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El modo es el mensaje

Opinión
Artículos de opinión
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La semana pasada Henry Ramos Allup, Presidente de la Asamblea Nacional, ordeno quitar de las paredes del Parlamento la foto del Presidente Chávez (también el retrato de Bolívar, pero ese es tema distinto). La decisión pareciera lógica, aunque quien sabe si fue oportuna en un país que arde en crisis por los cuatro costados.

Fue lógica, digo, por dos razones. La primera, de mero sentido común, porque no tiene justificación que en la Asamblea Nacional se exponga la imagen un líder político que representa a una parcialidad política y no se haga lo mismo con la de otros que encarnan otras ideas y representan otros afectos políticos.

La segunda razón es porque su retrato puesto en la Asamblea Nacional, constituye una manifestación que reitera el culto a la personalidad del Presidente Chávez. Es evidente que la veneración incondicional a un líder es la negación misma de la política y de la esencia del Parlamento como institución diseñada en función de la pluralidad de opiniones y sobre la que descansa, en buena medida, el sentido de la democracia.

II.

Sin embargo, Ramos Allup no pudo tomar la decisión de peor manera. Lo hizo con el peor tono, las peores frases y los peores gestos, suficientes para diluir los argumentos que la justificaban y convertirla en malcriadez política. En un antojo al parecer personal. En una muestra del sectarismo que se critica en el otro bando. En el irrespeto a millones de venezolanos vinculados ideológica y políticamente al Presidente Chávez. En fin, olvidó que los modos importan, que son parte intrínseca del mensaje.

Bien estuvo que la MUD, a través de Chúo Torrealba, pidiera excusas por la manera como se hicieron las cosas. Pero, aún así, ¿podrá extrañar que luego de estas y otras actuaciones, muchos se sientan despistados por la oposición y no sientan que haya hecho de la brega por el diálogo su primera obligación moral y política?

Ante la decisión de Ramos Allup, Aristóbulo Istúriz anunció, como cabía esperar, que se llenarían de afiches del Presidente Chávez todas las dependencias públicas e incluso las plazas del país. Que se emprendería algo así como la cruzada del desagravio. Fue declarada, así pues, la batalla de los símbolos.

III.

En fin, el liderazgo político venezolano, hablo de tirios y troyanos, por supuesto, pareciera que no se ha puesto los anteojos a fin de leer con claridad la situación nacional ni la señal enviada por los electores a principios del mes pasado. Tal vez sea prematuro para alarmarse por lo que viene ocurriendo, pero lo que sí es seguro es que no está de más ponerse en situación de alerta. No es bueno olvidar que el precio del petróleo repta como culebra, mientras la latica de atún vuela por encima de los mil bolívares y no hace mucho lincharon a otro ciudadano en un barrio caraqueño, señal de que gana terreno la administración de justicia según le parezca a cada quien.

El Nacional, miércoles 12 del año 2016