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En los contextos autoritarios modernos, la resistencia civil debe entenderse como un proceso dinámico de múltiples capas, muy parecido al concepto de impedancia en un circuito eléctrico. En electrónica, la impedancia es la oposición total que ofrece un circuito a la corriente alterna, compuesto no sólo por resistencias (que disipan energía) sino también por condensadores e inductores (que almacenan y retardan energía). De manera similar, la resistencia ofrecida contra los flujos de un régimen tiránico (flujos que incluyen no solo represión violenta sino también desinformación y propaganda) surge de una compleja interacción de elementos sociales. Cada componente de esta resistencia actúa a su manera para oponerse, retrasar o transformar la energía opresiva del régimen.
Resistencias: las fuerzas inmediatas y disipativas
A nivel de base, los activistas y los ciudadanos comunes a menudo actúan como “resistentes” en un movimiento de resistencia civil. En un circuito eléctrico, las resistencias convierten la energía eléctrica en calor, disipando efectivamente la energía de la corriente. De manera análoga, cuando los individuos participan en protestas no violentas, desobediencia civil o desafío público, absorben y neutralizan los impactos inmediatos causados por las medidas opresivas del régimen. Sus acciones –a través de manifestaciones callejeras organizadas u otros actos de desafío– contrarrestan directamente la fuerza tiránica, reduciendo su impulso. Sin embargo, al igual que ocurre con las resistencias eléctricas que queman energía continuamente, estas acciones directas suponen un riesgo personal significativo y requieren un esfuerzo sostenido, con lo cual se agotan si no cuentan con el apoyo de otros elementos estratégicos.
Condensadores: el almacenamiento estratégico y la liberación de energía social
En el ámbito de la electrónica, los condensadores almacenan y liberan energía, creando retrasos que pueden cambiar el tiempo de respuesta de un circuito. Este elemento de “retraso” o liberación controlada es crucial cuando se enfrenta a un régimen que adapta rápidamente sus tácticas desplegando su propaganda o desacreditando rápidamente a la oposición a través de las redes sociales. Dentro de la resistencia civil, las redes de activistas, los medios independientes y los organizadores comunitarios funcionan como condensadores. Absorben el shock inicial de la desinformación almacenando narrativas creíbles, evidencias y puntos de vista alternativos, solo para liberarlos coordinadamente en el momento apropiado. Este retraso estratégico garantiza que la resistencia pueda ganar impulso con el tiempo, acumulando energía social que contrarreste la propaganda estatal que es continua y de alta frecuencia.
Inductores: la inercia del impulso social a largo plazo
Los inductores, por otro lado, resisten cambios repentinos en el flujo de corriente almacenando energía en un campo magnético. En el contexto de la resistencia civil, se encuentran elementos inductivos en instituciones de larga data, tradiciones culturales y memorias históricas que encarnan la resiliencia de la comunidad. Estos factores no reaccionan inmediatamente a las presiones del régimen, pero cuando se movilizan, proporcionan una contrafuerza poderosa y sostenida que puede guiar el movimiento a largo plazo. Esta inercia asegura que la resistencia no sea simplemente una serie de protestas aisladas sino un impulso coherente y duradero contra el autoritarismo, un impulso que se construye con el tiempo y apuntala acciones rápidas y de resistencia cuando es necesario.
La sinergia de la impedancia en la resistencia civil
La eficacia de la resistencia civil, al igual que la de un circuito, depende de la interacción entre estos elementos. La “impedancia” a un régimen dictatorial no es simplemente la suma de actos individuales de desafío, sino el resultado de cómo estos actos interactúan a lo largo del tiempo y a través de diferentes dimensiones sociales. Los componentes resistivos proporcionan una oposición inmediata, los elementos capacitivos retrasan y liberan estratégicamente la energía social almacenada, y las fuerzas inductivas aportan el impulso profundamente arraigado y de largo plazo necesario para sostener la lucha. La respuesta de cada componente depende de la frecuencia: si bien las protestas populares pueden contrarrestar tácticas represivas rápidas y de alta frecuencia, las fuerzas capacitivas e inductivas son cruciales para enfrentar los flujos de control estatal y desinformación más persistentes y de menor frecuencia.
Conclusión
Frente a dictaduras que despliegan tanto represión, violencia abierta como manipulación informática sutil, repensar la resistencia civil como un ejercicio de gestión de la “impedancia” ofrece un marco valioso. Enfatiza que superar la tiranía no se trata sólo de una confrontación directa sino también de absorber, retrasar y transformar estratégicamente las fuerzas opresivas en juego. Al reconocer y aprovechar las funciones distintas pero complementarias de las resistencias, condensadores e inductores dentro del tejido social, la resistencia civil puede evolucionar hasta convertirse en una fuerza de cambio sofisticada, adaptable y, en última instancia, eficaz.