Por un lado Venezuela ha venido superando tensiones que han causado enormes estragos en nuestra economía. La tensión entre la economía de mercado, la libre iniciativa versus la economía controlada y centralizada por el Estado ha tenido el mismo destino que el muro de Berlín, se desvaneció. Ya todos los líderes políticos de oposición y del oficialismo han entendido que la realidad es que la libre iniciativa de los ciudadanos y la libertad de emprender son la base del progreso económico de nuestra nación. Esta grave tensión entre economía controlada y estatizada versus la libre iniciativa de los ciudadanos deterioró la economía de mayor crecimiento del mundo, como fue la venezolana entre los años 1930-1970. Los controles de cambio y de precio, las expropiaciones, la corrupción y las regulaciones de todo tipo redujeron a la economía venezolana a ser la peor administrada del mundo padeciendo la mayor inflación, caída del PIB y del poder adquisitivo desde 1976 y acelerándose al precipicio desde el 2014 hasta el 2019.
Una economía sumida en controles de precios y de cambio, plagada de expropiaciones, y con corrupción, no se puede analizar con la ciencia económica sino con la forense o psiquiátrica. Sólo se puede aplicar las ciencias económicas modernas en una sociedad donde en la economía prevalece la iniciativa del ciudadano para crear empresas, para contratar, donde la innovación y los estudios forman parte de la movilidad social, donde hay mercados de valores activos, tribunales de justicia que reconocen el derecho a la propiedad, los derechos de autor y de propiedad intelectual, donde hay libertad de expresión, protección y seguridad ciudadana, donde se paga impuestos y se usan esos impuestos para construir infraestructura sin corrupción, y donde hay independencia en la política monetaria del BCV. Si falta alguna de estas instituciones mencionadas en la sociedad entonces los análisis que proveen las ciencias económicas se aplican en menor proporción. Las sociedades donde las relaciones de los ciudadanos y sus iniciativas están sometidas a una burocracia se salen del camino del progreso económico y se parecen más a cuerpos que padecen enfermedades como la gangrena.
En la actualidad desde el año 2019, nuestra sociedad ha mostrado importantísimos avances económicos con el reimpulso del mercado de valores, la libertad de precios y de cambio, y la oferta de buscar capital privado para rescatar a las moribundas empresas del Estado, la propuesta de devolver empresas expropiadas a los antiguos propietarios. No obstante, existen graves tensiones políticas que de no disminuirlas, los beneficios de las nuevas políticas de economía de mercado no generarán el reimpulso necesario para rescatar el poder adquisitivo del venezolano. El poder adquisitivo del venezolano solo se incrementa con más inversión, más empresas, más empresarios que generen un mayor número de empleos. Venezuela necesita cientos de miles de nuevas empresas y de cientos de miles de millones de dólares para rescatar y aumentar el número de empresas.
La Ley Antibloqueo, así como la ANC no van ha generar los cambios necesarios para impulsar inversiones en las cantidades que se requieren. El oficialismo debe observar que sin garantizar un CNE elegido por la AN, y sin garantizar la transferencia de poder, la Ley Antibloqueo genera temor por la discrecionalidad del empleado público que tiene demasiado poder y que puede cambiar el resultado del esfuerzo de inversión y creativo para rescatar y fundar empresas por parte del ciudadano privado. Ese temor hace que los ciudadanos locales y globales no participen en la economía venezolana a fondo. Es como un jugador de béisbol que sabe que el aún si el arbitro no es imparcial no pierde su trabajo. Ese jugador de béisbol no jugará con todo su potencial y hasta se irá a otros países a jugar la pelota. Por el otro lado, la oposición también debe entender que buscando una “salida”, buscando el cambio de gobierno no por el voto pautado constitucionalmente sino forzado por marchas y sanciones , en lugar de persuadir a la población hacia el voto y hacia nuevas políticas económicas, también generan tensión que impide la inversión privada. En lugar de impulsar la continuación de las sanciones económicas a la nación, la oposición debe promover desde la AN nuevos organismos contralores con miembros internacionales en Pdvsa y en los demás organismos del Estado relevantes para frenar la corrupción del sistema financiero local y global. La oposición tiene que rectificar en sus formas de hacer oposición y buscar caminos más institucionales también.
Igualmente, los gremios empresariales deben organizar bien las iniciativas para lograr movilizar a los líderes políticos hacia la necesidad de reinstitucionalizar el país. Colocar a Venezuela entre las tensiones geopolíticas globales también aumenta las tensiones que impiden el flujo de iniciativas privadas que se requieren para reactivar la economía. Ya el conflicto por el poder ha destrozado a la economía nacional a niveles de los países más pobres del mundo. Las partes en conflicto persisten en sus estrategias demoledoras.
@alejandrojsucre