Nuevamente salta a la palestra nuestro héroe Francisco de Miranda, en esta oportunidad por un homenaje en los doscientos años de su muerte. Estoy de acuerdo con el homenaje al más brillante venezolano de su tiempo, pero no en la forma como se llevó a cabo.
En primer lugar un ascenso port-morten (200 años después) totalmente innecesario, ya que él tenía el rango de generalísimo, otorgado por el Congreso Nacional de 1811, superior al rango de Almirante en Jefe que pretende otorgársele ahora por gente que no calza los puntos para pretender otorgarle nada al Generalísimo Miranda.
Además, con el respeto que le tengo a los marinos, (vestí el uniforme en mis tiempos), Miranda no fue un marino, como si lo fueron Piar, Monteverde, Boves, Morillo; pese a conducir dos expediciones que vinieron por mar; su desempeño, tanto en África como en los Estados Unidos, Las Bahamas, Europa y Venezuela fue como comandante del ejército de tierra.
En segundo lugar, el homenaje que requiere Miranda debe necesariamente conducir a limpiar su memoria de falsas percepciones destinadas a oscurecer su imagen con único objetivo de engrandecer la de Bolívar, devenido en objeto de culto nacional, en lugar de figura sujeta a un análisis histórico riguroso.
Miranda es un personaje brillante con múltiples aristas. Fue un hombre de acción, que combatió en tres continentes alcanzando siempre la victoria; intelectual de pensamiento profundo, desarrollando proyectos y luego realidades; fue músico, humanista, intelectual, periodista, escribió sobre filosofía política y sobre geopolítica. Primer presidente del país en ejercer la primera magistratura unipersonalmente.
Cuando Bolívar cumplía 1 año de vida Miranda ya tenía listo el proyecto de liberación de Hispanoamérica y la creación de una gran nación que uniera todos los hispanoamericanos; tiene el mérito de la creación del concepto de América como unidad, como elemento de una estrategia planetaria, con una planeación coherente y concreta, una constitución y una estructura político-social. Bautizó esta nación: Colombia, que se extendería desde el Misisipí hasta el Cabo de Hornos, su capital sería Columbus, en Panamá, fue el primero en convocar el Congreso Anfictiónico de Panamá y proponer la construcción del Canal de Panamá; realizó el primer decreto de libertad de los esclavos, la asignación de tierras a ellos y a los indios, también proyectó que los cabildos tendrían un tercio de sus miembros de estas etnias.
Fue mentor de libertadores, bajo su dirección se formaron José de San Martín y Carlos María de Alvear, argentinos; Bernardo O’Higgins, José Miguel Carrera y José Cortés de Madariaga, chilenos; José María Caro, de México; Juan Pablo Fretes, de Paraguay; Simón Bolívar, Andrés Bello, y López Méndez de Venezuela; Luis Brion, Antonio Nariño de la Nueva Granada; Montufar y Rocafuerte del Ecuador; José Bonifacio, de Brasil.
Fue el venezolano con el mayor nivel cultural que existió en la época de la Independencia, hablaba, además del castellano, francés, inglés, alemán y ruso; se desenvolvía bien en árabe e italiano. Leía en latín y griego, lector voraz, conocía las obras de Montesquieu, Rousseau, Voltaire, Locke, Humboldt, Hume, de los intelectuales de la Ilustración, así como clásicos. Su biblioteca sobrepasó los 6.000 volúmenes.
Fue filósofo, músico, viajero, escritor, dejó una impresionante reseña de los países que visitó, como lo haría el mejor periodista, editó el periódico El Colombiano, desde Londres en 1808. Egresado de la Universidad de Caracas, pero su formación cultural se realizó en el mundo entero, mucha de ella en forma autodidacta, pero también influida por los célebres personajes con los que le correspondió compartir.
