Fundahumanos/Foro Cambio Democrático dirige al vicepresidente Aristóbulo Istúriz, quien parece haber asumido la vocería oficial acerca del tema, un llamamiento acerca de los CLAP:
*Según este esquema, el 90 % de familias competirá por el 30% de los productos básicos
*Traerán más corrupción
*No resolverán el desabastecimiento de los más pobres
*El 70/30 agravará el desabastecimiento en las clases medias bajas y medias sin abastecer a los sectores más pobres
*Se requiere adoptar medidas de fondo con audacia: liberación de las fuerzas económicas de mercado, entre ellas la unificación cambiaria, y algunos subsidios directos y focalizados en la población más vulnerable
*Y se requiere aceptar y promover la solidaridad de los pueblos a través de programas de ayuda internacional.
Los CLAP obedecen a la misma visión económica y también política que nos ha traído a la actual crisis inflacionaria y de desabastecimiento: la creencia de que con controles, regimentando desde el Estado las fuerzas económicas, se pueden resolver los problemas.
La cadena de decisiones políticas en materia de pretendido control en la distribución de bienes ha sido la siguiente:
- Comenzamos con el supuesto control de las ventas por el número de cédula.
- Seguimos con las captahuellas.
- Y ahora estamos en los CLAP.
Así fue surgiendo un canal alternativo de distribución donde se podía adquirir los bienes sin controles pero a un precio mucho más alto.
Cada error conduce a otro error. Cuando un control muestra su ineficacia, se piensa en un control para controlar el control. Y así ad infinitum.
Por supuesto, cada control al final propicia su propia ineficiencia: creando mayores niveles de corrupción, regimentando la economía, desestimulando la producción, etc. Imaginarse que el complejo proceso de comercialización de alimentos puede regimentarse constriñéndolo a los procedimientos burocráticos de los CLAP es no solamente un error sino una estupidez.
Pero más grave aún la decisión de reservar el 70 % de los alimentos a los CLAP dejando sólo el 30 para la cadena tradicional, probada, con experiencia, de los supermercados y abastos. Esta absurda idea sólo llevará a incrementar ferozmente los niveles de desabastecimiento en los sectores de la clase media (incluyendo los vastísimos de la baja clase media) sin resolver los de los sectores más pobres y genera una odiosa discriminación (no se olvide que los CLAP se forman a partir de las estructuras partidistas del PSUV) que afecta a todo el pueblo, obligado a esperar, hacer colas, pagar más caro los productos o morir de hambre.
Las autoridades del sector han asegurado que la finalidad de los CLAP es abastecer a 500 mil familias. Para entender el desastre de esa medida es preciso señalar que en Venezuela hay más de 8 millones de familias, es decir, que de acuerdo a este diseño, 7.5 millones de familias, el 90 % de familias, competirían en la cadena tradicional de distribución por el 30% de los productos básicos restantes.
Por todo esto, nos dirigimos al vicepresidente Aristóbulo Istúriz, quien ha asumido el tema con verdadero empeño. Ojalá pudiera convocar a las mejores inteligencias en materia económica para consultar esta medida. Ojalá opte por adoptar las verdaderas medidas de fondo que pueden resolver el grave problema de desabastecimiento, que no son otras que aquellas conducentes a la liberación de las fuerzas productivas de mercado de la economía, incluyendo la unificación cambiaria, sustituyendo los subsidios a los empresarios por subsidios directos a la población, limitados a los sectores más vulnerables, focalizados, y transitorios. En fin, ojalá que rectifique en particular esta insensata decisión de reservar el 70 % de los alimentos a los CLAP que puede tener delicadas consecuencias en la sociedad venezolana.
Igualmente, llamamos a Aristóbulo a que más bien ponga el mismo empeño en conseguir que el gobierno acepte y promueva la solidaridad de los pueblos a través de programas de ayuda internacional como una medida transitoria mientras el país consigue salir del atolladero. Si Venezuela ayudó a otros países es el momento de que otros países ayuden a Venezuela.
En un país donde se producen cuatro saqueos diarios, según ha afirmado el Observatorio de Conflictividad Social, y donde ya se han producido siete muertes debido a estas violencias y a su consecuente represión, del oriente a los andes, del occidente al centro, un error de esta magnitud puede ser la chispa que incendie la pradera. Es la vida y la paz de los venezolanos lo que está en juego.
Enrique Ochoa Antich (exdiputado y coordinador de Fundahumanos)
Rafael MacQuhae (exviceministro de Cordiplan)
Gustavo Hernández (exdiputado del PPT)
Andrea Tavares (exconcejal del PPT y dirigente de Alternativa 1)
Esperanza Hermida (exdirectiva del Sindicato de Trabajadores Tribunalicios y defensora de los derechos humanos)
Rafael Curvelo (licenciado en Estudios Liberales y directivo del Foro)
Teléfonos de contacto de Enrique Ochoa Antich: 0414 608.5757 y 0424 257.5599
Por los derechos humanos