Las últimas actuaciones de todos los voceros políticos demuestran claramente que hoy, al igual que siempre, la política se practica en al menos dos escenarios: el que vemos todos y el que está restringido a unos pocos. Es este último es donde se va desarrollando la trama central de la obra y de allí el interés que despierta, máxime cuando no trascienden todos los detalles. Quien quiera opinar ¿de qué va? debe hacerlo basado en unas pocas evidencias y muchas suposiciones.
Con esta clara advertencia previa, nos aventuramos a decir que el gobierno mientras mantiene una postura pública, ratificó en la práctica que no hay regreso a los cuarteles, que no podemos esperar rectificaciones discursivas a la política económica, pero que reconoce que no está en capacidad de seguir con la misma línea y que para los indispensables cambios que tendrá que instrumentar, incorpora al gabinete a dos operadores: uno empresarial y otro político. Cualquier otra consideración sería dejarnos envolver en la cortina de humo.
Del lado opositor y más allá de algunas escenas cuidadosamente preparadas para nosotros, el gran público, han habido manifestaciones de que está dispuesto a cumplir con su papel político, abierto al trabajo parlamentario pero sin olvidar otros escenarios que, apuntalados por la contundente mayoría legislativa, pudiesen ayudar al cambio de gobierno que el país demanda.
Con urgencia los venezolanos tenemos que plantearnos de que forma podemos alcanzar el objetivo de una vida mejor para TODOS; creer que un cambio de gobierno es garantía de ese logro, sería equivalente a pensar que con haber ganado la Asamblea Nacional es suficiente.
Por supuesto que tenemos que cambiar de gobierno pero sobre todo, necesitamos un país distinto construido en función de lo que aspiramos TODOS y ello demanda un esfuerzo constitucional que está a nuestro alcance. Muy pronto tendremos que asumir nuevos escenarios de participación ciudadana y ante ellos habrá que fijar posición.
10 de enero de 2016