Una vez que fue elegido presidente y asumió su cargo, Luiz Inácio Lula Da Silva decidió continuar la política económica del presidente saliente Fernando Henrique Cardozo. Hizo esto a pesar de que en la campaña electoral Lula y su partido habían cuestionado la política de Cardozo como “neoliberal”. A continuación analizamos con mayor detalle la metamorfosis de Lula, de izquierdista radical a gobernante “neoliberal” y derivamos algunas lecciones útiles para el caso venezolano.
A inicios de la década de 1990 la hiperinflación en Brasil había alcanzado la cifra de 5.000% agobiando la vida del ciudadano común. Los brasileños desesperados clamaban al gobierno que tomara medidas, no importa cuales fueran, siempre que controlaran la espiral inflacionaria. Ante estas presiones el presidente Itamar Franco designó en 1993 a Fernando Henrique Cardozo como su ministro de economía, asignándole la responsabilidad de implementar medidas para controlar el flagelo. Cardozo es un intelectual brasileño de izquierda, habla con fluidez cuatro idiomas y ha sido profesor de renombradas universidades de su país, Estados Unidos y Europa. Es conocido en América Latina por su contribución a la teoría de la dependencia, campo este donde escribió un texto con Enzo Faletto que fue una obra de consulta obligatoria sobre el tema.
Cardozo posesionado de su cargo como ministro, reunió a algunas de las mentes más calificadas de su país en el área económica y diseñaron en conjunto lo que fue bautizado como el Plan Real. Este plan contuvo un conjunto de políticas de orientación liberal orientadas a restringir el gasto, tanto del gobierno central como de los gobiernos regionales y locales. Sin embargo un aspecto central de la estrategia fue la creación de una nueva moneda conocida como Real, la cual sustituiría al devaluado y vapuleado Cruzeiro. Cardozo y su equipo lograron convencer al ciudadano común que la nueva moneda mantendría su valor, en contraste con la vieja. El Real fue lanzado a mediados de 1994, la inflación anual se redujo a dos dígitos en 1995 y ya en 1998 se ubicó por debajo del 2% anual.
El control de la inflación hizo que se recuperara la capacidad de compra de la población, impulsó el consumo y el crecimiento económico a 4% entre 1994 y 1997. En consecuencia la tasa de pobreza se contrajo un 20%. El éxito de Cardozo como ministro de economía lo catapultó a la presidencia de Brasil, cargo al que fue elegido en dos oportunidades. Durante su gestión impulsó la privatización de empresas públicas, disminuyó el proteccionismo de las empresas brasileñas lo que obligó a estas a ser más eficientes, introdujo mejoras salariales y en el equipamiento escolar e impulsó programas antipobreza a gran escala focalizados en los sectores más vulnerables de la sociedad brasileña.
Los gobiernos que encabezó Cardozo se dieron en un entorno internacional inestable, en el cual se produjeron varias crisis de naturaleza económica que afectaron a la economía brasileña y obligaron al incremento de las tasas de interés para impedir la fuga de capitales. Al final la inestabilidad económica internacional afectó la gestión del intelectual brasileño y el crecimiento económico se redujo a cifras decepcionantes. Mientras tanto Lula y su partido recorrían el territorio brasileño señalando que las dificultades que enfrentaba Cardozo y el decepcionante desempeño de la economía, eran culpa de las políticas “neoliberales” de contracción del gasto público y social implementadas por Cardozo. Este último respondía a las críticas del Partido de los Trabajadores de Lula señalando que sus políticas, si bien habían restringido el gasto púbico, no lo habían hecho con el gasto social el cual se había expandido. Sin embargo el carisma personal y el corrosivo discurso de Lula y su partido tuvieron su efecto. En las siguientes elecciones presidenciales del año 2002, el candidato del partido de Cardozo perdió las elecciones y Lula fue designado presidente.
Una vez instalado en la casa de gobierno, Lula un político pragmático e inteligente, entendió con ayuda de sus asesores, que no había otra opción para evitar recaer en la pesadilla de la hiperinflación, que continuar las políticas de Cardozo a pesar de que previamente las había cuestionado como “neoliberales”. Además los mercados financieros estaban nerviosos por la llegada a la presidencia de un radical de izquierda. Sin pensarlo dos veces se colocó su chaqueta de gobernante pragmático y “neoliberal” y mantuvo la política previa y el acuerdo con el FMI que acompañaba a esta.
Sin embargo Lula decidió también ampliar los programas sociales que Cardozo había iniciado, lo cual fue su gran acierto y lo que marcó su gestión. Retomó varios de estos programas y los fundió en uno solo llamado “Bolsa Familia” el cual expandió. Para el año 2006 el programa había beneficiado a 11 millones de familias ubicadas en la condición de pobreza extrema. El programa incluía una ayuda mensual de 95 reales equivalentes a 44 dólares. El gobierno también incrementó el salario mínimo en 25%. El programa Bolsa Familia tuvo un fuerte impacto y contribuyó a sacar a millones de familias de la pobreza. La continuidad que el gobierno de Lula dio a las políticas económicas de Cardozo y a los programas sociales, lograron reducir la pobreza de 43% en 1993 a 20,9% en el año 2011. En síntesis la izquierda brasileña ha optado durante más de dos décadas por una combinación de políticas de orientación liberal para controlar la inflación y programas sociales focalizados en los sectores más vulnerables de la población, que lograron avances sustantivos en la reducción de la pobreza.
Mientras esto ha sucedido en suelo brasileño, en Venezuela Teodoro Petkoff como Ministro de Planificación del gobierno de Rafael Caldera impulsó en 1996 la Agenda Venezuela, que contempló políticas de orientación liberal similares a las impulsadas por Cardozo. La mencionada agenda logró reducir la inflación de 80% en 1994 a 12,1% en el año 2001 e impulsar la capacidad de compra de importantes sectores de la población, como pusimos en evidencia en un artículo previo titulado “Cuando éramos felices y no lo sabíamos”. Sin embargo a diferencia de Lula el expresidente Chávez decidió, con asesoría cubana, no mantener la disciplina económica de la Agenda Venezuela y el acuerdo con el FMI que esta implicaba; optando por un giro en la política económica de 180°. Este cambio catapultó la inflación y llevó al empobrecimiento de la sociedad venezolana y al caos económico que atravesamos.
Nota: La mayoría de las estadísticas y la información de los gobiernos de Cardozo y Lula fueron obtenidos de la obra de Michael Reid: “Forgotten continent. The battle for latin america’s soul”. Reid es el editor para América de la revista inglesa The Economist.
Profesor UCV