El paquete de medidas anunciados está mal concebido, es confuso y contradictorio y no aliviará la crisis económica, por el contrario parece tender a agudizar la misma incrementando las presiones inflacionarias, lo cual impedirá restaurar la capacidad adquisitiva de los venezolanos que es el reto más importante que se plantea en los actuales momentos.
Nicolás Maduro expuso recientemente un paquete de medidas para luchar contra la supuesta guerra económica que incluyeron la reconversión monetaria, el incremento del precio de la gasolina a precios internacionales, un censo automotor para el subsidio al combustible y el anclaje del bolívar al petro. La exposición de las medidas fue confusa y no se entendió o no fue claro lo que persigue el gobierno con el paquete de medidas. Según Alejandro Grisantri, de la consultora Ecoanalítica, la gente acude a los economistas a fin de que estos les aclaren lo planteado por Maduro, pero ello es muy difícil de hacer. No se entiende como anclando el bolívar al petro se fortalecerá la moneda venezolana y se abatirá la inflación.
Grisanti y su colega Henkel García de la consultora Econométrica señalan que el paquete de medidas anunciadas por el gobierno parece un intento de implementar un plan económico similar al del Plan Real, el cual se llevó a cabo en Brasil, a inicios de la década de 1990, con el propósito de luchar contra la hiperinflación en ese país. El Plan Real contempló el anclaje del Real (la nueva moneda). Maduro y su gente tuvo la idea de hacer una mala copia del plan brasileño planteando el anclaje del bolívar al petro.
La política de anclaje de una moneda debilitada es una estrategia antiinflacionaria que se ha usado con anterioridad en Venezuela, durante el segundo gobierno de Caldera con la Agenda Venezuela. En este caso se ancló el bolívar a una moneda dura como el dólar, buscando que la credibilidad y confianza de éste se trasladara a la moneda venezolana debilitada por la inflación. La confianza y credibilidad del dólar nace de la fortaleza de la economía de los Estados Unidos y de la confianza que generan en los mercados las políticas de la Reserva Federal de los Estados Unidos (Banco Central), orientadas a mantener bajas las tasas de inflación en el país norteamericano. Adicionalmente a ello el gobierno venezolano tenía el musculo financiero para establecer una relación relativamente fija entre el bolívar y el dólar, para lo cual contaba con financiamiento externo gracias al apoyo del Fondo Monetario Internacional. El anclaje unida a otras medidas como el control del gasto público y la emisión de dinero por el Banco Central redujeron la inflación de 80%, a mediados de la década de 1980, hasta llegar a 12% en el año 2003.
En contraste con la experiencia anterior el petro es un invento del gobierno de Maduro que no tiene valor de mercado, pues no se transa en ninguno. Su valor lo fijará el Banco Central de Venezuela, es decir los testaferros que Maduro puso en esa institución para que emitieran dinero a solicitud de su gobierno, para financiar las políticas de control social. En otras palabras la confianza y credibilidad del petro es la misma que los agentes económicos y los ciudadanos puedan tener en el gobierno madurista. Como lo planteó Henkel García “el sistema monetario moderno… se basa en la confianza del emisor y quienes emiten el bolívar soberano y el petro son los mismos que llevaron al debacle al bolívar”.
Alejandro Grisanti plantea que un aspecto central del Plan Real brasileño fue la reducción del déficit público y del gasto gubernamental, así como de los subsidios que en Brasil otorgaban tanto el gobierno central como los gobiernos regionales. Según Grisanti el reciente aumento de la gasolina decretado por Maduro parece ir en esta vía, pero el incremento de la gasolina a precios internacionales es insuficiente para reducir la magnitud del déficit fiscal en los niveles que se necesitan para abatir la hiperinflación. Es necesario que Maduro y su gobierno se ajusten el cinturón y reduzcan los subsidios en una magnitud significativamente mayor.
No hay señales que indiquen que el gobierno se embarcará en un régimen de austeridad. Por el contrario lo más probable es que mantenga en el tiempo su estrategia para mantenerse en el poder asociada a una política de control social y subsidios ligada al carnet de la patria. El estrambótico aumento del salario mínimo que pasó de 3 millones de bolívares a 180 millones evidencia que el gobierno continuara emitiendo dinero discrecionalmente para financiar estos aumentos, lo cual llevará la hiperinflación a mayores niveles. Según Henkel García el aumento salarial “es una locura, tendremos la inflación diaria más alta de nuestra historia”.
La otras medidas anunciadas son las que tienen que ver con la reconversión monetaria y la eliminación de cinco ceros a la moneda. Ello facilitará las transacciones y el manejo administrativo de las empresas y de los bancos. José Guerra economista y diputado de la Asamblea Nacional señaló que al Banco Central han arribado la cantidad de billetes necesarias para paliar la crisis de efectivo que existe desde hace varios años, de ser así ello tendrá un efecto positivo en el pequeño comercio y particularmente en el informal. Sin embargo la hiperinflación provocará la obsolescencia de los nuevos billetes en pocos meses, como ocurrió con el bolívar fuerte.
En consecuencia el paquete de medidas anunciadas está mal concebido, es confuso y contradictorio y no aliviará la crisis económica, por el contrario parece tender a agudizar la crisis incrementando las presiones inflacionarias, lo cual impedirá restaurar la capacidad adquisitiva de los venezolanos que es el reto más importante que se plantea en los actuales momentos.
Nota: los planteamientos de Alejandro Grisanti fueron hechos en un programa de CNN Dinero del 14 de agosto, orientado a discutir las medidas recientes del gobierno madurista. Los señalamientos de Henkel García han sido difundidos por la prensa nacional.
Profesor UCV