En África diseñó y dirigió una audaz operación comando contra la artillería del sultán en Melilla; bajo el comando de Bernardo de Gálvez, participó en la campaña de Florida y Luisiana durante la Guerra de Independencia de los estados Unidos; destacó en el estudio y planeación del sitio de Pensacola, así como el asalto final, donde fue ascendido a teniente coronel; Washington reconoció que sin la ayuda española (y francesa) los Estados Unidos probablemente no hubieran logrado su independencia. Se convirtió en interlocutor sobre temas de política, administración pública y filosofía de George Washington; Thomas Jefferson; Samuel Adams; Alexander Hamilton; Thomas Paine; John Quincy Adams; el marqués de Lafayette y Henry Knox; recorrió y estudió cada uno de los campos de batalla de la guerra independentista; Washington expresó que ningún norteamericano tenía un conocimiento tan profundo, tan detallado y tan crítico del desarrollo de esta guerra como tenía Miranda.
Diplomático en Jamaica para el canje de prisioneros, elaboró un detallado análisis de las defensas de la isla. Participó en la campaña de Manuel de Cajigal contra las Bahamas, logrando la victoria y siendo el negociador de la rendición británica.
Recorre mundo, va a Gran Bretaña, donde se relaciona con William Pitt, primer ministro, con Arthur Wellesley, duque de Wellington; pasa por Francia, donde es nombrado Mariscal de Campo, tiene las brillantes victorias de Valmy, que según Goethe, cambió la historia de Europa, y Amberes; uno de sus subordinados es Luis Felipe de Orleans, (luego Luis Felipe I de Francia); se enfrentó a Fouché, a Dumoriez y a Robespierre, recibió la admiración de Napoleón; recorre Prusia donde es invitado de honor de Federico II, brillante monarca y militar, con quien pasa revista a su ejército y discute de filosofía; toca y diserta con Haydn sobre música, recorre Holanda, Sajonia, Austria, Hungría, Italia, Grecia, Turquía, Rusia, donde estrecha relaciones con Catalina la Grande y con el príncipe Potemkim; Bélgica, hace amistad con el rey Gustavo de Suecia, Noruega, Dinamarca y Suiza.
Organiza dos expediciones con apoyo norteamericano y haitiano para liberar a Venezuela, que no reciben apoyo de los mantuano; convence al gobierno británico de realizar una tercera expedición de 10.000 hombres y 150 buques, con el comando conjunto con el Duque de Wellington, que se ve frustrada por la invasión de Napoleón a España. Convierte su casa en la embajada de Venezuela en Londres, recibe a Bolívar, quien costeó el viaje, Andrés Bello y Luis López Méndez, que se unen a su esfera de influencia intelectual; introduciéndolos al medio político y diplomático británico.
Regresa a Caracas en 1811, se hace cargo de la Sociedad Patriótica y de la Gaceta de Caracas, desde donde presiona a los mantuanos para lograr la independencia; el 4 de julio envía a dos de sus seguidores, Bolívar y Coto Paúl a presionar en el Congreso hasta que el 5 de julio se produce la declaración de independencia. Cuando suceden las distintas sublevaciones y le Marqués del Toro fracasa en dominarlas los dirigentes del Congreso recurren a Miranda, nombrándolo Jefe Supremo, Civil y Militar, así como generalísimo del ejército, siendo de esta forma el primer hombre que ejerció realmente el poder ejecutivo en Venezuela, antes solo había un triunvirato de estilo romano donde no había un presidente fijo.
Aquí empiezan los mitos. Si bien es cierto que Miranda era un extraño para tropas y oficiales, su experiencia y capacidad militar sería exitosa en las batallas que presentó. Cuando Miranda asume el mando ya Monteverde había ocupado Coro, Barquisimeto, Cabudare, Araure, San Carlos y Valencia y se dirigía a los Valles de Aragua, por lo que Miranda peleó solo tres batallas en Venezuela:
- El Paso de la Cabrera. Miranda, recién nombrado se atrinchera en La Cabrera (las Termópilas de Venezuela), donde resiste durante tres días los ataques de Monteverde, hasta que un lugareño que le muestra al español un sendero para rodear al generalísimo, simultáneamente Antoñanzas viene de Villa de Cura con refuerzos. Miranda, para no verse atrapado entre dos fuerzas deja la Cabrera para presentar batalla en La Victoria.
