad espacial, es por eso que en pocos metros de distancia sobre un terreno pueden existir suelos de muy diferentes características. Esto quiere decir que existen suelos muy diferentes entre sí, cada uno de los cuales tiene especiales condiciones para determinado uso, por lo que para utilizarlos lo mejor posible deben ser estudiados y clasificados.
Muchas personas, especialmente los políticos, algunas veces dicen que en Venezuela tenemos millones de hectáreas para la agricultura porque creen que por poseer un vasto territorio ocupado por solo treinta millones de personas, es suficiente la superficie que corresponde per cápita para que se pueda producir excesos de alimentos. Pero el suelo va mucho más allá de lo que vemos sobre la superficie terrestre
Para ejemplo de lo anterior, tomemos la información de Comerma, J. y R. Paredes. 1978. Principales limitaciones y potencial agrícola de las tierras en Venezuela. Agron. Trop. 28:71-85, quienes señalan que solo un 2% del territorio nacional puede ser considerado sin limitantes para la producción agrícola. Quiere decir que de 91,2 millones de hectáreas que aproximadamente tiene el país, solamente un poco más de 1,8 millones de hectáreas se pueden utilizar en agricultura sin ninguna limitación. Sin embargo, buena parte de esa superficie ha sido inutilizada al ser ocupada por desarrollos viales, urbanísticos e industriales; y otra parte se ha degradado por erosión, salinidad, alcalinidad, compactación, acidez y otros factores, como consecuencia de un mal uso de esos suelos. Por lo tanto, actualmente disponemos de mucho menos que esas 1,8 millones de hectáreas.
Los mismos autores hicieron una prospección del uso de la tierra, y aplicando tecnologías ya probadas por investigadores y productores avanzados en 1978, la situación es que dispondríamos de 4% de áreas con amplia gama de uso agrícola, 14% con una limitada gama, 30% para uso ganadero, 41% para bosques, recreación y reservas hidráulicas y 11% que posee una asociación de áreas con limitada gama de uso agrícola y zonas limitadas a bosques y recreación.
Es decir, tendríamos 3,6 millones de hectáreas con amplia gama de uso agrícola y 14% para uso con cultivos específicos, como por ejemplo los suelos con mal drenaje, anegadizos, para producir arroz y algunas forrajeras, y suelos de elevadas pendientes para producir café, pero siempre aplicando prácticas agronómicas específicas para evitar el deterioro de esos suelos.
Como corolario a lo anterior es obvio que se deben aplicar una serie de conocimientos científicos y tecnológicos para manejar los suelos, para recuperar aquellos que tienen algunas limitaciones para su uso agrícola y para conservarlos en el tiempo, ya que se pueden deteriorar con facilidad. Quiere decir que los suelos deben ser estudiados, para conocerlos y poder utilizarlos adecuadamente.
Durante la primera mitad el siglo XX, en Venezuela se realizaron algunos estudios de suelos, sin embargo, a partir de la década de 1960 y quizás hasta los años ochenta, estos estudios se intensificaron tratando de cubrir la mayor parte del territorio nacional. Posteriormente, poco a poco fue disminuyendo la intensidad de estos estudios, hasta llegar el momento actual cuando prácticamente no se han continuado. Paralelo a esto, toda esa información generada por años no ha estado a buen resguardo y se han perdido algunos estudios total o parcialmente, especialmente lo correspondiente a los mapas que complementan los estudios de suelos.
En relación al agua, no se han realizado más obras para su almacenamiento, control de cauces, utilización en riego, generación de electricidad, saneamiento de cuerpos de agua; por el contrario, se han realizado muchas actividades destructivas de algunas cuencas hidrográficas importantes, para lo cual basta con señalar lo que ocurre en amplios sectores de Guayana, región que recoge nuestra mayor riqueza hidrológica, donde se permite la devastadora minería ilegal sin ningún control oficial y se destruyen las márgenes de los grandes ríos, sus nacimientos, se contamina el agua, en fin, se está destruyendo este importante recurso natural.
