Por primera vez desde 1990 estoy de acuerdo con que Venezuela acuda al FMI para apoyarse en solucionar la crisis financiera en la que se encuentra. Aunque siempre he estado en desacuerdo con nuevos endeudamientos entre las burocracias del FMI y las de los gobiernos de turno en Venezuela para solventar crisis de liquidez y de balanzas de pago, en este caso la solicitud de acudir al FMI me parece necesaria. Mi desacuerdo con préstamos del FMI han sido basados en que el dinero prestado sirve para posponer cambios profundos en la eficiencia del gasto fiscal, generan un subsidio a las importaciones, fuga de capitales y finalmente alzas en los intereses que terminan ahogando al sector privado. Siempre he preferido enfrentar la corrupción y la ineficiencia del gasto fiscal y atraer inversiones privadas en lugar de prestamos del FMI. En la actualidad sí justifico la entrada del FMI a Venezuela como efecto combinado de la caída del PIB en mas de 60 % en 6 años, las sanciones a Pdvsa, la destructiva batalla entre políticos y por la presencia del coronavirus que debilitó al sector financiero y empresarial privado mundial y nacional.
Ahora ese nuevo préstamo del FMI debe ser administrado en forma diferente a la del pasado. Debe ser administrado de manera que los desembolsos sean supervisados por entes internacionales. Venezuela no cayó en el deterioro actual debido a la falta de dinero ni de recursos naturales. Es una potencia mundial en recursos naturales y en población emprendedora. Venezuela cayó en el actual deterioro debido a las erradas concepciones de sus líderes políticos tanto del oficialismo como de la oposición que les impide cohesión y corregir políticas económicas rápidamente. Venezuela sufre el peor colapso de su historia debido a las creencias y comportamientos obsesivos de sus líderes: la creencia de que para destacarse en lugar de crear, colaborar y trabajar hay que engañar, regalar o apropiarse de lo ajeno; la victimización continua, la viveza que en verdad es baja autoestima disfrazada, es envidia que le impide al mismo sujeto darse la oportunidad de ser creador y emprendedor para desarrollar sus talentos con esfuerzo, estudio, paciencia y trabajo en equipo. Esa tendencia de disimular las faltas propias, o de culpar a otros, ese afán de protagonismo que genera constante burlas del otro e impide el trabajo en equipo, el desquite en lugar de la paciencia, la paranoia de obtener dinero sin contraprestación, incluso buscan las faldas de los grandotes rusos, chinos, estadounidenses y europeo para enfrentarse en lugar autocorregirse y trabajar para convencer al ciudadano.
No obstante, dentro del drama político que vive Venezuela muchas señales positivas están ocurriendo. Hoy tanto la oposición como el oficialismo están de acuerdo con la apertura de los mercados, del tipo de cambio libre y en la libertad de precios; también la oposición y el oficialismo coinciden aunque nada hacen para sanear las empresas del Estado y corregir el gasto fiscal; crearon el comité de postulaciones del CNE desde la AN. Ahora adicionalmente coinciden en acudir al FMI para el rescate de Venezuela. Espero que el FMI les tome la oportunidad para generar un proceso de acuerdos políticos que sirvan para re-institucionalizar el país. Ahora tanto los líderes de la oposición y del oficialismo deben olvidar los desquites personales y apuntar a la creación de instituciones y contralorías que permitan la entrada de fondos del FMI, la eliminación de las sanciones de Pdvsa, la reestructuración de las deudas externas, la atracción de inversión, la libertad de los presos políticos y el rescate de la participación ciudadana en el voto. La borrachera de la codicia desenfrenada destruyó al país.
Twitter: @alejandrojsucre