- La Victoria (20/06/1812). Monteverde atacó por sorpresa, por tres puntos diferentes, sin embargo, luego de 4 horas de combate fue derrotado, huyó en desorden dejando más de trescientos muertos y heridos, Miranda evitó la persecución porque sospechaba que había otras fuerzas de caballería en la zona que podían acabar con sus tropas novatas de infantería.
- La Victoria (29/06/1812). Tal como Miranda sospechaba, las tropas de Boves y Antoñanzas se unen a las derrotadas tropas de Monteverde, reforzándolas para un nuevo ataque. Miranda había fortificados sus posiciones y tras un día completo de combate las fuerzas combinadas de Monteverde, Boves y Antoñanzas fueron derrotadas y perseguidas hasta Cerro Grande y finalmente se refugiaron en San Carlos, lejos de su base de operaciones en Coro, sin posibilidades de reaprovisionamiento y sin ningún puerto amigo cercano para recibir refuerzos.
Como se puede observar, Mirando no sufrió ninguna derrota, y sus cálculos y decisiones militares fueron correctas y exitosas. Estaba en excelente situación y solo esperaba provisiones de Puerto Cabello para asestar el golpe definitivo, pero todo cambiaría el 30 de junio, cuando prisioneros realistas encerrados en el castillo San Felipe de Puesto Cabello se sublevaron y capturaron la fortaleza; destruyen y averían varios buques; toman 3.000 fusiles, municiones y pólvora, lo que impidió a Miranda acabar con la debilitada columna de Monteverde.
Esta fortaleza se hallaba bajo el mando de Simón Bolívar, quien había ignorado la orden de transferir los prisioneros a otro sitio de reclusión y se hallaba en una boda cuando se produjo el alzamiento. Bolívar le escribe a Miranda “¿Con qué valor me atreveré a tomar la pluma para escribir a Ud. habiéndose perdido en mis manos la plaza de Puerto Cabello? … comprometerlos salvasen la patria; pero ¡ah! ésta se ha perdido en mis manos…. Simultáneamente una comisión del Congreso se apersona en La Victoria para exigir a Miranda que desplace el ejército a Caracas para protegerla de la sublevación de los esclavos de Barlovento que se dirigen hacia ella.
Sin recursos, sin respaldo del Congreso ni de mantuanos, Miranda envía emisarios a negociar una tregua, pero estos firman una capitulación, que Miranda se negó a firmar porque no era lo que él había ordenado. Acuerda con el presidente de Cartagena su traslado y el de otros oficiales republicanos para continuar la guerra desde allá.
Pero, temeroso de la Corte Marcial a la que seguramente sería sometido para investigar su desempeño, Bolívar y los otros jefes de Puerto cabello toman la delantera, apresan a Miranda y lo entregan a los españoles. Monteverde, en despacho de 26 de agosto de 1812, manifiesta que “no podía olvidar los interesantes servicios de Casas, ni el de Bolívar y Peña y en virtud de ello no se han tocado sus personas”.
Como se puede ver la caída de la Republica no se puede atribuir a Miranda, que no fracasó militarmente, al contrario, derrotó a las tropas de Monteverde, no pudo destruirlas totalmente por la falta de recursos debido a la caída de Puerto Cabello, y a la presión de los mantuanos que preferían defender Caracas que acabar con las tropas realistas, no firmó ninguna capitulación y fue derribado por un Golpe de Estado de sus propios oficiales de más confianza, que antepusieron sus motivos personales que los de la Patria. Ese el reconocimiento que debe hacerse a la figura de Miranda, no un ascenso inservible e indigno.
Visión y Análisis