Sumado a la destrucción de la gran cuenca hidrográfica guayanesa como un todo, que pudiera afectar en el mediano plazo el suministro de agua de calidad a las industrias de hierro y aluminio tan importantes de la región, a los desarrollos urbanos que tanto han crecido en los últimos cincuenta años y a la agricultura; se puede destruir y casualmente en este año 2016 lo estamos viendo, la generación de la electricidad que ilumina a la mayor parte del territorio nacional.
Además de la necesidad de estudiar suelos y agua, se requiere disponer de información de algunas variables meteorológicas. Los registros de clima en Venezuela han disminuido enormemente, parte de las estaciones meteorológicas están abandonadas y no se generan suficientes datos de apoyo a la planificación del uso de los recursos suelo y agua. Los planes de ordenamiento del territorio no se han continuado y cuando existen, es frecuente que no se tomen en consideración al momento de decidir el uso de los recursos naturales.
Otro aspecto lamentable, ligado al uso de los recursos naturales, ha sido eliminar el ministerio que debe manejar todo lo relacionado con dichos recursos y convertirlo en una oficina dentro de otro ente del Poder Ejecutivo, demostrando la poca importancia que este régimen dedica al uso y conservación de suelos, agua, flora y fauna. Paradójicamente, se ha creado un Ministerio de Agricultura Urbana, lo cual no pasa de ser otra burla en la organización del Poder Ejecutivo, ya que ésa si es una materia que no debería ir más allá de una oficina dentro del Ministerio de Agricultura y Tierras.
ALGUNAS SOLUCIONES
Un punto de partida para una agricultura exitosa, en cualquier parte y circunstancia, es conocer cabalmente los recursos naturales renovables suelos y agua, y disponer de una información meteorológica confiable, para darle el mejor uso posible a esos recursos. Esto conllevaría a rendimientos elevados de los cultivos y a que a pesar de utilizar los suelos y el agua en agricultura, se conserven en buenas condiciones en el tiempo infinito y puedan rendir frutos a generación tras generación.
Hay un arduo trabajo con los estudios de suelos:
Recuperar los estudios realizados cuyos informes no se encuentren en las oficinas públicas y que pudieran estar en manos de particulares (personas naturales y jurídicas).
Al recuperarlos reproducir textos y mapas de suelos, disponerlos en las oficinas gubernamentales correspondientes y controlar su consulta por parte de los usuarios interesados.
Los estudios recuperados se reunen con los que existen en las organizaciones oficiales autorizadas, se hace inventario y se decide por los estudios faltantes para programar continuarlos hasta tener un mapa de suelos de todo el país, con el grado de detalle que amerite cada región en particular.
Con el recurso agua es fundamental establecer manejos adecuados de las cuencas hidrográficas del país, destacando obras y prácticas necesarias para su protección y su recuperación.
Emprender programas de descontaminación de cuerpos de agua que posteriormente puedan ser utilizados no solo en agricultura, si no con fines recreativos, urbanos e industriales.
Retomar las mediciones de los cauces de ríos de cierta magnitud, que ayuden en programas de almacenamiento o derivación de esos ríos según sus caudales máximos para preparar programas tendientes a evitar posibles desastres naturales causados por el agua, o según su caudal de estiaje para su posible uso en riego.
En lo que respecta a la información climatológica, es preciso recuperar las estaciones meteorológicas existentes en el país, construir las que sean necesarias, utilizar todos los recursos incluyendo los satelitales, hasta disponer de una información completa, actualizada, permanente y confiable.
Conocer suelos, recursos hídricos y clima de las regiones potencialmente agrícolas del país, es fundamental para el éxito de cualquier programa agrícola que se quiera adelantar, ya que permite establecer los sistemas suelo-planta-clima-manejo más adecuados a cada espacio en cada región agrícola.
Es fundamental disponer nuevamente de un ministerio que se encargue del estudio y planificación del uso de los suelos, del agua y demás recursos, que dicte las políticas necesarias para el mejor conocimiento, utilización, recuperación y conservación de los recursos naturales renovables en todo el territorio nacional.
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