Esta semana que culmina logramos entender siendo testigos, y de los más comunes, lo que significa resistencia pacífica.
Un pueblo que ha ido despertando dolorosamente de lo que fue para muchos un sueño convertido en pesadilla, se comportó de una manera ejemplar durante cinco agotadoras jornadas, que para un gran número comenzó al amanecer, esperando por el inicio de un horario de oficina que a medida que pasaban los días se hacía más estricto, sin ningún tipo de protección, dado que la fuerza armada resguardaba, si acaso, un recinto y unas máquinas, donde muchos de los funcionarios debían cumplir con su obligación sin mostrar eficiencia, so pena de ser considerados colaboracionistas, mientras que otros, tratando de ganar indulgencia, se comportaron como esbirros, donde al fallar la electricidad, las plantas eléctricas oficiales de respaldo “no arrancaban” y al mismo tiempo, las ofrecidas por los ciudadanos eran rechazadas, donde el sol se empeñó en brillar, quien sabe si para darle más vistosidad al evento, donde los caminos obstruidos, los árboles criminalmente talados y las reparaciones de vías largamente postergadas, se hicieron presentes más como incentivos que con el efecto disuasivo planeado y para no hacer el recuento muy largo, donde las bandas motorizadas y armadas se mostraron amenazadoras como siempre, pero muy disminuidas en tamaño y fervor.
A pesar de lo someramente reseñado, que siempre se quedará corto a pesar de las palabras que usemos para describirlo, antecedido por un arbitrario uso del poder, que cercenó la voluntad de cientos de miles de venezolanos, los ciudadanos demostraron que mientras haya un resquicio, por allí se colarán en defensa de la libertad y el país, que hoy más que nunca se han fundido en una sola entidad.
La disposición ciudadana estuvo apoyada por cientos de voluntarios, que sin paga alguna pero con mucho orgullo, demostraron que las manifestaciones de voluntad de la sociedad civil no requieren de tutelas armadas para realizarse con apego a las normas básicas de la convivencia humana. Por cierto, los que hemos reclamado la participación de los jóvenes en procesos de interés público, los vimos actuando en un doble rol, como organizadores y como venezolanos interesados en un futuro mejor para todos, no solo para ellos.
Para no llamarnos a engaño, debemos entender que hoy no hemos asegurado nada, vendrán nuevas pruebas a vencer, sabemos que este gobierno tratará de prolongar su agonía, lo que no importaría si no nos afectara a todos, pero estamos seguros de que a partir de esta semana, los países de América y el mundo, entenderán que en Venezuela existe una situación que va a ser atendida por los venezolanos y para la cual solo solicitamos solidaridad en términos de vigilancia al respeto de nuestros derechos humanos, apoyo inicial para abastecernos con los mínimos necesarios y ayuda en la recuperación de los bienes sustraídos a la nación, depositados en el exterior y que en este nefasto período no tienen parangón conocido.
El comentario de la semana