Hasta hace unos años era considerado un honor ser docente universitario, decirse (o saberse) doctor, PhD o algún similar era un orgullo, además de una aspiración totalmente válida para todos. En apariencia en estos tiempos ya no parece ser así ¿la razón? Entre otras más están los sueldos docentes, pero quisiera hacer un poco de especulación histórica para intentar explicar este tsunami que supone la ignorancia como marca de “pueblo” y por tanto políticamente correcta, con todo lo desagradable que supone este fenómeno.
Hubo una vez un presidente que se saltó a la torera todas las formas políticas hasta ese momento, se llamaba Carlos Andrés Pérez, por supuesto eso ofendió a todo el mundo, en ese instante, la izquierda que estaba agazapada atenta a cualquier oportunidad, aprovechó para hacer propaganda desfavorable al gobierno, igual había una crisis muy parecida pues los precios del crudo bajaron hasta los ridículos cinco dólares por barril, eso trajo un descalabro terrible en toda la estructura nacional. El presidente hizo equipo con lo más granado de la inteligencia nacional, todo un equipo de doctores salidos de las universidades más prestigiosas del mundo quienes, políticas aparte, hicieron lo que los libros de economía les dictaba.
El no ser políticos si no académicos que no sabían de sutilezas al momento de planificar y ejecutar las medidas necesarias para el avance nacional, produjo que todo el estamento partidista se uniese en contra de la perdida de sus fueros, una suerte de conspiración interna para recuperar los feudos perdidos fue la reacción de políticos , militares y empresa privada, los medios de comunicación que para el momento eran solo parte de grandes corporaciones no estaban exentos de tomar partido, más por razones económicas que políticas, sin embargo hicieron el necesario ruido que hoy, a la vista de la devastación que sufrimos, sabemos que no era tan grave ni tan terrible, sin embargo para un país que se creía el cuento de ser millonarios fue un tiempo doloroso.
La ola trajo el llamado Caracazo, años después un intento de golpe de estado que lanza a la palestra a un desconocido militar que fue indultado y extrañamente habilitado políticamente que años más tarde llega a la presidencia. En muchas conversas con viejos militantes de la izquierda brillante que se llevaron con ellos la inteligencia, me confesaron que muchos de ellos tuvieron que ver como agitadores del llamado caracazo que fue planificado milímetro a milímetro desde los cuarteles de La Habana y traído en avión hasta las guaridas de la insurrección en todos lados, pero como siempre a las pocas horas de la protesta ya habían perdido el control así que se volvió un caos inmanejabl, al final se fueron a sus casas dejando que la pelea siguiera su curso de sangre y balas, una manera bastante cobarde de actuar, pero aun, nadie lo acepta en público, todos me lo han dicho de manera confidencial y yo me tomo la libertad de gritarlo desde mis líneas.
Como podemos ver, todo comienza por un esfuerzo de la inteligencia que al final fue desbaratado por la fuerza bruta de los que queriendo más poder (o simplemente poder) han desbaratado todo, tanto así que muchas veces en estos últimos años he oído de varios oficialistas que “Ya pasó el tiempo de los doctores, ahora gobierna el pueblo”, he ahí la clave del asunto, una campaña formal donde por más de 20 años se ha machacado a todos que lo más importante no es el conocimiento si no el “saber popular” ha logrado que las aspiraciones académicas de muchos se queden en el camino, bien sea por el desánimo de ver que un buhonero cualquiera gana más vendiendo café que un profesor universitario o que un ingeniero, además han logrado que los obreros en muchos casos ganen más que los jefes y lo más grave, hay gente en altos cargos cuya formación académica si acaso le daría para ser porteros, sumando a todo eso una ley de educación básica que permite a los bachilleres egresar sin saber leer bien tan siquiera.
Toda esa serie de factores han condenado al país a un atraso sin precedentes, con universidades públicas que por primera vez desde su fundación han sufrido mermas de hasta 80% en su matrícula, ya ni hacer exámenes de admisión vale la pena pues son tan pocos los que se presentan cada año que es más una selección simple que aquella dura pelea por la admisión que muchos vivimos en nuestro momento para ser admitidos en las instituciones de educación superior de la que somos egresados.
Cuando todo explote, los que quedemos de pie necesitaremos reconstruir desde la base la sociedad, comenzado por volver a posicionar el estudio y el esfuerzo como un valor absolutamente indispensable para el avance nacional , ninguna nación sale adelante sin investigación, producción intelectual, cultura, teatro, cine , literatura. Que los docentes de todo nivel vuelvan a recobrar la importancia que antaño tuvieron, que los cargos públicos vuelvan a estar en manos de gente con preparación acorde que a su vez de soluciones lógicas a los problemas que sufre cualquier nación, más aun esta que se cae a pedazos.
Será un esfuerzo titánico pero no imposible que solo puede funcionar si desde la escuela se otorgan esos valores, si los medios de comunicación (que a ciencia cierta son solo elementos de distracción y en ningún caso con función educadora pero cuyo poder de persuasión es innegable) colaboren en sembrar la idea del estudio como parte del progreso nacional, el renacimiento de las becas dignas, de las instalaciones educativas y de todo el entramado institucional, que volvamos a escuchar otra vez a las madres diciéndole a sus hijos que estudien pues es lo único que los salvará en el futuro en vez de esta patológica e indecente propugnación de la ignorancia como un valor revolucionario.
junio 2016
@jbdiwancomeback