Pasar al contenido principal

El superministro y su opinión sobre la ausencia de hambre en Venezuela

Opinión
Artículos de opinión
Artículos de opinión
Tiempo de lectura: 2 min.

En relación con las declaraciones del vicepresidente para el Área Social, Héctor Rodríguez, quien aseguró que “Hoy Venezuela es un país libre de hambre”, basándose en un estudio de la CEPAL, según el cual 94 % de la población come tres veces al día, según afirmó. Se puede contrastar su afirmación con las cifras de encuestas de diversas instituciones y ONG´s, que lo desmienten y llevan al doble (12%) la proporción de la población que no puede comer tres veces al día; dicho así, en una simple cifra, no se capta bien la tragedia que se esconde tras este número. Eso significa, a nivel de aproximación, 3 millones 800 mil venezolanos o, dicho de otra manera, a razón de 4,1 miembros por familia, 927 mil familias en las que el hambre está presente. La realidad que observamos en la calle, en los supermercados y las colas, además del comentario de la gente sobre su situación, no parecen coincidir con la opinión del superministro y vicepresidente del Consejo de Ministros para Desarrollo Social y Misiones.

Héctor Rodríguez, después de ser un destacado dirigente estudiantil en la UCV, cercano al PSUV, y recién graduado de abogado, fue nombrado por Hugo Chávez Ministro para el Despacho de la Presidencia. Luego pasó por varios ministerios, desde el de Deporte, pasando por el de la Juventud y el de Educación Superior, hasta llegar a Vicepresidente del Área Social. Aparentemente, como rezaba un anuncio de un polvo para lavar, “hace de todo”; sirve para todo tipo de ministerios y cargos diversos, como el diputado de la Asamblea Nacional y jefe de la bancada del PSUV en la misma, Coordinador de la Juventud del PSUV y Vicepresidente del Consejo de Ministros para Desarrollo Social y Misiones.

Cuando en una sociedad se producen casos como este, podríamos esperar que se trate de una persona de genialidad extraordinaria, o que otras variables no tan evidentes estén involucradas. Lo que uno debería preguntarse no es cómo un ser con evidentes signos de fanatismo político y limitaciones para reconocer la realidad o, en su defecto, con alevosas intenciones para engañar a quienes le escuchan, pudo llegar y sostenerse en el poder. Más aun si consideramos que en los medios gubernamentales es positivamente señalado y reconocido como un elemento valioso para el partido de gobierno. Una explicación posible es que, en su entorno político, todos, o al menos la inmensa mayoría, comparten valores con el individuo en cuestión. Lo que habla muy mal de él mismo y de su partido; así como del gobierno en que están involucrados.

Al parecer, además de la fidelidad absoluta al partido y el fanatismo político, el engaño, la perversidad, el sectarismo y la utilización del odio y la violencia como instrumentos de acción política, deben formar parte de las características de un buen dirigente político del partido de gobierno; podríamos agregar también la malversación y la corrupción, pero eso es harina de otro costal, que parece estar aparejada, con demasiada frecuencia, con la misma función de ejercer un cargo político de alguna importancia o relevancia.

En el caso que nos ocupa, además de maravillarnos por la capacidad que parece tener el personaje en cuestión, para ocupar tan diversos cargos de responsabilidad en tan poco tiempo, se podían, en todo caso, recordar las palabras del Libertador, quien afirmó: “El talento, sin probidad es un azote”, a lo cual añadió un conocido abogado: “La falta de probidad sin talento, es más azote, todavía”.

Profesión: Ciudadano

30 de mayo de 2016